Emily Miranda en... "UN ASESINATO NARANJA"
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Emily entró al ascensor y presionó el botón para el piso #32. Suspiró y se acercó al espejo que venía montado en la pared. Aunque ella no lo quisiera admitir, con la forma en que vestía parecía una chica salida de una de esas estúpidas caricaturas japonesas. No importaba cuánto lo intentara, cuánta ropa diferente se pusiera, siempre terminaba pareciendo una chica estúpida e ingenua, tanto para los que la veían como para sí misma.

—Tranquila, sabes cómo hacer esto —se dijo a sí misma. Claro que sabía cómo hacerlo. Había pasado los últimos cinco años de su vida en ese trabajo. Esto era una simple piedra que se le había metido en el zapato, pero ni de lejos podía calificarlo como lo peor con lo que había lidiado.

Se ajustó un poco la corbata negra que colgaba como una soga de su cuello, y sonrió al recordar que no importaba cuánto lo intentara ella o alguna otra persona; teóricamente, era imposible que muriera ahorcada. De hecho, era imposible que muriera de cualquier manera.

O eso se suponía.

Entre más se miraba al espejo, más se daba cuenta que su pantalón y abrigo morados no combinaban bien con su piel naranja, y más se enojaba consigo misma y sus decisiones a la hora de elegir cómo vestirse. Era obvio por qué continuaba pareciendo una tonta.

Sin embargo, había que darle algunos puntos debido a que no había tenido mucho tiempo para prepararse; ese día era uno de los pocos días libres que tenía al año, y hasta hace unas horas estaba siendo un charco de pereza que no tenía para cuándo levantarse. Pero, por alguna razón, a una persona se le había ocurrido perpetuar un crimen que todo el mundo consideraba imposible, y ahora tenía que resolverlo.

El ascensor se detuvo en el piso indicado y Emily salió con paso decidido y firme; quería terminar con lo que estaba pasando tan pronto como le fuera posible. Los rayos de Sol que pasaban por el tragaluz del techo hacían que todo pareciera más brillante de lo que realmente era, algo que resultaba un poco irónico. A su alrededor iban y venían montones de slimes naranjas, algunos vestidos y otros desnudos, todos con algún tipo de objetivo, un lugar al que debían ir para hacer sus trabajos y cumplir sus rutinas diarias, ignorando el horror hacia el que se dirigía Emily.

Si los papeles que había recibido eran correctos, la Unión entera estaría entrando en pánico en aproximadamente unas tres o cinco horas.

Cuando Emily llegó a la puerta que estaba buscando, el Agente Fredericks ya estaba allí, custodiando la entrada. Su mirada era muy diferente a lo que Emily estaba acostumbrada, aunque ella misma debía lucir preocupada y confundida. No se cruzaron palabra, pero ambos estuvieron seguros de que lo que había del otro lado de la puerta era algo horroroso.

Emily cruzó la puerta, encontrándose con los forenses, quienes ya casi habían terminado de analizar la habitación, y con un agente que pareció aliviado en cuanto vio a Emily.

—Agente Miranda, la estábamos esperando, gracias por venir.

—Buenas. ¿Es verdad lo que me dijeron en el informe?

—Lamentablemente, sí. Está detrás de esa cortina de allá. Hemos estado revisando la habitación desde que lo reportaron, pero no hay ninguna prueba que nos ayude a averiguar cómo lo hicieron. Los de arriba dijeron que usted podría ayudar con esto.

—Por supuesto. —Emily vio un poco a su alrededor, pero no había nada a simple vista. El forense estaba en todo su derecho de decir que no había una sola pista; era una oficina común y corriente. Ahora lo importante era ver el cuerpo. El hecho de que se hubieran molestado en colgar algo para cubrir todo lo que rodeaba al cadáver no era muy alentador, ya que debía significar que la vista era algo… desagradable.

Sin pensarlo dos veces, jaló uno de los lados de la cortina. Emily sintió ganas de vomitar, a pesar de que la forma en que estaba diseñado su organismo no le permitía hacerlo. Ante ella se encontraba una estantería llena de libros, todos ellos cubiertos con trozos de slime naranja, y en el piso había una masa amorfa de lo que alguna vez había sido un ser pensante. A pesar de lo mucho que quería cerrar los ojos, Emily no podía hacerlo; la vista de aquella escena era hipnotizante, y le provocaba una sensación de terror que no podía describir.

Finalmente, Emily se volvió hacia el agente.

—¿Saben quién era?

—Sí. Alice Darrel, de Finanzas. Uno de sus compañeros vino a buscarla cuando tardó en regresar; se supone que vino a por una de las libretas de gastos antes de ser atacada.

—¿Ya vieron las cámaras de seguridad?

—No, todavía estamos haciendo el trámite pertinente para acceder a las cintas. Los de arriba nos recomendaron que la llamáramos para que las viéramos junto a usted.

—Claro. —Emily dio otro pequeño paseo por el despacho antes de salir a encontrarse con Fredericks—. ¿Y bien? —Le dijo cuando lo tuvo a su lado—. ¿Qué opinas?

—¿Que qué opino? —Fredericks soltó una risa tensa—. Opino que esto no debería ser putamente posible.

—Pero ocurrió.

—Sí, lo sé. ¿Viste lo que quedó de ella? Fue una puta masacre. No me imagino lo que va a pasar cuando se haga público.

Emily suspiró—. Sabes, me crucé con Alice un par de veces. No hablamos mucho, pero… Dios, es difícil asimilar que eso es lo que queda de ella.

—Ni que lo digas. Un par de veces comí junto a ella en la cafetería. Era muy alegre, y tenía un buen sentido del humor… Supongo que eso no hizo que su asesino retrocediera.

