Signos Vitales

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7 de junio, 2016
Portland, Oregon

La Agente Sasha Merlo estaba sentada en una mesa vacía de una tranquila cafetería, golpeándose los dedos mientras miraba por la ventana. El cielo, como era de esperar, estaba nublado.

Una persona más joven, vestida de paisano, se deslizó en el asiento de enfrente. "¿Sasha Merlo?"

"Tienes una onza de percepción", dijo crípticamente, sin dejar de mirar por la ventana.

"Más bien una libra de oscuro", murmuró. "Te lo juro, ¿a quién demonios se le ocurren estas contraseñas?"

"Creo que era la letra de una canción", dijo Merlo, sonriendo y girándose hacia el recién llegado. "¿Qué le pasó al Agente Spencer?"

"Surgió algo en Tres Ports con lo que tuvo que lidiar", dijo. "Soy su compañere, Agente Especial Robin Thorne".

Merlo estudió al agente del FBI. Thorne era notablemente más joven que ella, con el pelo castaño bien recortado, que enmarcaba un rostro juvenil, pero proyectaba un aura de serena confianza que Merlo sabía que sólo provenía de la experiencia. Era como mirarse en un espejo hace una década.

"¿Por qué me suena ese nombre?" preguntó Merlo. Aunque sentía verdadera curiosidad, también utilizaba la pregunta como táctica de conversación para hacerse una idea del otro agente. Había venido preparada para presentar su propuesta a Spencer, duro de roer, y ahora tenía que reescribir mentalmente el discurso que había planeado.

Thorne parpadeó y miró hacia la mesa. "Probablemente estás pensando en mi madre".

Merlo repasó el nombre en su mente unas cuantas veces más, tratando de desalojar cualquier recuerdo atascado. Entonces recordó. "¿Te refieres a Florence Thorne?"

Thorne asintió, sin dejar de mirar la mesa. "De hecho, ya nos conocemos de antes, en su funeral". Levantó la vista y se encontró con la mirada de Merlo, de expresión inescrutable. "Te fuiste pronto".

Merlo tuvo un breve recuerdo de un adolescente desgarbado con ojos llenos de ira. "Lo siento", dijo. "había mucha gente allí que no estaba muy contenta con mi salida del Buró".

Thorne se encogió de hombros. "No te estaba culpando". Tamborileaba con los dedos sobre la mesa. "Pero dudo que sea por esto por lo que has pedido una reunión, ¿verdad?"

Merlo inspiró brevemente y se mordió el labio inferior. "Sé que Anderson está operando en Tres Portlands".

Thorne la miró un momento antes de soltar una breve carcajada. "Así que, ese tipo de reunión. Supongo que tiene sentido siendo tu". Cruzó los brazos sobre la mesa y se inclinó ligeramente hacia delante. "¿Qué te hace pensar que tu ballena blanca se esconde en la Ciudad Extraña?"

Merlo se removió en su asiento, inquieta por la información que Thorne tenía sobre su vendetta contra Anderson. Siguió adelante a pesar de todo. "¿Seguís utilizando PLAMPRO?"

La mirada de Thorne se endureció. "Eso es clasificado".

"Pero sabes lo que es, ¿verdad?"

Asintió ligeramente.

"Bueno, cuando me uní a la Oficina en 2002, lo primero que me pusieron fue el análisis del tráfico PLAMPRO. Ya sabes, encontrar patrones de movimiento, tratar de identificar rutas específicas de contrabando. Incluso trabajé con tu madre un tiempo en un caso relacionado… ¿Puerta Oscura, creo que era el nombre en clave?"

"Sala Oscura", dijo Thorne, ofreciendo la corrección automáticamente. "¿A dónde quieres llegar?"

"Lo que quiero decir es que sé cuando parece que alguien utiliza Tres Portlands como centro de una red de contrabando. La distribución espacial y temporal de las operaciones de Anderson encajan perfectamente en el patrón".

