Un trabajo para las ratas topo y el refugio de Dédalo
Puntuación: +12+x

Asegurar, Contener y Proteger, estas tres palabras conforman la misión que cumplimos en nuestro trabajo día tras día. Uno pensaría que una rutina que involucre la palabra "anómalo" tallado en piedra inevitablemente te cambia y eso es verdad. Los fantasmas pasaron de ser un motivo de terror a ser tan molestos como una plaga, o al menos así podemos llegar a verlo nosotros.

En fin, la única verdad es que uno nunca sabe que esperar cuando miras más allá del velo, pero lo último que esperarías es que te vean la cara de estúpido.


Dos meses… Habían sido dos largos meses de duro trabajo. Por algún motivo a todos los chicos en el destacamento empezaron a llovernos toneladas de misiones, yendo de sitio en sitio más rápido de lo habitual. Los “viajes gratuitos” están bien y de vez en cuando tener órdenes para disparar al coso feo de turno que se retuerce bajo tierra no está nada mal pero tengo que ser honesto al menos conmigo mismo: Esto se ha vuelto algo cansino.

El aburrimiento es algo con lo que siempre he lidiado, pero que creí que esta vez sería diferente.
Como sea, no voy a hacer un drama por esto. Pensándolo bien, un cambio de área es lo que de verdad necesito, pero siento que puedo darle otra oportunidad a esto; nadie más del equipo ha renunciado así que no quiero ser el primero. Con algo de suerte terminaremos el mes de buena forma.

5:50 – Sitio-52

Tocaron a la puerta de la habitación temprano, muy temprano, demasiado temprano. Un miembro del personal me esperaba con un informe en físico que no tardó en entregarme antes de marcharse. ¿No era más fácil enviarlo por correo? Sea como sea, algo me decía que sería importante darle la debida atención y así lo hice. Supongo que esta ocasión es especial, ¿verdad?

Le di una ojeada rápida. Avistamientos humanoides, lo típico. Reportes de testigos por aquí y allá afirmaban que un hombre alado se iba paseando libremente por toda la Unión Europea cargando objetos de valor de quién sabe dónde. Cómo sea, los "Arenques Rojos" ya se encargaron de todo el tema con las noticias locales.

Creo tener suficientes años en servicio para saber que esto es poco más que una nimiedad. Aun así no nos mataría tener unos números extra para cubrirnos las espaldas. Es casi un milagro que el jefe esté disponible para asesorarnos desde el centro de mando.

Parece que seguiremos escasos de personal hasta el fin de semana que los nuevos reclutas lleguen. No me quejo, los demás deben estar lidiando con una lombriz gigante en algún rincón que quedará censurado en los registros. Aquí en el sitio sólo somos 3: Ellen, Yago; nuestro jefe de destacamento, y yo, aunque ahora estoy algo ocupado librando mi propia batalla para alistarme a tiempo y salir ya que no creo que nos alcance el tiempo para desayunar con calma.

6:20

— ¡Hey!. Hola, Damián. ¿Cómo has estado?

Reconocí su voz al instante. Puntal, como siempre. Ellen había estado metida en esto por más tiempo que yo, así que en cierto modo se siente mejor saber que tienes a alguien confiable que te cubra las espaldas. Por otro lado, es vergonzoso reconocer su contraste con mi persona bien podría ser usado como ejemplo durante la capacitación de los nuevos.

Por mucho que no me molestaría quedarme a platicar, teníamos que terminar de preparar todo antes de dirigirnos al helipuerto e ir a la zona designada para la misión de ahora. Sin embargo, no había ninguna regla sobre no continuar la conversación en el camino.

— Todo bien por aquí, ¿Por qué la pregunta? Si vienes de parte de Esteban dile que es un pesado y que se espere hasta el fin de semana para que le pague lo de la apuesta.

— No tiene nada que ver con eso. Lo digo porque creo conocerte y te he estado viendo diferente especialmente ahora que fuimos trasladados aquí.

Oh, Dios…

— No tengo idea de qué estás hablando.

— ¿Piensas que no lo sé? Tu cara, Damián; he visto esa misma expresión en unos cuantos más por ahí en el equipo esta última semana; ¡Que va! desde el último mes. Esto tiene un nombre, pero no encuentro la palabra. No les doy más de 3 meses, para entonces se retirarán o serán transferidos a otro destacamento. Perdona mi rudeza.

