Donde Guardaban Sus Copias
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Cameron Torren dio un suspiro, tomó un último trago de café, y esperó al director de escena para darle el visto bueno. La señal vino, y en un instante, él salió volando hacia el plató en medio de aclamaciones y aplausos de distintas personas de Portland, Maine que componían su audiencia. Detrás de él, mientras saludaba y sonreía al público, estaba el luminoso cartel que decía: Mañanas con Cameron Torren. Esperó a que finalmente el público se cansase de aplaudir, y entonces habló.

"Hola hola hola," saludó alegremente a los hombres y mujeres delante de él. "Bienvenidos a nuestro programa de hoy. Tenemos muchas cosas geniales planeadas, un montón de estupendas secciones, pero para empezar hoy tenemos aquí un invitado muy especial."

Las luces de la habitación se atenuaron, y Cameron sostenía una linterna bajo su barbilla. Unos pocos miembros de la audiencia se reían mientras él se mantenía serio, permitiendo a la cámara enfrente de él conseguir un barrido antes de que él continuase.

"Nuestro invitado," dijo él en voz baja, "es una leyenda local, y fácilmente uno de los nombres del género de horror, por no decir uno de los más conocidos del género de horror…"

Cameron entonces sonrió y levantó su voz.

"¡Damas y caballeros, aplaudan a Stephen King!"

Las luces se encendieron al aplaudir el público, un hombre de aspecto empollón usando unas gafas pequeñas entró en el plató y saludaba con la mano. Mientras se acercaba a Cameron, Stephen se giró rápidamente hacia el público y pronunció la palabra '¡Buu!' y sacudió sus manos. Los dos hombres se dieron un apretón de manos y se sentaron en las anchas sillas del centro del plató.

"Es bueno que estés hoy aquí, Stephen," dijo Cameron con una sonrisa.

"Estoy feliz de estar aquí," respondió Stephen, devolviendo el detalle con su propia pequeña sonrisa.

"Tengo que decir, yo pensaba que serías más espeluznante en persona…"

"Intento moderarme un poco para este tipo de cosas."

"Y lo logras, más o menos," Cameron bromeó. Así que, Stephen, no necesitas contarme acerca de tu éxito. Con novelas como Carrie, El Resplandor, It, Misery, y la saga de La Torre Oscura, has dejado fácilmente marca en la cultura popular. Y ahora, por lo que he oído, comentas los trabajos de otros en tu columna, The Pop of King para el Entertainment Weekly. ¿Justamente donde encuentras todo el tiempo y la inspiración?

"Bueno…" Stephen miraba pensativamente, "Muchas cosas me han inspirado en el pasado con mis novelas. Pero recientemente este libro que he descubierto es lo que me ha ayudado. Siempre llevo una copia conmigo."

"¿Entonces, hoy nos has traído ese libro?"

"¡Sí!"

Entonces Stephen King sacó un libro de la mochila que trajo al plató, y la dejó debajo de la mesita de café. Cameron miró a la portada con interés, inspeccionando el título con sus ojos.

Señales Estelares


Eric Harper guardaba su copia en su mesita de noche, junto al anillo de compromiso que ofreció a Jillian, sólo para tenerlo de vuelta. A pesar de que el ultimo año fue agradable, ella le contó que no estaba preparada para hacer ese tipo de compromisos.

No hace falta decir que Eric estaba destrozado. Refugiándose en su copia de Señales Estelares era un alivio muy necesario, y hasta ahora, le había dejado sintiéndose mucho mejor no por su situación con Jillian, sino sobre su existencia en general. Las palabras del libro resonaban en su mente mientras se sentaba en su sala de estar, mirando fijamente a la pared.

Eso está bien. Es un sitio en blanco esperando a que lo llenes con tu mayor deseo, hasta que ese deseo esté siendo empujado por tu garganta. Tendrás arcadas en tu necesidad. Y hasta que lo hagas, es un espacio de resonancia, para que construyas a tu voluntad como la música de un órgano en una catedral. Oye la música ahora. Esto no es una metáfora. Si tu voluntad es fuerte, habrá música ahora. Recuerda que nada en este libro es una metáfora.