"Así que lo que realmente tienes es sólo una corazonada".

Merlo suspiró. "Thorne, deja de mentirme. He jugado antes en tu lado de este juego. Yo sé que él está en Portlands. Tú sabes que él está en Portlands. Sólo te estás preguntando quién me dijo que él estaba en Portlands. Ahora podemos seguir dando vueltas en círculo, o puedes aceptar que no voy a quemar un informante. Tú eliges".

Thorne la estudió en silencio, frunciendo ligeramente el ceño. "Tú convocaste esta reunión, Agente Merlo. Obviamente necesitas algo de nosotros, o no estarías aquí".

Merlo metió la mano en la chaqueta y sacó un sobre, que depositó sobre la mesa entre ambos. Thorne lo miró con curiosidad.

"Quid pro quo", explicó Merlo. "Contiene una lista de cinco paracriminales fugitivos buscados actualmente por la UdII, junto con sus últimas localizaciones conocidas a las 18:00 horas de ayer. Yo te digo cómo encontrar a tus chicos, tú me dices cómo encontrar a los míos".

Thorne miró fijamente el sobre, considerándolo.

"Tienes razón, por supuesto", dijo finalmente. "Supongo que era cuestión de tiempo que lo descubrieras. No es que estuviera siendo exactamente muy sutil al respecto con el cartel gigante en el edificio".

"Entonces, ¿por qué el Buró no ha actuado contra él?"

"¿Por qué no lo has cogido todavía?"

Merlo rechinó los dientes. "Es realmente bueno en no ser atrapado".

"Bingo", dijo Thorne, haciendo un gesto de pistola con el dedo en su dirección. "Estrictamente hablando, en realidad no ha hecho nada ilegal — no que podamos probar, de todos modos, y no por falta de intentos. E incluso si pudiéramos acusarle de algo concreto, actuar contra él sería… difícil".

"¿Por qué?"

"Imagina intentar arrestar a Jesucristo en medio del Vaticano".

"Así de mal, ¿eh?"

"Peor aún. La mitad de la ciudad parece pensar que va a recomponer Mekhane él solo, y el resto cree que es una especie de Robin Hood anti-Fundación. Tendría que asesinar a alguien a plena luz del día antes de que pudiéramos actuar contra él, e incluso entonces, el caso tendría que ser irrefutable".

Hubo varios segundos de silencio mientras cada uno lo consideraba.

"Yo no tengo las mismas restricciones", dijo Merlo en voz baja. "Sólo necesito saber dónde está".

Thorne se rió. "Claro, porque crees que después de todo eso ¿vamos a renunciar al Mandato Hoover y dejar que lo cojáis de la calle de un enclave paranormal?" Hizo una pausa, la expresión se volvió seria de nuevo. "Y — no te ofendas Merlo — pero por lo que tengo entendido, no tienes el mejor historial en esto".

"Mejor que el tuyo", respondió.

Thorne sonrió irónicamente. "Me parece bien, pero eso no explica cómo pretendes eludir el hecho de que tienes prohibido operar en Portland".

"Simple. No voy a hacer nada en Tres Portlands".

Thorne levantó una ceja. "¿Qué estás planeando?"

"Puede que las operaciones de Anderson estén centralizadas en Tres Ports, pero tiene docenas de instalaciones en la dimensión terrenal que aún no hemos localizado. Lo más probable es que todas estén conectadas o en contacto con el cuartel general de Tres Portlands, y estoy dispuesta a apostar dinero a que el Buró ha estado vigilando ese lugar para ver qué está haciendo".

Thorne asintió. "Correcto, y crees que puedo decirte donde están las instalaciones satélite de Anderson para que puedas actuar y desmantelar sus operaciones poco a poco".

"Más o menos, sí".

