Cuando Todo ha Terminado

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El helicóptero de O5-1 aterriza en el helipuerto del Sitio-40, un hombre nada pretencioso con piel casi transparente descendió. Todos voltean hacia él mientras camina a lo largo del sitio, aunque con el suficiente respeto como para intentar fingir que no lo hacen. Él lo nota, pero muestra el mismo respeto hacia ellos, y pretende no haberse percatado.

Está aquí para encontrarse con el hombre y la mujer que salvaron el mundo: El Capitán Perseus Rosales y la Doctora Mikasa Kaori. Ellos pilotaron la última esperanza de la humanidad contra las fuerzas que acabarían con el mundo, y salieron victoriosos. Si bien su mecha fue arruinado en el proceso, sus restos habían sido traídos al Sitio-40 y estaban suspendidos encima de una plataforma petrolera.

El Conseja se acerca a la barandilla al lado de la plataforma, donde Rosales y Kaori están esperando. Se recarga en la barandilla, doblando sus dedos huesudos alrededor de la orilla, mirando intensamente al mecha enfrente de él. Rosales y Kaori intercambian una mirada antes de acercarse a su superior.

—¿Quería hablar con nosotros, señor?

—Así que lo hice. —Su voz era áspera, pero fuerte, casi como si debiera ser callada pero estuviese siendo amplificada de alguna manera—. Primero que todo, debo agradecerles y felicitarles de nuevo por sus acciones en Groenlandia. Ustedes nos salvaron a todos de un a condena asegurada.

Respira profundamente el frío aire del océano y hace una pausa antes de continuar.

—Pero tengo que preguntar. ¿Cuáles son las probabilidades de que esto vuelva a pasar? ¿Realmente hemos salvado al mundo para siempre, o sólo por esta ocasión? ¿Podemos bajar la guardia, o tenemos que prestar todavía más atención que antes?

Mikasa traga saliva. Tenía miedo de esa pregunta.

—Puede volver a pasar, señor. Sería más fácil que en el pasado. Ahora hay más monstruos en el mundo. Más gigantes. Y le sería más fácil a uno el tomar el control hoy en día. Sus lazos se han fortalecido.

El metal de la barandilla gime mientras O5-1 la aplasta con sus manos. Sus ojos arden con fuego y furia mientras observa a SCP-5514 destrozado.

—Entonces el trabajo aún no termina.

Escurriendo una toalla de baño, Quincy Ridge se mira a sí mismo en el espejo antes de frotarla contra su cara, una muy necesitada frescura contra su piel caliente. Tirando la tela al cesto de la ropa, mira su reloj. Si bien trabajar en Soluciones de Wilson para la Fauna Silvestre usualmente se sentía satisfactorio, todo el mundo había estado actuando extraño desde… Todo lo de los monstruos gigantes.

Por lo menos no era el pobre Sr. Wilson. Había estado intentando discutir con los Náufragos, o, bueno, la Fundación, sobre que los monstruos no merecían ser asesinados, usando a Cappi como un ejemplo de que WWS podía manejar este tipo de cosas. Quincy habían intentado decirle de que hay una diferencia entre una máquina asesina camadrílica y la boba, juguete de baño consciente que es Cappi, pero él aún seguía insistiendo.

Y hablando de Cappi, ella es el último animal que Quincy debe checar en el día. Camina hacia el lavabo de los vestidores y coge la cubeta y la esponja que hay adentro, y entonces se dirige al recinto de ella.

Mientras se acerca a la valla, sin embargo, hay algo extraño. Un chaparro y regordete hombre en un traje morado estaba sentado encima de la cabeza de Cappi, rascándola gentilmente.

—¿Quién es una buena asesina de moscas? —Le pregunta a Cappi, quien da un pequeño rugido de felicidad—. ¡Tú lo eres! Buena chica.

Algo está mal con la voz del hombre. Es como si se balanceara constantemente, nunca siendo consistente en su tono, y rematada con los restos de aun acento que Quincy no podía identificar. ¿Polaco, tal vez?

Antes de que Quincy seguir reflexionando, entra empujando la puerta y le grita al hombre.

—¿Hola? Ehh, se supone que esté aquí?

Él voltea, su cara iluminándose en cuanto nota a Quincy.

—¡Un momento, buen señor! —Sujetándose su sombrero de copa, se desliza a través de la espalda de Cappi y salta hacia Quincy con una sonrisa retorcida y dientes amarillentos—. Debes ser Quincy, ¿verdad? ¡Cappi me contó mucho sobre ti!