— No hay problema, supongo que tenías expectativas más altas. Ya sabes, como ex-capitana del destacamento.

— Oh, no, nada que ver. Solo estoy tratando de ser clara. Verás, es casi como un patrón que no se ve muy a menudo pero se nota, y mucho. Ya sea por experiencias cercanas a la muerte, estrés, y aunque no es tan común, aburrimiento. Una vez entran en ese estado es difícil que salgan de ahí.

— Creo que no estoy captando el mensaje. ¿Lo que quieres decir es…?

— Estoy diciendo que si no estás dando o no puedes dar tu 100% en el trabajo estás perdiendo el tiempo y pones también en riesgo a los demás. En cierto modo el hecho de que cambien de área es algo positivo, la Fundación no es muy tolerante cuando algo no da resultados y siempre hay gente disponible para reemplazar puestos, pero eso ya lo sabes.

— Tal vez tengas razón, pero no sobre mí. Hasta donde sé nunca he dejado de dar mi 100% en todo. Lo digo enserio.

— Sólo trato de ver por el bien de todos. Ya que estás tan seguro de ti mismo. ¿Qué te parece una apuesta?

— Sabes que nunca me hago para atrás. Pon tú el precio y en lo demás ya me acomodo.

— Nada, solamente es para ver quien tiene la razón. ¿Cuánto tiempo crees que tome para que cometas un error? Cuando no puedas mantener más esa fachada y des un paso en falso, tú me entiendes.

— Doblo la apuesta, ¿Cuánto tiempo crees que tome a ti para que te pase lo mismo en comparación?

— Dejémoslo en un mes para ambos, ¿Qué te parece?

— Bien por mí. Esto será interesante.

O al menos espero que así sea. A veces pienso que debería dejar de ser tan impulsivo.

7:30 – Atenas

Seguridad

Nos bajamos del helicóptero al pie de un monte donde ya nos esperaban un par de colegas que habían sido enviados antes que nosotros para controlar el alboroto. No llevaban las insignias características de algún destacamento, por lo que intuí que son parte del personal que trabaja más cerca a la población y han estado rastreando al objetivo antes que nosotros.

Ellos nos pusieron al día mientras nos escoltaban cuesta arriba. Tal parece que no hubo muertos, ni siquiera heridos; empiezo a creer que este sujeto al que debemos buscar sólo quiere llamar la atención. Al menos esta vez tenemos una dirección clara; según nos cuentan los civiles afirmaban que lo vieron marcharse en la misma dirección a la que nos dirigimos ahora.

Fuimos recibidos por una cueva que apenas pude notar durante el vuelo. Nos señalaron la entrada, por si no fuera ya lo suficientemente obvia. El fondo de la misma, para variar, estaba demasiado oscuro como para ver cuán profundo era. Toda una invitación para nosotros.

El sitio de mando interrumpió nuestra charla. Nos querían avisar que los amnésticos ya estaban siendo distribuidos entre la población. No tardamos en terminar de colocarnos el equipamiento para exploraciones subterráneas y nos aseguramos de que todo estuviera en orden para finalmente podemos ponernos manos a la obra.


Contención

8:15

— ¿Seguros que no podían traer al jefe también aquí con nosotros?

Así fue como dio inicio una de tantas otras misiones de reconocimiento y/o recuperación. Los agentes Damian Trelles y Ellen Brown fueron enviados con el objetivo principal de localizar, de ser posible, a la entidad humanoide bautizada coloquialmente como “Dédalo” y capturarla.

— Bueno, no hay tiempo que perder. Entramos, capturamos y regresamos.

Con cada paso que daban la luz del exterior iba dejándolos atrás, forzándolos a hacer uso de las linternas implementadas en las cámaras para facilitar su exploración. A pesar de las paredes inusualmente uniformes, todo lo demás era tan familiar como siempre lo habían sido las exploraciones de este estilo. Olía a “profundidad”, roca y humedad; sin embargo, el olfato de Ellen pudo distinguir algo diferente e incómodamente "familiar" tras unos minutos de exploración.

— ¿Hueles eso también?

— Creo que sí — Respondió Damián, sin estar realmente seguro.

— No me hagan quedar mal, chicos. Tienen las máscaras, úsenlas.