Thorne suspiró. "Por mucho que me guste la idea de ponerte al Jesús Eléctrico en bandeja, estamos tan a oscuras como tú en este caso. Tienes razón en que tenemos su CG bajo vigilancia, pero no usa la red pública — Creemos que tiene algún tipo de nexo privado que usa para envíos y logística, pero por lo que sabemos, podría estar transportando de todo. Definitivamente tiene el poder para ello".

Merlo asintió decepcionada. "Eso es lamentablemente típico en momentos así. Justo cuando creo que por fin lo tengo, resulta que iba dos pasos por delante todo el tiempo". Suspiró, luego se levantó preparándose para irse. "Gracias por su tiempo, Agente Thorne. Ha sido un placer volver a verte".

"Lo mismo digo. Siento no poder hacer nada más".

"Bueno, si aparece alguna pista que pudiera utilizar para alguna acción extralegal, ya sabes cómo ponerte en contacto conmigo". Deslizó el sobre por la mesa hacia Thorne. "Adelante, quédatelo. Tal vez tu suerte sea mejor que la mía".

Thorne observó cómo la mujer mayor se marchaba, antes de volver a mirar el sobre un poco más.

Quid pro quo…


9 de junio, 2016
Campus del CIETU, Tres Portlands

"Llegando a la estación Memorial Park. Los puntos de interés cercanos incluyen el CIETU de Portlands, el Consulado Sidhe y el Monumento a la 7ª Guerra Oculta. La siguiente parada de esta ruta es en Bulevar Milk Box y Calle Hobgoblin". La voz enlatada del locutor del tranvía hizo una pausa antes de repetir el mismo mensaje en bucle.

Thorne agitó su abono transporte ante el gólem de los billetes al bajar del tranvía. Las vacaciones de verano hacían que el andén de la estación estuviera relativamente vacío para ser un jueves, lo que facilitaba a Thorne moverse por memoria muscular. Había hecho el corto trayecto hasta el campus del todos los días durante cuatro años y ahora podía hacerlo con los ojos cerrados, incluso tantos años después.

La esfinge del campus esperaba junto a la puerta, con la cabeza entre las patas y la cola moviéndose perezosamente. Había varias historias que competían entre sí acerca de su procedencia y de cómo la administración de la escuela había adquirido su lealtad, pero Thorne pensó que lo más probable era que simplemente disfrutara atormentando a los estudiantes.

"Buenos días, Fix", dijo Thorn. "¿Puedes abrir la puerta, por favor? Sólo necesito usar la Biblioteca".

La esfinge levantó la cabeza y miró fijamente a Thorne. "Para atravesar esta puerta, primero debes responder a mi acertijo".

Thorne suspiró. "Esto otra vez no".

"¿Cuál… es tu Número de Identificación de Estudiante?"

Thorne parpadeó. "Fix, eso no es un acertijo".

"Ya lo sé". Hizo un puchero. "Dejaron de dejarme hacer acertijos de verdad después de que dejase fuera al Vicedecano".

Thorne sacó su cartera y extrajo su tarjeta de antigue alumne, sosteniéndola en alto para que la viera la esfinge. "Toma, ¿te vale con esto o necesitas que te lo lea en voz alta?"

"Adelante", dijo, con una nota de abatimiento en la voz. Cuando volvió a bajar la cabeza, la puerta empezó a abrirse por sí sola.

Mirando entre la puerta abierta y la miserable esfinge, Thorne tomó una mala decisión.

"Si te hace sentir mejor, puedes preguntarme una adivinanza de todos modos".

La esfinge levantó inmediatamente la cabeza. Con un brillo perverso en los ojos, dijo, "En mí puedes encontrar la verdad; no soy matemática, pero poseo una prueba. ¿Qué soy?"

Thorne se detuvo un momento y luego dijo, "Alcohol".

La esfinge sonrió. "Eres mucho más inteligente que el Vicedecano. Insistía en que la respuesta era un juicio"

Thorne resopló. "Entonces no conoce a muchos abogados". Hizo un gesto con la mano a la esfinge mientras empezaba a caminar hacia la biblioteca. "Hasta luego, Fix".