—Sí, ¿pero cómo…?

El hombre jadea de repente.

—¿Dónde están mis modales? ¡Me olvidé completamente de presentarme! Soy el Dr. Cornelius Wondertainment, de Dr. Wondertainment te-eme, pero tú puedes llamarme sólo Cornelius. —Él hace una reverencia.

—Bien. Así que, ehh… ¿Usted hizo a Cappi?

—¡Yo firmé su traslado! Aunque, juzgando que ella está aquí y no en nuestra ubicación en Portland, parece que no fue muy bien, ¿eh? Bueno, ese no es el punto. La gente a cargo del traslado ha sido… —Hace una pausa algunos segundos demasiado larga, como si estuviera buscando la mejor manera de decir sus siguientes palabras—. Se han ocupado de ellos, sí.

Quincy traga saliva y contempla correr a telefonear a los Supervisores. Pero algo le dice que no "se deben ocupar de él". Yendo al grano, le dedica una sonrisa educada a Cornelius.

—Entonces, ¿para qué está aquí?

Cornelius mete la mano en el bolsillo de su traje y saca un pequeño pergamino amarillo.

—¡Estoy aquí para darte la propiedad de Cappi, por supuesto! Después de ver cuánto te has encariñado de ella, o tu hijo Harper, específicamente, no puedo simplemente arrebatársela, ¡eso sería cruel! Así que en vez de eso, vamos a llamar a esta situación un pequeño accidente feliz, ¿sí?

Entregándole el pergamino a Quincy, Cornelius le dio una palmadita en la mano antes de dejarlo ir.

—Así que… ¿Esto significa que ya podemos tomarle fotos?

Por un momento, la cara de Cornelius puso en blanco. Y entonces, dejó salir una risita.

—Por supuesto, siempre que no sean para propósitos comerciales, y si lo son, todas las ganancias deben ir a Dr. Wondertainment te-eme. Todo está resumido en ese pergamino. Ahora, me temo que debo irme. He estado un poco ocupado con toda esta cosa de los monstruos, ¡y ya casi es hora de nuestra junta acerca de cuáles hacer peluches realistas! De hecho, ¿tal vez pueda enviarle un catálogo?

Temeroso de decir "no", Quincy simplemente asiente con su cabeza.

—¡Brillante! —Sacando un paraguas de quién sabe dónde, Cornelius lo abre y empieza a flotar hacia el cielo—. ¡Adiós, Quincy y Cappi! ¡Diviértanse! —Pronto, el hombre se vuelve nada más que un punto en el cielo, y eventualmente, desaparece.

Quincy mira hacia arriba por unos momentos antes de voltear a ver a Cappi.

—Bueno, eso seguro fue algo, ¿no? Pero menos loco que una mosca gigante, supongo.

Cappi simplemente responde estornudando, enviando un vapor de agua hacia su cara, una señal que él sabe que significa "dame un baño con la esponja, ahora".

Tallándose los ojos, suspira.

—Nunca vas a no querer un baño con esponja, ¿o sí?

Cappi le mira, y luego hacia su espalda, y Quincy inmediatamente sabe la respuesta. Mira hacia el pergamino en sus manos, y entonces lo rompe en dos. No importa si tiene un pergamino tono o no, todo sigue igual. Y así, Quincy continúa su rutina, un pequeño toque de felicidad en su corazón.

Ha pasado una semana desde que el apocalipsis vino y fue, y Stanislav Nikolaev aún está en custodia de la Fundación. Por como va, pasará el resto de su vida natural en contención. Ellos probablemente lo llevarán ante algún comité y le presentarán cargos por sus crímenes. Después de todo, es realmente su culpa que todo este desastre haya pasado.

Así es como se ve para la Fundación, por lo menos. Stanislav mira las cosas desde una perspectiva diferente. Él tiene su oreja en el suelo, escuchando los gruñidos y dolores de la instalación del Sitio-40 en la que está encerrado. Tiene un plan de escape, pero sólo va a tener una oportunidad. Hay más de un prisionero en este lugar.

Ha estado prestando atención a cuando le traen comida. Siempre la traen a la misma hora. Hoy, cuando vienen, el está en la puerta y la cierra de golpe, fuera de las bisagras, contra el guardia. El guardia cae rápido: No esperaba que un hombre de casi sesenta fuera así de fuerte. Pero Stanislav hizo que el trabajo de su vida girara alrededor de la crianza de monstruos, y con el tiempo descubrió cómo hacerse uno.