— Tranquilo, mando, creo que ella se refiere a otra cosa.

— Especifiquen.

— Comida.

— ¿Perdón?

— Sé cómo suena; pero de verdad huele a carne cocinada no hace mucho… Espera ¿Pueden ver esto?

Ellen acercó la cámara en su hombro hacia suelo en frente suyo. Había visto de reojo, no más de un par de segundos pero le bastaron para percatarse de algunas plumas parcialmente escondidas entre el resto de la tierra y polvo.

— Está claro que las ha cazado, sus plumas deberían ser más brillantes según las fotografías — Añadió Damián

— Vaya forma de recibirnos. Siento que estamos entrando en la habitación de un nini-

— Suficiente conversación. Colóquense las máscaras de gas y prosigan.

— ¡A la orden! — Respondieron ambos.

Por más que avanzaban el recorrido no daba indicios de cambiar. El único sonido que acaparaba la cueva era el de sus botas contra el suelo rocoso, repitiéndose en un bucle al que estaban tan acostumbrados cuando no había más camino que el que tenían en frente. Más allá de eso, poco había que decir del lugar. La tranquilidad tan poco inusual daba la impresión de que no había nada más al fondo.

9:55

— Esto es un tanto más grande de lo que parece, ¿no es así?

— Ya lo creo. Dame un momento, haré una seña.

Damián sacó una lata de aerosol fluorescente de su equipaje y trazó una flecha en la dirección por la que habían llegado.

— Y quedó listo.

— Hey, Damián. Mira esto.

Por otra parte, Ellen aprovechó en dar una mejor inspección de los alrededores. Apoyándose de su linterna pudo divisar unas piedras particularmente coloridas esparcidas en el suelo. Eran una cantidad incluso menor que un puñado, y sin embargo eso no lo volvía menos sospechoso.

— ¡Eureka! O algo así. — Exclamó Damián. — ¿Algo que decir, mando?

— No podemos examinarlas desde el sitio, pero no recibimos lecturas de ningún tipo, así que podrían pasar de largo. ¿Qué tal ustedes? ¿Sus impresiones de la cueva hasta el momento?

— ¿En qué sentido? — Preguntó Ellen.

— Demos confirmar si el área permanece estable. ¿No detectan ninguna anormalidad? ¿Alguna perturbación?

— Ahora que lo mencionas, sí. Pero diría no pasa de una mal presentimiento-

— Por mi parte no hay nada. Me parece más bien que sólo se trajo todo cuanto estaba en su alcance y lo fue tirando sin cuidado. Supongo que no espera visitas.

χαχα! Δεν θα ήμουν τόσο σίγουρος!1

Una cuarta voz irrumpió de repente, resonando a través de las paredes y despertando la alerta de ambos agentes quienes no tardaron en tomar una posición de ofensiva en las únicas dos direcciones existentes. Damián dirigió su arma hacia la entrada y Ellen hacia la incierta profundidad del frente; sin embargo, tan lejos como su vista podía llegar no había ni rastro del objetivo.

— ¿Que demon-?

— Usaré esto.

Procedimientos estándar, o simple memoria muscular, sea cual sea el caso, la agente tomó de inmediato la pistola de bengala del cinturón de su compañero sin apartar la vista del fondo de la cueva y la disparó en un intento de descubrir el origen de aquella risa, tristemente sin resultado alguno. A pesar de que el disparo logró cubrir un amplio tramo de distancia y brillaba intensamente, a duras penas se podía observar que había más trecho por delante.

— ¿Lograste ver algo?

— Nada, pero ahora está claro que lo tenemos en frente. Deberíamos estar cerca.

— ¿Entonces qué hacemos aquí? ¿No deberíamos seguirlo?

— No se precipiten, va para ambos. Estamos viendo si podemos conseguir y enviar personal capacitado como refuerzo en el peor de los casos. Prosigan por el momento.


Con un agraciado aleteo, el una vez reconocido arquitecto se dispuso a reposar su cuerpo al final de lo que había servido como su único escondite durante el último tiempo. Un refugio solitario, pero seguro para él y cómodo a pesar de que nunca se dio verdaderamente la molestia de cuidar del lugar.