La biblioteca estaba situada en el centro del campus y formaba parte de la intrincada red de hechicería arquitectónica que mantenía el complejo anclado en su lugar con respecto al resto de edificios de Tres Portlands, que poco a poco se iban dejando llevar hacia el límite exterior de la ciudad para ser expulsados al Exterior. El edificio en forma de anillo que albergaba la biblioteca formaba el círculo más interno de una geometría de protección de tres niveles, y rodeaba por completo la Torre del Reloj Servane, que era el punto central del campus y sus encantamientos.

La gran cantidad de EVE que se concentraba a través de la biblioteca y la torre del reloj significaba que, como consecuencia involuntaria, la esfera del reloj de la torre podía leerse por su sombra de Radiación Facetaria, incluso a través de objetos sólidos, y aún podía verse con fiabilidad hasta a una milla de distancia — al menos para un Observador como Thorne. Desgraciadamente, la misma Radiación Facetaria hacía visible el reloj también tenía tendencia a perturbar su funcionamiento interno, por lo que la torre del reloj rara vez era precisa — en ese momento, indicaba que eran las setenta y dos minutos pasadas y un gran limón.

A pesar de sus esfuerzos, las viejas puertas de roble emitieron un tortuoso crujido cuando Thorne las empujó para abrirlas, llamando la atención del bibliotecario del mostrador. Abriendo la boca para soltar una aguda admonición, se detuvo y sonrió al verlos.

"Robin", dijo, con voz apenas por encima de un susurro. "No me digas que has cambiado de opinión sobre los cursos de postgrado".

"Me temo que no, profesor Holcomb", dijo Thorne. "Siento decepcionarte, pero solo estoy aquí para investigar un poco".

Asintió sabiamente, sin sorprenderse. "Por supuesto, la biblioteca está siempre a tu disposición si la necesitas".

"¿Y qué hay de la Biblioteca?"

La expresión de Holcomb se volvió sobria. "Estoy bastante seguro de que nuestra colección es exhaustiva en lo que respecta a la teoría ocultista. No hay necesidad—"

Thorne levantó una mano para interrumpirlo. "Profesor, no intento impugnar su reputación como archivista. Sólo pensé que no querría que convocara a un Forastero aquí".

"Oh". Consideró esto. "Sí, eso estaría lejos de ser lo ideal". Se detuvo. "¿Te importa que te pregunte para qué necesitas los servicios de un demonio?"

"Sólo intento compensar algunas lagunas en mis habilidades de lanzamiento. Sabes que nunca fui le mejor en evocaciones". Se encogió de hombros, tratando de parecer indiferente a pesar del tema de conversación. "Entonces… ¿Biblioteca?"

Asintió. "Por supuesto. El Camino está donde siempre ha estado, pero el código de la puerta probablemente ha cambiado desde la última vez que lo usaste… Creo que ahora es delta-rho-nueve-siete".

"Gracias Profesor". Thorne le hizo un gesto con la mano antes de darse la vuelta y adentrarse en la biblioteca.

Aunque palidecía en comparación con la inmensidad y complejidad de la Biblioteca, la biblioteca de la CIETU tenía su buena ración de anomalías espaciales — resultado tanto de las inmensas cantidades de EVE que rodeaban e impregnaban la biblioteca como de algunos de los volúmenes más esotéricos alojados en sus depósitos. Con cuidado de evitar las secciones del catálogo indexadas con números complejos, Thorne se abrió paso entre las estanterías hasta llegar a una anodina puerta escondida en un cuarto aislado.

No había ningún cartel en la puerta que indicara lo que había detrás y, de no ser por el teclado alfanumérico que había junto a ella, un observador casual podría haberla confundido con un armario de conserjería. Thorne tecleó el código que le había dado el Profesor Holcomb, lo que hizo que la puerta se abriera y dejara al descubierto un armario vacío.