El vacío estaba aquí, y lo estaba llenando con su más profundo deseo como le ordenó el libro. Él había oído la música, y se ahogó en su necesidad.

Un golpe en la puerta rompió el razonamiento de Eric. Él respondió discretamente, sorprendido al ver a Jillian ahí parada. Él inclinó ligeramente su cabeza y ella dió una sonrisa triste.

"He cambiado de opinión…" dijo ella, y lanzó sus brazos hacia él. "¡Sí!"

"Todo irá de maravilla," le susurró a ella, y la besó en la frente.


"Tengo que decir que estoy algo sorprendido, Stephen," comentó Cameron mientras miraba el libro. "¿Eres uno de los autores más vendidos, incluso un nombre muy familiar, entonces porque el gran Stephen King necesita un libro de auto-ayuda?

"Bueno, Cameron," respondió Stephen, gesticulando sus manos mientras explicaba, "todos tenemos vacíos que llenar en nuestras vidas. Tú, esta maravillosa gente aquí, y especialmente yo. Todos tenemos vacíos en nuestras vidas y necesitamos llenarlos, y llenarlos de verdadera satisfacción. Y he comprobado que eso lo hace este libro. Otorga esa verdadera satisfacción que a su vez llena el vacío."


Sarah Ray guardaba su copia en su estantería, junto a varios libros de auto-ayuda, manuales de dietas, y otras guías para perder peso. Ahora, una semana después y 200 lb más ligera,1 está en el mejor estado físico de su vida, ella estaba corriendo por el parque cerca de su apartamento. Al acabar el último tramo de su carrera de cinco millas,2 no podía evitar sonreír. Alterando el mundo a su propia voluntad tiene ese efecto en la gente.

En tu sociedad actual, se te incentiva a ser “tú mismo”, como si esa fuera la clave para convertir tus deseos en realidad. ¿Qué significa? No significa nada. No puedes ser alguien más que tú mismo. Si fueras alguien más, aún serías “tú”, y “tú” entonces sería aquel 'alguien más'. Eso no es escapar bajo la existencia. Porque no puedes ser nadie más, es lógico pensar que, si quieres cambiar tu realidad, es el mundo el que debe cambiar para acomodarse a ti. Debes moldear tu paisaje fenomenológico en aquél en el que tus metas se logren.

Ahora imagina que el lugar donde tus deseos se hacen realidad tiene un nombre. Se llama El Quinto Mundo. El Quinto Mundo es el cosmos retorciéndose a tu alrededor en la forma que tú quieras. Nunca ha estado allí, pero podría estarlo. Si el mundo actual es como un traje con cuello estrecho, entonces el Quinto Mundo es como una túnica ligera que permite completa libertad de movimiento. Nunca te moverás realmente mientras te desplaces en el Quinto Mundo. Te sentirás como un cuadrado en un pedazo de papel que solo está tlaol arriba y abajo.

El Quinto Mundo es un gran lugar para estar. Libertad de movimiento, tanto metafísicamente y ahora, gracias a arrojar lo que me retenía, físicamente. Total libertad de movimiento…

Sarah pensaba mientras iba hacia una fuente cercana. Tomó un gran trago, y entonces volvió a regresar a su coche, topándose con un corredor mientras volvía.

"¡Oh! ¡Lo siento!" dijo él rápidamente. "¿Estás bien?"

"Estoy bien," respondió con una sonrisa.

"No creo que te haya visto aquí antes."

"Acabo de empezar hoy."

"Ah," respondió con una sonrisa. "¿Te está gustando el parque?"

"¡Oh, es maravillosa! Me encantan todos los senderos occidentales, y las hojas en zigzag."

El corredor miró a Sarah con una ceja levantada.

"¿Qué?"

"Los senderos occidentales. Me han llevado por el pasado y el futuro desde aquí. ¿Tú no tomas los senderos occidentales? ¿Donde corres?

El corredor se quedó boquiabierto por un segundo, luego movió la cabeza.