—Nope… —Ambos se quedaron callados por un rato, un pequeño momento de silencio en honor de Alice y el terrible destino que había sufrido—. Sabes… a veces pienso que no es suficiente.

—¿A qué te refieres?

—A… todo esto. Se supone que todos los Naranjas vinimos al mundo a ayudar a la gente… A tratar de que todos sean felices, vinimos a tratar de acabar con la tristeza, pero… nunca nada de lo que hacemos termina siendo suficiente.

—No digas eso.

—Es la verdad. Tú y yo lo sabemos. No importa lo que hagamos, siempre va a haber algo que haga que alguien esté triste, o alguien que quiera robarle la felicidad a los demás. O incluso… Ahora hay alguien que nos atacó. Ahí afuera hay alguien que asesinó a uno de nosotros. ¡Ni siquiera sabía que eso era posible!

—Hey —Fredericks se acercó hacia Emily y se puso frente a ella—. No pienses así. Esa es justamente la razón por la que se formó la Unión, para reunir a los Naranjas esparcidos por el Multiverso y apoyarnos entre nosotros. Para ya no tener que seguir luchando a solas. Sé que puede que parezca que no haya muchos avances, pero… Pero eso no significa que debamos rendirnos. Sin nosotros- Si nos rendimos ahora, ellos ganarán. La tristeza ganará.

Emily lo miró por un momento, y luego bajó la mirada—. Pero…

Y entonces el agente de adentro salió, avisándoles que ya habían recibido acceso a las grabaciones de seguridad.

— - —

UNIÓN NARANJA
Registro de Video #R-9035 - 05-06-2020

15:31:24 - Se ve a la Srta. Darrel entrando a la oficina donde estaban almacenadas algunas de las libretas con datos financieros de la Unión.

15:31:31 - 15:33:09 - La Srta. Darrel se acerca a una de las estanterías, busca y encuentra la libreta que había ido a recoger.

15:33:12 - 15:34:53 - La Srta. Darrel se dispone a salir, pero hay un destello de luz proveniente del centro de la oficina. La Srta. Darrel retrocede hacia la estantería. Cuando el destello de luz se apacigua, se puede ver a un hombre vestido con un traje negro. El hombre saca una especie de arma no identificada y la apunta hacia la Srta. Darrel.

15:35:00 - 15:35:42 - El hombre articula la frase "No es personal, solo se trata de negocios" antes de jalar el gatillo. El arma no produce ningún tipo de disparo visible, sin embargo, la Srta. Darrel estalla sobre la estantería; algunas partes de su cuerpo caen al suelo hasta formar un pequeño charco.

15:35:45 - 15:35:55 - Después de guardar su arma, el hombre mira directamente a la cámara por 10 segundos. Cabe destacar que el hombre está sonriendo durante este tiempo.

15:36:00 - 15:36:29 - El hombre parece activar un dispositivo ubicado en su muñeca izquierda. Un nuevo resplandor llena la habitación. Cuando se apaga, el hombre ha desaparecido.

15:49:21 - 15:49:38 - El Sr. Andrews entra a la habitación en busca de la Srta. Darrel, ve el cadáver y trata de interactuar con éste durante unos segundos, presumiblemente creyendo que sigue viva. Cuando se percata de que no responde, sale corriendo de la habitación.

—Interesante, —dijo Emily cuando el video terminó por tercera vez—. Eso se parece a nuestra tecnología interdimensional, pero Administración de Viajes debió haberlo detectado en cuanto entró.

El Agente Fredericks sacudió la cabeza con lentitud—. Yo estaba en Viajes a esa hora. Ninguno de los aparatos lo detectó. —Se levantó de la silla y se recargó contra una pared; lucía desesperado. Emily lo comprendía, pero procuraba parecer calmada. Esa era la razón principal por la que todos recurrían a ella en casos desesperados: Nunca permitía que su cara mostrara lo alterada que estaba, por lo menos no del todo.

—¿Entonces cómo lo vamos a encontrar? Los detectores son la única manera de saber de dónde vino o a dónde fue.

—No tengo ni idea, pero tenemos que tener algo pronto. No podemos permitirnos dar la noticia de que un Naranja murió y además no tenemos ninguna pista sobre el paradero del asesino.

—Podríamos decir que sí la tenemos y que ya lo estamos rastreando. Al menos así tendríamos un poco más de tiempo para pensar en algo.

—¿Y qué pasa si no encontramos nada? —Fredericks se acercó hacia ella—. ¿Qué pasa si, después de decirles que ya lo estamos rastreando, no encontramos ninguna pista? Lo único que lograríamos sería estropear la confianza que los Naranjas tienen en la Unión.

Emily se cubrió la cabeza durante un momento, como si estuviera sufriendo una crisis. En realidad era la posición que tomaba cada vez que se ponía a pensar sobre algo complicado. Aún seguía pensando que esta no era la cosa más difícil con la que había tenido que lidiar, pero se le estaba acercando con peligro. Lo único que tenía para resolver esto eran las odiosas ocho palabras que el asesino había dicho. La cara ni siquiera tenía importancia, ya que eso solo serviría si lograban ubicar el número del universo en el que se encontraba actualmente.

Después de que Fredericks se pasara un rato caminando en círculos dentro de la oficina de Emily, ésta se levanto con una cara de seguridad y satisfacción.

—Bien. Creo que tengo algo.

Fredericks se detuvo en seco—. ¿En serio?

—¿Recuerdas que desde hace varios años hemos estado haciendo trato con una iteración de Marshall, Carter & Dark para conseguir más de esa tela que no se mancha con nuestras secreciones?

Solo se trata de negocios… Puta madre, ¿crees que fueron ellos?

—No necesariamente. Es obvio que se guardaron el código de acceso a nuestro universo, pero pudieron haberlo distribuido a otras iteraciones de MC&D a lo largo del Multiverso. Después de todo, supongo que habrá gente que pagaría por venir aquí.