Thorne entró en la habitación y cerró la puerta. Se detuvo un momento y susurró en la oscuridad.

"Por este arte se puede contemplar la variación de las veintitrés letras".

Thorne sintió al instante un pico de Radiación Facetaria como cuando el Camino reaccionó a las palabras de Borges. Dos brillantes puntos de luz aparecieron en la base de la pared opuesta y empezaron a ascender por su superficie, trazando un camino ligeramente iluminado a sus pies. Al acercarse al techo, los puntos giraron hacia el interior y comenzaron a avanzar el uno hacia el otro, deteniéndose y fundiéndose en un único rayo de luz cuando se encontraron en el centro. En respuesta, la brillante silueta que se había trazado en la pared se iluminó, obligando a Thorne a parpadear.

Cuando volvió a abrir los ojos, una sencilla puerta de madera de pino había aparecido en la pared de delante. Cuando la luz empezó a desaparecer de la habitación, la puerta se abrió, sin que nadie se lo pidiera, para revelar la Biblioteca del Errante.

La puerta volvió a cerrarse en cuanto Thorne entró en la Biblioteca, sellando el Camino tras de sí. Se volvió para examinarla brevemente, puso una mano con firmeza en el pomo de la puerta y susurró un rápido truco. Era un hechizo sencillo, destinado a infundir la puerta con una pequeña cantidad de EVE a fin de crear un vínculo de contagio que Thorne pudiera utilizar para encontrarla de nuevo. Aunque trivial, era una herramienta vital para explorar la Biblioteca.

Satisfeche de que no iban a acabar vagando eternamente, Thorne se dirigió en busca de un Bibliotecario. Esto era mucho más fácil que encontrar una salida concreta, pues los Bibliotecarios parecían tener un sentido innato de cuándo y dónde se les necesitaba. Thorne no tardó en encontrar uno esperándola al doblar la esquina de un pasillo.

Este Bibliotecario era una figura imponente – fácilmente de unos cuatro metros de altura — envuelto en una gran capa verde. Su rostro — si es que tenía uno — estaba oculto entre las sombras de la capucha. Permanecía en silencio en el centro de la intersección, mirando directamente a Thorne.

Aunque ya se lo esperaba, Thorne lanzó un fuerte grito ahogado al ver la figura. Teniendo cuidado de no mirar directamente al vacío donde debería haber estado su rostro, se acercó con cautela.

Thorne lo saludó débilmente con la mano. "Hola".

El Bibliotecario no respondió.

"Vale, no hay mucho de qué hablar entonces". Thorne se aclaró la garganta. "Estoy buscando libros sobre Inteligencias Externas y Construidas — Forasteros, demonios, familiares, ese tipo de cosas. Preferiblemente en inglés, pero también en celta moderno. ¿Puedes indicarme la sección adecuada?"

El Bibliotecario levantó uno de sus largos y delgados brazos, la manga de su capa se retiró para dejar al descubierto una mano esquelética cerrada en un puño. Lentamente, el Bibliotecario extendió un solo dedo, del que surgió una fina nube de niebla. Mientras Thorne observaba, la niebla se enroscó en el suelo y serpenteó a través de las estanterías.

Thorne miró al Bibliotecario, que seguía en silencio. "Uh, gracias, supongo".

Una única sílaba en una lengua élfica salió de lo más profundo de los pliegues de la capa, haciendo que Thorne se estremeciera. Podría haber sido una expresión de reconocimiento, pero decidió no pedir aclaraciones.

Thorne se escabulló tras el rastro de niebla y se adentró en la Biblioteca. El rastro le condujo por un camino serpenteante entre las hileras de estanterías, que de vez en cuando se doblaba sobre sí mismo para atravesar algún espacio deformado. Tras media hora de vagabundeo, el sendero se detuvo al final de una larga hilera de estanterías que se alzaba hasta cinco pisos y se extendía en la distancia. Una placa en la base de la estantería más cercana decía simplemente "FORASTEROS".