"Bueno…tú, uh, sí."

El corredor volvió a correr, Sarah lo veía irse con una pequeña mueca, y se encogió de hombros. Habrá mucha más gente que impresionar con su nuevo físico. Especialmente ahora que había conectado con el Quinto Mundo.


"Así que, Stephen," dijo Cameron estirando sus dedos. ¿"Podrías decirnos que podemos esperarnos encontrar en Señales Estelares?"

Stephen se rió y sacudió la cabeza.

"Me temo que no, Cameron. El viaje es lo que hay de especial en este libro en particular. Si simplemente te dijese lo que era, la magia desaparecería."

"Sí, pero, Stephen…" Cameron levantó sus cejas preocupado. "Ahí es donde viene el escepticismo. Muchos de esos libros de auto-ayuda son paparruchas, ¿cómo sabríamos que esto fuese diferente?"

"¿Lo has leído?" Stephen respondió bruscamente. Cameron se estremeció en su asiento.

"No…Yo no lo he leído."

"¿Entonces como lo sabrías? ¿Quieres leerlo? Estoy más que dispuesto a dejarte mi copia."

"Lo estoy pensando, pero me gustaría que elaborases, la audiencia debe saber que hay algo en esto…" dijo Cameron mientras se frotaba el puente de su nariz.

"¡Justo ese es el problema, Cam! Exclamó Stephen mientras se levantaba de su silla. "Aún estás usando la lógica del barro. Necesitas moverte hacía la lógica estelar. La lógica estelar es lo que hace que este libro funcione. La lógica estelar es lo que te hará libre!"


Jamey White guardaba su copia en su mesita de café, junto a una pila de facturas médicas para su hija Melissa. Ella había sido diagnosticada con leucemia hace un tiempo. El había pasado innumerables noches trabajando turnos extra, llevándola a tratamiento la siguiente mañana, y luego fichaba de vuelta. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, las facturas seguían acumulándose, y la salud de Melissa empeoraba. Él estaba al límite de su cordura cuando un amigo le había dejado su copia del libro. Ahora, habiéndolo acabado, la leucemia de Melissa estaba en completa remisión.

Slon tlir na tlei obr Quinta. Tla slon ████ plr niños tln tlo sacp tlei.

Que ciertas eran esas palabras…

Jamey llevó a su hija a sus hombros mientras corrían a través del parque. Una gran, dentuda sonrisa en su cara. Una expresión de puro terror en su hija.

"Flrin trb cnor, hija," exclamó, el mismo césped debajo de ellos pareció bailar mientras él bailaba con la luz de su vida sentada en sus hombros. "Tam tassrel cooroo tewrn!"

Ella empezó a llorar, aferrándose a sus hombros con toda su fuerza.

"Papi…" dijo ella mientras echaba a llorar, "Tengo miedo. Por favor… por favor papi, para de hablar así."

Jamey no oyó sus lloros, no obstante; él estaba perdido en el éxtasis. Su hija estaba curada y libre, y él también.


"Stephen, creo que necesitas…" Empezó Cameron, el miedo estaba presente en su cara mientras se hundía en su silla para refugiarse.

"¡No seré aleccionado por la lógica del barro!" gritó Stephen, y entonces sonrió y se dirigió a la audiencia. "Ellos tampoco serán aleccionados nunca más."

Entonces Stephen cogió una taza de café de la mesa entre él y Cameron y la lanzó. La taza hizo un ruido sordo chocando la cabeza de Cameron y rompiéndose al suelo. Cameron y la silla donde estaba sentado cayeron hacia atrás. El presentador de la tertulia sostuvo su cabeza dolorida brevemente antes de levantarse lentamente.

"Tlka clavepara dorznk!" Dijo Stephen mientras y volvió a dirigir su atención hacia Cameron.

"Dios, Stephen, ¿qué diablos te pasa?"

Stephen después cogió la otra taza de la mesa y la lanzó a su presentador. Cameron esquivó, viéndola romperse en una explosión de pedazos en el telón de fondo. Se calló al ver que Stephen le apuntaba y luego le hacía gestos para que viniese.