Incluso una cueva poco profunda como esta era aceptable tras el exilio. Atenas había cambiado de formas inimaginables, pero no había tiempo para preocuparse por ello, había encontrado un nuevo pasatiempo en la recolección de piedras preciosas, su única compañía en aquella morada gobernada por el polvo y la humedad. Tal era su dedicación a su hobby, que fue motivo suficiente para salir al exterior y exponerse a ser visto en la búsqueda de nuevas adiciones a su colección.

Esto último terminó perjudicándolo de más formas en las que creía, pues finalmente gente lo suficientemente hábil estaba dispuesta a encontrarlo. ¿Para qué? Realmente no lo sabía ni le interesaba, pero pudo verlos en su último viaje de la mañana y no quería averiguar sus motivos.

— Καλύτερα ασφαλές παρά συγγνώμη που λένε.2

Algo era seguro y es que esta vez pudo verlos dirigiéndose hacia el monte; no tardarían en encontrarlo a ese ritmo. Huir era tan simple como volar de vuelta hacia una isla y ocultarse de nuevo; sin embargo, no podía abandonar su esfuerzo de meses que se reflejaba en el tesoro que había almacenado en su escondite. El arquitecto debía pensar rápido en una solución y ponerse manos a la obra para salvar su pellejo. El resultado fue mejor de lo que esperaba. Para cuando esos sujetos llegaran este sería un lugar diferente.


11:03

— No estamos cerca — Afirmó Ellen, quien finalmente había perdido la paciencia. — Deberíamos estar en el centro de la tierra para este punto.

— Tampoco ayuda que todas las paredes en la cueva sean tan lisas y sea imposible reconocer algún punto en específico. Aunque…

— ¿"Aunque" qué?

— Tú llevas el contador de Kant, ¿verdad?

— Ah, ya veo lo que tienes en mente. Por supuesto que lo tengo; ese está en mi mochila. Cúbreme por mientras.

Sin demora alguna, Ellen buscó con prisa en su equipaje por aquella herramienta. No le tomó más que unos segundos encontrarlo para después ajustarlo en el suelo y ponerlo en marcha.

— Ya está funcionando, está calculando.

— Genial, ¿Qué hacemos si estamos en peligro? ¿Les tiramos una granada Scranton?

— No existen las granadas Scranton, Damián.

— ¿Por qué no? Imagino que pueden causar daño mientras estabilizan la realidad de paso. Estoy seguro que serían un éxito.

— Basta. Mantén los ojos atentos a la cueva, agente.

— No se preocupe, Jefe. No he despegado la vista de la cueva. Ellen es la de los números y en cualquier momento-

— ¡Tch!

— ¿Para qué hablé? … ¿Qué tan jodidos estamos?

— Emmmm.

— ¿Un Mary Sue? ¿Etapa 4 en adelante?

— Difícil saber, únicamente estamos recibiendo lecturas del área circundante pero no está tan lejos de la realidad. Para estar en un monte son unas cifras algo preocupantes.

— Muy bien, o tenemos mucha suerte o simplemente nos están teniendo pena. ¿Alguna idea, mando?

— Su única alternativa es regresar.

— ¿Qué?

— Estamos lidiando con un alterador de la realidad habilidoso que a estas alturas ya sabe que estamos aquí, quedarnos más tiempo sería imprudente. Tendrán que volver por donde vinieron y planearemos una nueva estrategia a la brevedad.

— Bueno, ¿Y qué hay de la salida?

— No podemos estar seguros, pero a juzgar lecturas de la realidad en el área la cueva podría cambiar de muchas formas. Procedan con extrema precaución. Estaremos mandando refuerzos en este momento y los mantendremos monitoreados.

— Entendido. Andando entonces.

En ese instante ambos agentes se dieron la vuelta, ahora dirigiéndose hacia la entrada sin bajar la guardia. No sabían que esperar, pero cuando más temprano que tarde lograron divisar una muy reconocible marca hecha con pintura fluorescente y una tenue luz provenir del exterior se dieron cuenta de la realidad.

— No puede ser…

Contemplaron como todas esas horas de exploración se redujeron a unos minutos de recorrido antes de llegar al exterior. No habían monstruos, ni una realidad alternativa, mucho menos algún tipo de alteración temporal.

— … ¿Por qué?