Thorne miró la niebla y pensó en si debía darle las gracias. Antes de que pudiera decidir, se evaporó, dejándole sole entre los libros.

"¿Busca algo en concreto?"

Thorne miró por encima de su hombro y vio a una mujer asiática con una desgastada chaqueta bomber sentada en una mesa cercana y que miraba por encima de un libro titulado Der Nichtswanderer. Una pequeña figura de una manzana dorada colgaba de su cuello.

"No estoy muy segure", dijo Thorne con honestidad.

"Te entiendo", murmuró. "¿Quizás pueda ayudar?"

Thorne se encogió de hombros. "Por supuesto, lo acepto. Mejor que estar buscando durante toda la próxima semana".

"Supongo que tiene un objetivo concreto en mente. No hay mucha gente que investigue Forasteros por gusto".

"Necesito una Inteligencia Construida para…" Thorne se detuvo. "Ayudar a una evocación compleja".

"Trabajo familiar, lo pillo". Tarareaba suavemente. "Intenta empezar con Sobre los Demonios Exteriores Más Dóciles. ¿Creo que el autor es Litherland? Sí, ese es. Teige Litherland. Aunque querrás el comentado por LR supongo. Debería estar en el segundo piso, unos doce estantes más abajo". Ella hizo un gesto hacia el pasillo.

"Litherland, lo tengo. Gracias por la ayuda…" Thorne hizo una pausa. "Lo siento, no entendí tu nombre".

"Alliott". Dijo ella. "Y ni lo agradezcas. Probablemente conozco mejor esta sección que algunos de los Bibliotecarios".

Thorne saludó a Alliott con la mano antes de encaminarse por el pasillo en la dirección indicada. No tardó mucho en encontrar el libro, un grueso volumen encuadernado en cuero que parecía tener entre veinte y doscientos años, aunque Thorne sabía que el comentarista seguía vivo, lo que sugería que su edad real se situaba en el extremo inferior de ese intervalo.

Llevó el libro a una mesa cercana y empezó a leer.


14 de junio, 2016
Plaza Prometheus, Tres Portlands

"¿Y cómo es que no le pediste ayuda a Spencer?"

Thorne echó un vistazo a su actual compañera. Como de costumbre, Renee Morin había optado por renunciar al atuendo más formal, habitual en los agentes de la UdII, y en su lugar vestía su ropa normal de paisano — incluida una maltrecha gorra de béisbol de los Aztecas de Atlanta con dos agujeros en los que cabían sus orejas. Aunque les dos formaban una pareja inusual, no eran ni mucho menos lo más interesante en la Plaza Prometheus.

"Ken no apreciaría que le hiciéramos un favor a la Fundación", dijo Thorne. "Especialmente no uno de… dudosa legalidad".

Renee sonrió con satisfacción. "La pregunta es: '¿Esto es ilegal?' Porque lo es totalmente".

"Y sin embargo, aquí estás".

Ella se encogió de hombros. "Siempre estoy dispuesta a cometer una pequeña Ruptura y Entrada contra Mickey D y sus colaboradores", dijo con una pizca de veneno en la voz. Hizo una pausa y añadió, "Extraoficialmente, claro".

"Bueno, si todo va según lo previsto — y sé que sólo con decirlo probablemente hayan disminuido las probabilidades de que eso ocurra — no habrá ninguna ruptura en esta entrada".

"¿Alguna vez algo sale según lo planeado cuando Anderson está involucrado?"

"No, la verdad que no", dijo Thorne. "Pero está claro que no está ahí dentro — me daría cuenta si estuviera — así que quizá tengamos más suerte".

"¿De verdad lo crees?"

"Me gustaría hacerlo". Se giró para mirar a Renee". ¿Tienes el colgante que te di?"

Ella asintió.

"Y si eso no funciona, ¿tienes la runa memorizada?"