—Pero no tiene sentido. ¿Por qué se quedaría viendo a la cámara por tanto tiempo?

—Eso… es lo que me da miedo. —Emily suspiró antes de continuar—. Creo que lo hizo… solo para que supiéramos que lo podía hacer.

—Dios… Eso significaría que el ataque fue hecho para hacernos tener miedo…

—Un ataque terrorista, Fred. La Unión sufrió un ataque terrorista. —La voz de Emily tembló al decir eso—. Ahí afuera hay alguien que quiere desestabilizarnos, y tenemos que saber quién es.

—Bueno, entonces ya tenemos un lugar por dónde empezar. ¿Cómo demonios nos infiltramos en MC&D?

—Podemos contactarlos para ofrecerles un trato. Podríamos… ofrecerles a un Naranja primitivo. No pueden resistirse a comprar eso. Te aseguro que incluso vendrían a por él hoy mismo.

—Pero los Naranjas primitivos no tienen la suficiente inteligencia para escapar de su cautiverio, revisar los registros, y regresar a la Unión.

—Pero no tiene por qué ser un Naranja primitivo. —Dijo Emily, con una sonrisa maliciosa.

—… ¿Y quién de nosotros dos lo va a hacer?

Emily suspiró y se volvió a quedar pensativa. En realidad era muy peligroso tratar de infiltrarse en Marshall, Carter & Dark, ya que corrían el riesgo de arruinar las relaciones diplomáticas con la Unión y provocar un ataque más generalizado. Quien sea que se infiltrara, iba a tener que cargar una gigantesca responsabilidad.

—Yo lo haré —dijo—. Es mi plan, y si algo sale mal, seré yo la que tenga toda la responsabilidad.

Fredericks la miró a los ojos—. ¿Estás segura de esto?

Él pensó que Emily vacilaría al responder, pero no lo hizo. En su lugar, habló con una determinación sorprendente.

—Sí.

— - —

Gregori Brown, el presidente de la Unión Naranja, hizo que todos se reunieran en el patio principal para desvelarles lo que había ocurrido. Como era de esperarse, todo el mundo entró en pánico. La situación era muy delicada, y lo único que sabían era que los agentes Fredericks y Miranda estaban tras el asesino. Por supuesto, no se dieron muchos detalles, pero el ambiente de la Unión cambió por el resto del día.

Pero no perdieron la esperanza. Por muy desconcertante que les parecía la noticia de que un Naranja había muerto; aún seguían confiando en que encontrarían y arrestarían al asesino. La Agente Miranda nunca le había fallado a la Unión, y estaban seguros de que esta no iba a ser la primera vez.

Mientras el resto de los miembros de la Unión intentaban organizar sus emociones respecto al asunto, el Agente Fredericks esperaba en las afueras del territorio establecido por la Unión. El contacto de MC&D no tardaría mucho, especialmente desde que le dijeron que era un trato que solo estaban dispuestos a hacer por ese día.

Después de alrededor de media hora, el contacto llegó. Era un hombre algo chaparro al que solo conocía como "Michael." El intercambio fue rápido: Michael le entregó el dinero, y Fredericks le dio el contenedor de vidrio transparente que contenía una masa amorfa de color naranja. Los Naranjas primitivos eran una sub-especie muy codiciada por muchas personas, ya que eran fáciles de mantener como mascotas y poseían las mismas propiedades antidepresivas que los Naranjas normales.

Emily espiaba a Michael mientras éste cargaba la caja lejos de la Unión. La verdad era que ella había salido muy pocas veces del territorio de la Unión. Por lo que había escuchado, los fundadores de ésta habían elegido una Tierra deshabitada para levantar los edificios que ahora la conformaban. Había muchos rumores de que el planeta había sido deshabitado por un cataclismo de hace miles de años, pero eso no hacía que las incontables llanuras fueran más interesantes.

Michael llegó a un punto donde los edificios ya no eran visibles y activó un dispositivo que llevaba en la muñeca. De manera inmediata, todo lo que los rodeaba se llenó de luz. Cuando pudo volver a ver, Emily ya no se encontraba en el universo de la Unión.

El edificio de Marshall, Carter & Dark lucía tétrico a la vista: Era una gigantesca mansión de color rojo oscuro, ubicada a las afueras de lo que parecía ser una ciudad. Michael se dirigió hacia una puerta trasera, prosiguiendo a recorrer una serie de largos pasillos con adornos y cuadros de todo tipo. Sin embargo, pronto empezó a bajar montones de escaleras. Cada vez había menos luz, y por un momento, Emily pensó que nunca iban a terminar de bajar.

Pero, sin previo aviso, las escaleras terminaron, y Michael se encaminó por otro pasillo más. Pasaron varias puertas a lo largo del recorrido, pero Emily no pudo ver qué había tras ellas. Después de otro rato, Michael llegó a una habitación pequeña y dejó el contenedor de Emily encima de una mesa, mientras él se sentaba en una silla, encendía una computadora y empezaba a teclear incesantemente.

Una vez que pareció haber terminado, se volteó hacia el contenedor de Emily con una mirada curiosa.

—¿Así que… la gente está dispuesta a pagar todo ese dinero solo por tenerte a ti de mascota? —Dijo Michael, hablando más para sí mismo que para Emily—. Es decir… Entiendo que la Fundación quiera tener otro 999, pero… ¿una familia con dos niños, por ejemplo? ¿En serio vale tanto una masa asquerosa de jugo de naranja podrido?

Emily se retorció en su contenedor.

—¡Ja! Ahora resulta que herí tus sentimientos, ¿eh, pequeñín? ¡Vamos, no te pongas así!