Todo era igual a como cuando ingresaron salvo la posición del sol dada la hora. El resto del personal que hacía guardia en la entrada estaba casi tan extrañado como los agentes. No tardaron en hacer todo tipo de preguntas que ni Damián ni Ellen pudieron responder en el momento no por falta de cortesía, sino por cómo, metafóricamente hablando, morían desde dentro al ser cada vez más conscientes que en sus años de experiencia habían sido burlados de tal manera.

Vergonzoso y hasta anticlimático, como un chiste de mal gusto. ¿Qué estaría pensando su jefe en estos momentos? Tal vez algo de la responsabilidad también recaía sobre él al no haber vislumbrado dicha posibilidad con anterioridad. Fuese como fuese, ahora era demasiado tarde para lamentarlo.


Dédalo era libre no solamente de recorrer los cielos a gusto y placer, sino también libre de todos aquellos que no pudieran lidiar con su ingenio. Eso sólo le trajo soberbia, pues se creía inalcanzable con el resto de gente que el denominaba como simples mortales.

Sin embargo hoy fue diferente. Por primera vez en mucho tiempo volvía a correr peligro.

Odiaba tener que desperdiciar sus preciosas gemas en trampas sin sentido pero aquellos hombres armados en trajes no lo dejarían en paz de manera tan fácil; lo sabía y tenía la idea perfecta: Sólo con un poco de cuarzo pulverizado, taumaturgia y su propia creatividad le bastaban para volver una cueva en un viaje sin fin que lo mantendría a salvo hasta que se aburrieran y se marcharan. Para él era tan sencillo que podía mantenerlo incluso durmiendo.

Dédalo entonces se dispuso a admirar su última adquisición: Una amatista de gran tamaño. La observó por horas, ocasionalmente siendo interrumpido por las voces de otros dos desconocidos, un varón y una mujer. Pero no importaba quienes fueran, pues cada que se aproximaban eran devueltos a un punto anterior. Su osadía llegó a tal punto que dejó escapar una burla en algún momento, pensando que incluso si era oído, no había mucho que pudieran hacer.

Eventualmente se quedó dormido ahí mismo, confiado de que eventualmente regresaría a su rutina de recolección sin ser interrumpido.

Al final del día, no logró tener la última risa.


Protección

A las 13:30 un dron no tripulado fue enviado al interior de la cueva. A diferencia de otros de su tipo, este no cuenta con un registro de vídeo integrado. En su lugar, posee un rastreador de calor que permite triangular la posición de la entidad humanoide así como la verdadera profundidad de la cueva.

Descubrir la existencia del truco fue el primer paso, enviar un "explorador" que no pudiese ser engañado como cualquier otro fue lo que terminó de sellar el destino de Dédalo quien se levantó de sobresalto cuando logro captar el sonido de las hélices cerca de su cabeza.

— Bastardo hijo de puta.

Dijeron para sí mismo ambos agentes desde fuera de la cueva, observando el radar que indicaba la posición del dron que había logrado ingresar sin problemas y alcanzar a su objetivo.

— ¡¿?!

Para fortuna (o infortunio) de Dédalo, aquellos a quienes había subestimado tienen políticas que priorizan la captura y/o inmovilización por sobre la eliminación. Sin embargo, eso poco importaba, pues la herida más grande se la había llevado su orgullo al ser vencido por un artefacto nacido del ingenio de aquellos a quienes subestimaba.

El dron entonces dejó caer una lata guardada en un compartimento la cual no tardó en alcanzar el suelo. Desde ahí se podía apreciar un sutil corte en uno de sus lados del cual emergió su contenido: Un gas adormecedor que se esparció de inmediato.

Aquel arquitecto, viendo imposible su escape, renunció a todo esfuerzo sin dejar de mirar aquella extraña pieza de metal que permanecía suspendida en el aire por aquellas hélices mientras perdía la consciencia.

“Es bonito” Pensó, antes de desplomarse sobre el suelo mientras su obra caía con él, haciendo que su aprehensión pase a ser tan sencilla como se suponía debía ser desde un principio. Para cuando Dédalo abriera los ojos le esperaba un nuevo nombre compuesto por tres letras y algunos dígitos. Los objetos de valor fueron decomisados y transferidos al sitio para su estudio.



Dos semanas después




Si no se indica lo contrario, el contenido de esta página se ofrece bajo Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 License