Renee se agachó y dibujó rápidamente un símbolo en el polvo. "¿Así?"

Thorne lo estudió un momento antes de asentir. "Sí, está bien".

La chica gato frotó el símbolo con el dorso de la mano antes de levantarse de nuevo. "Entonces, ¿estamos listes?"

"Probablemente no", dijo Thorne. Tomaron aire. "Vamos Kit, hagamos que el fantasma de Hoover se sienta orgulloso llevando a cabo un registro ilegal en la sede de un líder comunitario".

Es cierto que el antiguo director del FBI probablemente no había imaginado que sus "trucos sucios" fueran llevados a cabo por une mago andrógino y una gatita impertinente, pero Thorne estaba segure de que habría aprobado la naturaleza de la operación que habían planeado. Por alguna razón, ese conocimiento no era alentador.

Juntes, les dos agentes cruzaron la plaza en dirección a la Sede Mundial de Anderson Robotics. En otro tiempo, el edificio había albergado las oficinas principales de los Laboratorios Prometheus en Tres Portlands. Tras la disolución de LP, el lugar había acogido a una rotación de inquilinos a corto plazo, incluido un intento fallido del Instituto Técnico Deer. Durante los últimos años, sin embargo, había estado ocupado por Anderson y su colección de robots, que poco a poco habían convertido la estructura en una imponente fortaleza corporativa.

Sosteniendo su placa delante de sí como un escudo, Thorne pasó junto a las unidades Peregrine apostadas en la entrada principal como guardias de seguridad, plenamente consciente de los ojos eléctricos que la seguían. Los robots no hicieron ademán de detenerles cuando entraron en el vestíbulo y se acercaron al mostrador de recepción.

A diferencia de los guardias de la puerta, el hombre tras el mostrador parecía humano, aunque Thorne pudo deducir de inmediato, por la ausencia de aura, que se trataba de un androide Saker. Levantó la vista cuando se acercaron y les ofreció una sonrisa cortés.

"¿Puedo ayudarles en algo, agentes?"

"Se ha informado de la fuga de un gólem de gas en este distrito", mintió Thorne. "Tenemos razones para creer que podría estar en este edificio. Tenemos que hacer un barrido de la planta baja para intentar localizarlo antes de que asfixie a alguien".

"Me temo que he recibido instrucciones de no permitir que agentes federales realicen ningún registro sin una orden judicial", dijo el androide, aún sonriendo sin sinceridad.

Renee se inclinó hacia delante y apoyó las manos en el borde del escritorio. "Aquí hay vidas en juego. Son circunstancias urgentes, y eso significa que no necesitamos una orden". Flexionó ligeramente los dedos, extendiendo las puntas de las garras lo suficiente para arañar el acabado del escritorio. "Eso hace que lo que estás haciendo en este momento sea obstrucción de un agente federal en sus funciones. Así que, por supuesto, haznos volver con una orden. Pero si esta cosa acaba matando a alguien porque nos has entretenido, habrá graves consecuencias".

El androide miró lentamente entre les dos, con una sonrisa vacilante. "Supongo que… si hay un peligro para la seguridad pública… podría dejaros realizar vuestro barrido con escolta".

"Bien, lo que sea que nos permita hacer esto", dijo Renee.

El androide señaló a uno de los Peregrine que custodiaban la puerta. "578, acompaña a les agentes mientras realizan su barrido. No permitas que abandonen la planta baja".

PSHUD #578 asintió. "Entendido". Se volvió hacia les dos agentes. "Por favor, síganme. No intenten abandonar mi presencia hasta que hayamos regresado a este lugar".

Cuando su escolta empezó a salir del vestíbulo, Thorne dirigió rápidamente una sonrisa al androide de recepción. "Agradecemos su cooperación".

El androide no respondió mientras observaba la partida del trío.

Ya había activado una alarma silenciosa que avisaría a Vincent Anderson de su presencia.

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