Michael se levantó de su silla, acercándose al contenedor de Emily—. Ya, no te hagas el sentido. Fue solo un… comentario… —Mientras hablaba, abrió el contenedor y empezó a acariciar A Emily como lo haría con una mascota normal. Ella se estremeció al principio, pero después se relajó y empezó a activar su efecto anómalo.

Michael, por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente feliz. Era una euforia que no podía explicar: Quería correr, saltar, bailar, hacer cualquier cosa. Por un momento, se volvió a sentir como un niño pequeño, sin ninguna preocupación, con todo el mundo por delante. Tuvo que esforzarse para dejar de acariciar a Emily.

—Yo… Yo… —Dirigió su mirada hacia Emily y volvió a cerrar el contenedor—. Voy a… A salir por un rato, sí. No te escapes, pequeñín, voy a regresar tan pronto como pueda, te lo prometo.

Y salió tambaleándose de la habitación.

Emily no tardó mucho en empezar a incrementar su masa hasta hacer saltar la cerradura del contenedor en el que se encontraba. No tenía mucho tiempo, necesitaba ser rápida y precisa. En cuanto estuvo libre, tomó forma humana y se acercó a la computadora. En su desconcierto, Michael la había dejado encendida y desbloqueada, así no tuvo ningún problema en empezar a abrir archivos de todo tipo.

Uno en especial le llamó la atención.

OWI43/B37H9/S6LI2
Estado En Alquiler
Demanda Baja
Valor 730,000 USD/515,400 GBP por Día
Disponibilidad Única
Identificador Pistola de Neutralización Estructural
Descripción Una pieza de tecnología semejante a una pistola pequeña, derivada a partir de una serie de anomalías recuperadas de la Fundación. El artículo expulsa ondas de energía capaces de desestabilizar los impulsos eléctricos de los organismos con baja integridad estructural, siendo 100% efectivo a la hora de matarlos.
Marshall, Carter & Dark, LLP

Informe Inicial
Autor Harry Marshall Fecha Mayo 15, 2020
Interés Alto Identificador Pistola de Neutralización
Llegó a mis oídos hace poco tiempo que había ciertos grupos interesados en asesinar a organismos con baja integridad estructural (OBIEs). Sus razones variaban mucho, por supuesto: Venganza, amenazas, golpes certeros, etc. Y también me enteré de que hay muchas otras iteraciones de MC&D a lo largo y ancho del Multiverso que también podrían estar interesadas en contratar nuestros servicios en el caso de que llegáramos a encontrar una manera eficaz de neutralizar a estos seres escurridizos.

Es por esto que decidí consultar a algunos de mis mejores científicos, quienes, basándose en nuestros propios encuentros con OBIEs, me ofrecieron el diseño de una pieza de tecnología que podríamos alquilar por un módico precio. Su tamaño, facilidad a la hora de usarse y efectividad harían que superara a cualquier otra oferta del mercado actual. Al principio, la propuesta de llevar a cabo una redada en un Sitio de la Fundación me preocupó, pero ultimadamente calculé que las ganancias que tendríamos al alquilar el producto valdrían la pena perder a unos cuantos activos.

Cabe aclarar que la pistola está diseñada para explotar en caso de ser abierta. No queremos que otras iteraciones de MC&D nos roben la idea.

Uno de los posibles problemas que se nos pueden presentar al momento de hacer público el producto es la desestabilización de nuestras relaciones diplomáticas con la Unión Naranja, que está compuesta en su totalidad por OBIEs, y que de forma sorprendente conforma el ~26% de nuestros ingresos anuales. Sin embargo, el riesgo de que el artículo sea utilizado contra ellos es realmente bajo, debido a sus relaciones diplomáticas y mayoritariamente amistosas con otras organizaciones anómalas.
Archivo Abierto Bajo: OWI43/B37H9/S6LI2
Marshall, Carter & Dark, LLP

Registro de Conversación
Henry Marshall (MC&D#28706)/Amos Marshall (MC&D#30013)
Registros Desde: 05/30/2020, 13:25 - 13:32
Hora Usuario Mensaje
13:25 A. Marshall (#30013) Hola, Henry. Se hizo de mi conocimiento que tu iteración ha logrado encontrar una solución al problema de los OBIEs. ¿Es esto cierto?
13:26 H. Marshall (#28706) En efecto. Hemos desarrollado un arma para eliminarlos. ¿Estás interesado?
13:26 A. Marshall (#30013) Claro que lo estoy. Tenemos a un cliente que requiere de nuestros servicios para deshacerse de un OBIE. ¿Podrías enviarme el archivo referente a este producto?
13:27 H. Marshall (#28706) Espera un momento.
13:28 H. Marshall (#28706) OWI43-B37H9-S6LI2.pdf
13:30 A. Marshall (#30013) ¿En serio los putos Naranjas son el 26% de tus ingresos? Que patético.
13:30 H. Marshall (#28706) Negocios son negocios, Amos. ¿Qué te parece si mejor vamos directo al grano y me dices si piensas alquilarlo o no?
13:31 A. Marshall (#30013) Sí, como sea. Considéralo un trato hecho. El artículo te sería devuelto a más tardar el 8 de Junio. Uno de mis hombres pasará a recogerlo hoy mismo, por la noche. ¿Santo y seña habitual, supongo?
13:31 H. Marshall (#28706) Por supuesto, santo y seña habitual. Ya sabes cómo va todo esto.
13:32 A. Marshall (#30013) Bien. Muy bien.
13:32 A. Marshall (#30013) DESCONECTADO
Fin del Registro

Emily sonrió al terminar de leer el archivo. Estaba casi segura de que Administración de Viajes podría rastrear la iteración 30013 de MC&D con relativa facilidad. A partir de ahí podrían buscar al asesino con mucha más rapidez. Esta había sido la mejor suerte que había podido tener. Ahora solo quedaba regresar a la Unión y todo estaría solucionado.