El guardia está fuera, está tirado en el suelo y gimiendo de dolor. No está inconsciente, pero él no hará nada para detener a Stanislav. Eso era suficiente. Stanislav agarra la pistola y corre por el pasillo. No necesita un arma, ya que tiene suficientes debajo de su piel, pero la pistola le ayudará a intimidar a cualquier oponente que se encuentre. No puedes intimidar convincentemente a alguien diciendo que los vas a hacer pedazos cuando no te ves diferente de los demás, y Stanislav no está de humor para volver a armar sus manos después de que las garras salgan.

Las puertas del elevador no están lejos de su celda. Lo recordó de cuando lo trajeron. Le pusieron una venda en los ojos, pero eso sólo bloqueó uno de sus sentidos. Aún tenía los otros ocho. En este punto, hay una buena probabilidad de que él conozca el diseño de este lugar mejor que varios de los empleados que trabajan aquí. No todos, pero una buena parte.

Las puertas de metal se doblan en sus manos. Su piel se está estirando a medida que sus partes internas se desplazan y flexionan. Puede que tenga que reparar su piel de todos modos. Eso hace que la decisión de agarrar los cables del ascensor y caer hacia abajo sea mucho más fácil. Le destroza la piel alrededor de sus manos y expone la quitina que tiene debajo. Es bueno que haya decidido que quería esa capa ahí antes del experimento del C. gigantis, ya que no ha tenido oportunidad de cambiar nada desde entonces.

Cuando derriba las puertas en el piso que quiere, apenas parece humano. Afortunadamente para él, y para sus planes de escape, incluso el investigador más duro se cagaría al ver a un monstro horrible atravesando el laboratorio de manera inesperada. Un alboroto rápido, un poco de intimidación y le dan lo que quiere.

Hay un hangar en los pisos más bajos del Sitio-40, justo antes de que se abra al océano. Ha sido reutilizado como una unidad de contención, reteniendo un escarabajo masivo al que la Fundación llama AGE-Elizabeth-18. El propio Stanislav no tiene un nombre para él, pero sabe que es un amigo, y también su boleto de salida. Stanislav se precipita a la habitación donde está el escarabajo, y la criatura voltea para mirarle. Se agita de emoción.

Segundos después, el lateral del Sitio-40 explota y un titán emerge. Stanislav monta sobre el insecto que despliega un par de alas masivas y chilla antes de despegar hacia el aire. El par grita al mismo tiempo, como uno.

Una serpiente emplumada de tamaño colosal vagabundea perezosamente a través de la troposfera. Es peor para el vestuario: Franjas enteras de su plumaje han sido incineradas, con profundas marcas de mordeduras y cortes recubriendo el resto de su cuerpo. Pero es vieja, y ha pasado por cosas peores. No siempre ha sido el único Behemot en existencia.

Los gigantes que se arrastran por la superficie de la Tierra son sólo una fracción de la fuerza de lo que alguna alguna vez existió. Pero a pesar de que son menos mortíferos, aún son suficientes como para hacer temblar el firmamento. Y aún así, de vez en cuando, en una rara era, una bestia escala a por encima de sus enemigos y obtiene el poder de hacer cosas aún más grande. Ha pasado antes, y volverá a pasar.

Estos son los pensamientos de la Serpiente mientras se mueve en los vientos atmosféricos. Hay un Camino enterrado en lo profundo de las nubes, y así es como volverá a casa. Hay un modo complicado de activarlo, pero la Serpiente es la maestra de todas las puertas y no necesita molestarse con las herramientas de los mortales.

Vuela a través de las nubes y rompe el hechizo. Su llegada a la Biblioteca sorprende a todos el público que se había juntado, completamente desprevenidos de ver al dueño llegar a casa. Entran en pánico por un momento, corriendo y temblando en vista de la bestia. Pero ella no se preocupa por ellos.

Se desliza hacia un pasaje profundo, y flota hacia el fondo. Abajo, a las capas más profundas de la Biblioteca, donde se enrosca alrededor de la base del viejo árbol marchito que lo sostiene todo. La Serpiente no morirá, pero necesita descansar por un largo tiempo. Sabiendo que ha salvado al mundo, cierra sus ojos, y se sumerge hacia un profundo y maravilloso sueño.

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