"¿Dónde demonios está la seguridad?" Cameron preguntó a su director de escena, girándose para ver a Stephen soltando una serie de galimatías volcando la mesita de café y la otra silla. El director de escena señaló hacia el plató donde actualmente estaban los guardias de seguridad. Ambos estaban inexpresivos e inmóviles mientras veían a Stephen King desplegándose.

"Ahora, damas y caballeros," Stephen se dirigió a su embelesada audiencia. "No puedo contaros lo que hay en el libro, pero puedo contaros que Señales Estelares expandirán vuestros ojos y abrirán vuestras mentes…"

"¿Que demonios está pasando? ¿Aun seguimos emitiendo?" Preguntó Cameron, mirando brevemente a otro lado del desastre ocurrido antes.

"Paramos después de que tirase la taza de café," respondió el director de escena. "A continuación las cámaras se volvieron a encender. Jeff no puede conseguir apagarlas."

"¡Es el martillo para romper vuestra alma, y el pegamento y la cinta que usáis para reformar los fragmentos en algo mejor! Algo que permite vuestros deseos ser empujados como un viento de abejas…" Stephen continuó hablando a la audiencia, su tono convirtiéndose cada vez más exaltado con cada sílaba pronunciada.

"¿Hemos intentado llamar a alguien?" Respondió Cameron.

"Los teléfonos no funcionan…" respondió el director de escena.

"Podríamos enviar un mensajero…"

"Las puertas no se abren…"

"Ignición que desencadenará un fuego en vuestra espina dorsal, y enviará vuestra propia consciencia hacia el cielo como un cohete divino, destinado a explotar entre las regiones más profundas del tiempo…"

Cameron y su director de escena se miraron a los ojos. Ambos hombres tenían expresiones de terror.

"Sr. Torrens," continuó el director de escena, "No sé qué está haciendo el Sr. King, pero creo que estamos atrapados hasta que termine… si alguna vez termina."

¡Damas y caballeros, por favor miren debajo de sus asientos!

Cameron dirigió su atención al programa. Stephen estaba parado en medio del plató con sus brazos en el aire. Los miembros del público empezaron a sacar copias de Señales Estelares debajo de sus asientos, aplaudiendo a su nuevo presentador por su generoso regalo. Stephen dirigió su atención detrás del escenario, con una sonrisa torcida en su cara mientras hacía señas a Cameron para que volviese.

"No voy a volver a salir…" Dijo Cameron en voz baja mientras se sacudía la cabeza bruscamente.

"Pero lo tienes que hacer…"

Cameron saltó y parpadeó y encontró a Stephen parado a su lado, con una mano en su hombro.

"Significaría mucho para mí si recomendases el libro a tus espectadores en casa," susurraba Stephen. "A tu público le encanta. Me encanta. Y a la larga, creo que te encantaría."

"Y si, ah, y si yo no…" Susurró Cameron. "¿Que me vas a hacer?"

"Nada de nada," cacareó Stephen, avergonzando a Cameron. "La pregunta que necesitas hacerte es que vas a hacer si no recomiendas este libro."

Stephen imprimió una copia en las manos de Cameron. A pesar de todo, el peso en sus manos lo hizo tentador. Una sensación de euforia y miedo tomaba rumbo a través de su mente mientras miraba la portada otra vez.

Señales Estelares

"¡El primer capítulo siempre es el más difícil!" Stephen se reyó.

"¡El primer capítulo siempre es el más difícil!…" Cameron aceptó. No sabía por qué.

Él pestañeó otra vez, y él y Stephen estaban de vuelta en el plató.

"Damas y caballeros en casa," Cameron se vio a si mismo decir, "Estoy agradecido de recomendarles Señales Estelares para que lo lean a gusto…"

Fuera del rabillo de su ojo, podía ver a Stephen sonreír y asintió. Cameron le volvió la sonrisa. Tenía poca elección en eso. Desde este punto, parecía que no estaba al mando de su estudio. Aquí, Stephen era el rey.

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