O no.

En cuanto oyó que la puerta se abría, Emily se metió debajo de la mesa que estaba frente a la computadora. Cuando Michael se percatara de que el contenedor estaba vacío, su primer instinto sería buscar por toda la habitación, así que tendría que pensar en algo pronto. Su salida más viable era escabullirse por detrás de Michael y salir huyendo por la puerta, sin embargo, el dispositivo que necesitaba para regresar al universo de la Unión se encontraba en la parte inferior del contenedor. Eso era un problema muy grande.

Michael entró a la habitación, y le llamó la atención el archivo que mostraba la pantalla del computador, haciendo que se dirigiese hacia éste y se inclinara para tener una mejor vista.

—¿Qué…? Yo… no dejé esto abierto… —Susurró para sí mismo. Emily decidió aprovechar el momento y alargó un fino seudópodo para tratar de alcanzar el contenedor. Al final del día, Fredericks había tenido razón al decirle que los de MC&D confiarían ciegamente en lo Naranjas y ni siquiera inspeccionarían lo que les dieran. La Unión nunca le había hecho daño a nadie, después de todo.

El seudópodo de Emily buscaba a tientas por toda la mesa, pero no lograba dar con el maldito contenedor. El tiempo se le acababa. Si el idiota se daba la vuelta en ese mismo instante, toda la misión estaría comprometida de forma irreversible.

—Bueno, supongo que me habré olvidado de que lo abrí. Je, a veces me pasan cosas raras. Y mientras tanto, tú, pequeñín… —Dijo Michael mientras comenzaba a voltearse—. Tú vas a tener qu-

Ambos se quedaron congelados cuando Michael último vio al seudópodo naranja tanteando encima de la mesa, siguiéndolo con la vista hacia abajo de ella y encontrando a Emily.

Ella fue la primera en actuar. Con un movimiento rápido, salió de debajo de la mesa y utilizó dos seudópodos para inmovilizar a Michael, y un tercero para taparle la boca. Él trató de oponer resistencia, pero le fue inútil. Emily extendió una mano para agarrar el contenedor y sacó el dispositivo de viaje interdimensional. Se iba a tener que llevar a Michael con ella. Estaba segura de que la Unión entraría en caos cuando la vieran llegar con un empleado secuestrado de MC&D, pero ya pensaría en algo una vez que todo lo del asesino hubiera acabado.

Así que activó el dispositivo.

— - —

Fredericks se encontraba sentado dentro de uno de los cubículos de recepción, en Administración de Viajes. En concreto, era el #21, al que se suponía debía llegar Emily cuando activara su dispositivo. Se encontraba en una esquina, un poco aburrido. En momentos como ese, por lo general acostumbraba a pensar sobre lo que pensaba hacer al día siguiente, y trataba de organizarlo lo mejor que podía. Casi nunca lograba cumplir todo lo que había planeado, pero eso no evitaba que lo siguiera haciendo.

Sin embargo, ese no era el caso del día de hoy. Mientras esperaba que Emily regresara, Fredericks pensaba en Emily. En cierta manera, estaba preocupado por ella; durante las misiones a las que ambos solían ir, nunca habían corrido el riesgo de morir. Cada vez que había salido a ayudar a la gente, siempre lo habían hecho con una sensación de seguridad, de que no importaba lo que pasase, no tenían de qué preocuparse más allá de resolver los casos que se les presentaban.

La tristeza. La tristeza era la única cosa por la que se habían preocupado verdaderamente. Desde que los Naranjas nacían, tenían en la mente el objetivo de acabar con la tristeza, de eliminarla por completo de todo el mundo. Un enemigo invisible al que no podían perseguir o golpear, pero al que habían jurado destruir. Inclusive esa había sido una de las razones principales para la creación de la Unión: Organizarse para combatirla con más ferocidad.

Pero ahora… Ahora Emily y él se encontraban persiguiendo a alguien que estaba del lado de la tristeza. Alguien que quería que la Unión empezara a desmoronarse. Para Fredericks, todo tenía una sensación de irrealidad, una sensación de que el mundo estaba torcido, de que algo muy malo iba a pasar si fracasaban.

En cuanto Emily entró, tuvo el instinto de saltar justo a tiempo para volver a sujetar a Michael mientras ella caía al suelo, agotada. Fredericks comprendió al momento lo que esto significaba: La misión había ido jodidamente mal. Iban a haber repercusiones, era casi inevitable. Lo único que hacía esto era complicar aún más las cosas; lo último que necesitaban era a toda la maldita Marshall, Carter & Dark contra la Unión.

—Dios, los viajes… los viajes… —Emily trataba de hablar entre jadeos, sin éxito. Una de las debilidades de los Naranjas era su baja resistencia los viajes interdimensionales; si tenían más de uno en un corto plazo de tiempo, perdían casi toda su fuerza corporal.

—¡¿Emily, qué hiciste?! —Le gritó Fredericks, casi sin percatarse de que había alzado la voz, mientras sujetaba a Michael contra el suelo para tener la situación bajo control—. ¡¿Tienes idea de lo que va a hacer MC&D cuando vean que les falta un empleado y el Naranja que les habíamos dado?!

—No tuve… opción… Fred… —Dijo Emily, esforzándose todavía más—. Dios… no creí que… que el viaje me fuera a afectar tanto… —Tambaleándose, se recargó contra la pared y se levantó todo lo que pudo, aunque de la cintura para abajo seguía siendo un montón de slime amorfo—. C-conseguí lo que buscábamos. MC&D, ellos… construyeron un arma para matar slimes, y… tengo el número de la iteración de MC&D que la alquiló.

Fredericks apenas prestó atención a lo que Emily había dicho. Estaba centrando todos sus pensamientos en encontrar una solución para el rehén que ahora tenían. Tendrían que sobornarlo de alguna manera, pero incluso eso no era algo 100% fiable. Sus superiores los iban a matar cuando vieran lo que había sucedido.

—¿Qué vamos a hacer con él?

—Yo… no lo sé, tenemos que hablarlo con los de Relaciones… ¿Si quiera te importa si estoy bien? —De inmediato, Fredericks sintió la mirada de Emily clavándose sobre él.

—Y-yo… —Tartamudeó, por fin dándose cuenta de lo que en verdad estaba haciendo—. Perdón. Emily, perdón, no quería- Perdón. Creo que el estrés de todo esto está pudiendo conmigo.

Emily se acercó hacia él. Todavía temblaba un poco, pero ya había logrado retomar su forma humana—. Lo sé, Fred. Comprendo a lo que te refieres; yo también estoy metida en todo esto, ¿okey? Lo vamos a solucionar, siempre lo hacemos.

Emily tomó de la mano a Fredericks y lo miró a los ojos, mientras él le repetía el gesto. Desde que los asignaron como compañeros, siempre se habían mantenido unidos en todo tipo de situaciones, y por muy difícil que fuera el caso al que se enfrentaban actualmente, no iba a ser la excepción.

—Pero en serio, necesitamos hacer algo con él. —Dijo Fredericks.

—Está bien, quédate con él mientras voy a por los de Relaciones.

— - —

—¿Y bien? —Dijo Emily cuando vio que su compañero se acercaba por el pasillo—. ¿Al final que va a pasar con nuestro amigo de MC&D?

—Los de Relaciones dijeron que iban a tratar de hacer negocios con él. Ya sabes, dinero, terapia antidepresiva, esas cosas. Si no logran convencerlo, estamos bastante jodidos.

—Bueno, ya se les ocurrirá algo. Siempre se les ocurre algo—. Empezaron a caminar juntos por el pasillo, dirigiéndose hacia afuera de las instalaciones de la Unión por segunda vez. Ya era entrada la noche; toda la Unión tenía una extraña calma que nadie se esperaría de un día tan ajetreado.

—¿Y tú? ¿Tuviste suerte con el rastreo del universo del asesino? —La voz de Fredericks parecía un poco preocupada.

—Sí. De hecho, logramos identificar un perímetro en el que se abrió un portal interdimensional hoy mismo. —Emily permaneció en silencio durante un momento antes de continuar—. Parece… raro que una organización como MC&D no haya limpiado los rastros del portal. Suena como a un trabajo de aficionados.

—Suena como a una trampa para mí. Sabían que íbamos a lograr rastrearlos, así que nos han puesto una trampa.

—No creo que sea eso. ¿Para qué querrían tendernos una trampa? El asesinato fue certero y sin rastros, y ni siquiera sabían que íbamos a lograr conseguir el número de su universo de forma tan rápida.

—Pero pudieron haberlo preparado para cuando lo hiciéramos.

Cuando salieron, Emily se volteó hacia Fredericks y lo miró con seriedad—. Bueno, no importa si es una trampa; es la única pista que tenemos, así que vamos a tener que seguirla, queramos o no. —Le dio uno de los dispositivos de viaje interdimensional, y ella se quedó con el otro—. Están configurados para llevarnos cerca del perímetro, no adentro. Debemos tener cuidado, recuerda que el tipo tiene un arma capaz de matarnos.

El semblante preocupado de Fredericks aumentó cuando Emily terminó de hablar—. ¿Estás segura de que puedes hacer esto? Sería tu tercer y cuarto viaje en menos de un día, y estaríamos en desventaja si llegas debilitada al enfrentamiento.

—Sí, estoy segura. Me tomé unas de esas pastillas de consistencia que le compramos a MC&D hace una semana. Nos aseguraron que por lo menos nos ayudarían a soportar un viaje.

—¿Y el regreso?

—Bueno, si me termino derramando por el suelo, al menos ya estaré de vuelta, ¿no crees?

—Emily, esto es en serio. Creo que te has estado sobre-esforzando con este caso. Deberías tomarte un descanso y dejarme esto a mí.

—Lo digo en serio, Fred, puedo soportarlo. Nos encargaron traer al asesino ante la Unión, y vamos a traer al asesino ante la Unión.

Fredericks suspiró—. ¿Alguna vez me vas a dar la razón en algo, Emily?

—No, nunca.

El mismo destello de siempre los cubrió a ambos. De repente se encontraron parados en las afueras de un pueblo, cerca de una llanura que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Era de noche, y hacía mucho frío. Todo estaba solo, aunque no era la soledad típica de los lugares donde todos están dormidos, sino de esa donde todo ha sido dejado atrás para siempre.

—¿Te sientes bien? —Susurró Fredericks cuando ambos se hubieron escondido detrás de una casa, como prevención—. ¿No te sientes débil o algo?

—No, todo bien. —Le respondió Emily—. Te dije que podría resistirlo. Mejor hagamos lo que vinimos a hacer.

Él la miró por un momento, como si dudara de lo que ella le había dicho, pero al final le hizo caso—. Un lugar abandonado, —dijo—. Pudieron haber venido aquí únicamente para abrirlo y después se fueron.

—De todos modos tenemos que revisar todo el perímetro. La pista que necesitamos podría estar en algún lugar de por aquí.

―Bien, lo hago yo. Tú quédate aquí, si no regreso en treinta minutos…

—Fred, no. Iremos los dos.

—Emily, si resulta ser una trampa, los dos nos veríamos atrapados, debes quedarte aquí.

—Si resulta ser una trampa, entre los dos podríamos oponer más resistencia. Fred, tienes que dejar de preocuparte por mí, lo importante ahora es cumplir la misión.

—Pero-

—No tendrán revisar nada, no se preocupen. —La voz provino de detrás de ellos, y junto con ella, el sonido de un arma a la que se le quitaba el seguro—. En serio no creí que vinieran tan rápido. Supongo que ahora le debo diez dólares a Jones. Como sea, dense la vuelta, los dos.

Ambos obedecieron, y se encontraron cara a cara con el mismo hombre que habían visto en la grabación de la cámara de seguridad. El asesino de Alice les apuntaba con la misma pistola con la que había cometido su crimen, sonriendo.

—Así que al final sí era una trampa… —Susurró Emily, aunque no fue capaz de ver la reacción de Fredericks; sus ojos estaban clavados en el arma que sostenía aquel hombre, la única cosa en el mundo capaz de matar a un Naranja. De una u otra forma debían de encontrar el momento justo para quitársela y ponerlo bajo arresto antes de que se le fuera la cabeza y jalara el gatillo.

—Vinieron directo. Eso es sorprendente. —Continuó aquél hombre—. Felicidades, Agente Miranda, es toda una genio respecto a estas cosas.

—¿Cómo sabe mi nombre? —Le preguntó Emily, intentando ganar suficiente tiempo, hasta que pudieran llevar a cabo alguna estrategia, sin importar que tuviera que seguirle el juego al hombre.

—Je. Emily Miranda. La pregunta correcta sería ¿quién no conoce su nombre? Usted misma se ha encargado de ir de aquí para allá, ayudando a muchas organizaciones a lo largo y ancho del Multiverso. Resuelve sus problemas, les ayuda con sus crímenes, y toda una larga lista de actos heroicos. Se ha forjado su propia reputación, Agente Miranda, y todo por el simple y llano hecho de que el objetivo de la Unión es acabar con la tristeza. Me reiría, pero la verdad es que me han contado chistes mejores.

—¿Y porqué atacó a la Unión? ¿Tiene algún otro motivo más allá de causarle miedo a los integrantes de la Unión?

—¿Qué? ¿Está intentando hacer tiempo, Agente Miranda? Permítame decirle que esa no es la forma en la que va a ir esta historia. En cualquier momento puedo disparar y dejarla como un montón de jugo de naranja para el resto de la eternidad.

—¿Entonces por qué no lo ha hecho ya? ¿Está disfrutando de su pequeño momento de gloria al tenerme a mí y a mi compañero a su merced?

—Bueno, se podría decir que sí, no lo voy a negar. Después de todo, no creí que vinieran realmente; esta trampa era un pequeño bonus que se me ocurrió para nuestro cliente. Estoy seguro de que agradecerá que también hayamos matado a una de las entidades más odiadas de todo el mundo anómalo.

—¿Odiada…?

El hombre soltó una carcajada—. Por supuesto. La Unión ha hecho enojar a más de una persona, eso se lo aseguro.

—Hey, tranquilo. —Dijo Fredericks, tratando de avanzar hacia el hombre lentamente—. Tienes problemas con nosotros, lo sé, pero estoy seguro de que podemos arreglarlo de manera civilizada-

—¡Quédate donde estás! Como siempre, los putos Naranjas tratando de ser amigos de todo el mundo, ¿no es así? ¡Pues no! ¡No puede ser así! ¡El mundo es malvado! Es imposible eliminar la tristeza por completo, ¿oyeron? Y yo, yo lo único que hice al matar esa inútil fue recordárselos, y ahora se los voy a recalcar.

Lo que siguió ocurrió en apenas un instante. Fredericks se derramó por el suelo piso, perdiendo su forma humana y esquivando el disparo del hombre. Emily saltó hacia un lado, lanzando unos de sus seudópodos para sujetar el brazo que sostenía el arma antes de que pudiera volver a apuntar. Fredericks se concentró en sujetarle las piernas, para después propinarle un golpe bajo, haciendo que el asesino perdiera el equilibro, yéndose de espaldas mientras Emily le terminaba de arrebatar el arma.

—Pistola asegurada. —Dijo, alejándose unos pasos, para tener un margen de separación si acaso el asesino conseguía zafarse de Fredericks. Aunque no parecía que fuese a hacerlo.

Fredericks lo inmovilizó con varios seudópodos, y por fin se volteó hacia Emily con una mirada de satisfacción—. Lo logramos.

—Sí, Fred. Lo hicimos. —Ella se volteó hacia su dispositivo de viaje interdimensional—. Yo entro primero y luego tú. El equipo de recepción ya debería estar listo.

—Entonces allá te veo.

— - —

Emily entró a la sala de interrogatorios y se sentó en la silla frente a Alexander Walters, el asesino de Alice. A su lado derecho se encontraba una pared de concreto, pintada con el logo de la Unión en un intento de intimidar a quien estuviese siendo interrogado. Las letras "N" y "U" sobre un slime naranja, con el número "999" por debajo. Esto último hacía referencia a la designación que la Fundación le había dado a un Naranja primitivo hacia más de diez años, y que ellos habían adoptado como una forma de hacerle un homenaje.

—¿Y bien? ¿Piensas decirnos algo además de tu nombre?

—¿Y si no lo hago? ¿Qué van a hacer, matarme a cosquillas?

Emily suspiró—. Mira, sabemos que eres de Marshall, Carter & Dark, ¿así que por qué no empezamos por ahí? Dime, ¿por qué tu iteración de MC&D se interesaría en atacar a la Unión?

Alexander sonrió—. Bueno, somos MC&D, ya debería saber que a nosotros solo nos interesan los negocios.

—Interesante. ¿Alguien les pagó para que nos atacaran?

—¿Alguien? Sí, muchos. Cuando abrimos nuestra división de asesinos a sueldo, no nos esperamos tan buen recibimiento.

—¿A qué te refieres con "muchos"? ¿Hay más gente además de ti que quiera atacarnos?

—Creo que ya hablamos de esto en nuestro pequeño encuentro, Agente Miranda. Hay muchas personas que quieren destruir a su Unión, y varias de ellas están dispuestas a pagar una adecuada cantidad de dinero por ello. Inclusive nos ayudaron con un poco de tecnología.

—¿Así fue como entraste sin ser detectado? ¿Por qué no me dices quién fue el que te contrató?

Alexander se recargó en su asiento—. No se los diría aunque lo supiera. Verán, los de MC&D no son amables con los soplones, así que se ahorran ese trabajo al no decirnos quién nos contrató. Pero, bueno, digamos que tienen una gran fortuna como para haberlo hecho.

—¿Cómo sabemos que estás diciendo la verdad?

—¿De qué me sirve mentir, Agente Miranda? —Alexander se enderezó, apoyándose en la mesa y mirando a Emily a los ojos—. Sé que ya no voy a volver a MC&D. Vaya mierda, ni siquiera voy a volver mi universo, ¿no es así? Lo único que puedo esperar es que no me dejen con la Fundación o con la ONU.

Emily también se recargó en la mesa, acercándose más a Alexander—. ¿Entonces por qué actúas de manera condescendiente? ¿Tratas de mantener tu orgullo, tu reputación?

Él volvió a sonreír—. Sé lo que espera de mí, Agente Miranda, usted y todos sus amigos, —dijo al mismo tiempo que miraba directamente al espejo unidireccional detrás de Emily, desde donde lo observaban Fredericks junto con otros pocos agentes—. Piensa que escondo algo, que estoy esperando el momento para tratar de escapar. Pero no, lo único que quiero es que vean las cosas tal cuales son.

—¿Y te estás refiriendo a…?

—A su estúpida manía de querer que todo el mundo sea feliz. Esa es la razón por la que esta puta Unión existe, ¿no? Para tratar de cumplir un sueño irrealizable, algo que ni siquiera los dioses son capaces de hacer. —Alexander se movió en su asiento, como si tratase de encontrar la manera correcta de expresarse—. ¿Usted sabe por qué fui el primero en ofrecerme para llevar a cabo el asesinato

—No, pero me ayudaría si me lo dijera.

—Porque, desde la primera vez que oí de la maldita Unión Naranja, pensé que era una tremenda idiotez. Usted vaya y dígale a mi yo de ocho años que no puede- no debe estar triste porque su mamá está muriendo de cáncer. Dígale que aún puede sentir felicidad.

—No se trata de eso, —dijo Emily, levantando la voz—. Si las personas sufren tristeza por el cáncer, entonces nos enfocaremos en eliminarlo. Si sufren porque se quedan sin padre o sin madre, nos encargaremos de conseguirles un nuevo hogar, uno donde puedan vivir una vida plena.

—¡¿Y qué pasa cuando esa vida se acaba?! —Alexander se levantó de su silla. Algunos agentes se acercaron a la puerta de la sala de interrogatorios, pero Fredericks les indicó que se detuvieran—. ¿Qué pasa cuando sus nuevos padres mueren por vejez, cuando se dan cuenta de que ellos mismos morirán algún día? ¿Qué sentirán entonces, Agente Miranda?

—¡Se sentirán felices! —Emily también se levantó de su asiento. Su voz temblaba—. Sentirán felicidad de saber que sus familiares llegaron al otro lado, de saber que ahora podrán vivir lo que nunca vivieron, y que ahora serán felices para siempre.

—¡¿Y qué pasará cuando se den cuenta que no hay nada después de la muerte?!

Emily se quedó callada. Por más que lo intentó, no pudo encontrar una respuesta.

—Entonces… se… sentirán tristes… —Susurró ella. Después de todo lo que intentara, todo lo que sacrificara, nunca iba a ser suficiente.

—Je. Serán felices para siempre. ¿Qué más podía esperarme de los Naranjas? Unos seres tan nobles por supuesto que solo pueden vivir dentro de un puto cuento de hadas.

Ella ya no lo pudo resistir más. No quería darle la razón, pero tampoco podía quitársela. Como siempre, Emily hizo lo único que pudo. En un movimiento rápido, alargó un seudópodo y sujetó a Alexander por el cuello, levantándolo medio metro por encima del suelo.

—¡Emily! —Gritó Fredericks, corriendo hacia la puerta, tratando de evitar lo que iba a pasar. Emily ni siquiera volteó, solo alargó otro seudópodo para tomar su silla y utilizarla para atacar la puerta. Luego empezó a introducir un tercer seudópodo en la boca de Alexander. Poco a poco, cada vez más adentro. Pronto, empezó a salir slime naranja de su nariz, ojos y orejas. Para cuando Fredericks fue capaz de pasar por debajo de la puerta, Alexander había dejado de moverse. Emily retiró sus extremidades, dejando caer el cadáver, y las miró con detenimiento. Ver su mano cubierta de sangre la hizo sentir extraña.

Luego, se dirigió hacia Fredericks—. Dile a los de Relaciones que utilicen el pretexto de que somos el 26% de los ingresos de MC&D para resolver lo de Michael. No pueden arriesgarse a perder tanto dinero de un momento a otro.

—Emily-

—También trata de averiguar todo lo que puedas sobre la iteración 30013 de MC&D, quiero saber quién contrató a este asesino, pronto.

—Emily, espera-

Pero Emily no se quedó a escucharlo; no quería hacerlo, solo quería salir de ahí, huir a algún lugar donde pudiera dejar de estar confundida, enojada, triste.

Y así, la Agente Miranda salió de la sala de interrogatorios.

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