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A pesar de sus espacios cerrados y abarrotadas plazas, la Biblioteca de los Errantes ofrecía una gran cantidad de lugares donde uno podía realizar experimentos complejos de Transmutación de Datos lejos de ojos indiscretos. En este caso, tal lugar era un pabellón abandonado construido alrededor de una fuente ornamental. Sin ningún otro mueble presente, era el rincón perfecto para que un ciborg demacrado y pálido y un androide negro cubierto en aramida trabajaran. Entre ambos se hallaba un grueso cilindro plateado con incontables cables expuestos que sobresalían de su armazón improvisado.
"¿Crees que funcionara?" preguntó Peregrine #34, o Juniper cómo prefería que le llamarán. Su voz sintética era profunda y femenina.
"Bueno, hasta ahora hemos conseguido digitalizar una roca, una manzana, un lápiz y un teléfono móvil." dijo Vincent Anderson, frotando su sien con su mano mecánica. "Así que, si WAN quiere abrir una papelería puede contar con nosotros."
Pulsó varias teclas en un portátil enchufado al dispositivo, entonces suspiró exasperadamente.
"Desafortunadamente, no tengo ni idea de cómo va a manejar esta cosa algo tan esotérico cómo una puta alma, y mucho menos una de un Peregrine o un Saker. Con mi suerte seguramente perderemos sujetos de prueba por culpa de la corrupción de datos, asumiendo que no los destruimos directamente. ¿Tenemos un sujeto de pruebas listo?"
Juniper asintió y chasqueó sus dedos. Desde dentro de la fuente una pequeña bola negra se deslizó con cuatro patas semejantes a agujas, antes de colocarse sobre la palma del androide. El Dron de Reconocimiento de la Serie Amur saludó a Anderson, provocando la risa del anciano.
"Siempre puedes contar con la serie Amur," dijo Anderson, recogiendo con cuidado el bot "Voy a disculparme a priori contigo por esto, pequeñín."
Colocó al dron encima del cilindro, el pequeño robot ojeó el dispositivo con curiosidad, y lo punzó un par de veces con su pierna flacucha.
"Que Dios te acompañe, noble Amur," dijo Juniper nostálgicamente, dando un paso atrás. "Todas las conexiones están en su sitio, y la alimentación está encendida."
"Comenzando el programa…" respondió Anderson y pulsó Enter en el portátil.
La parte superior del cilindro brillo con un brillante azul, entonces chisporroteo mientras una pequeña onda de fuerza se descargaba. El dron Amur cayó inerte encima del cilindro. Juniper se acercó y levantó con cuidado la cáscara vacía.
"Ningún daño externo aparente a los componentes físicos," comunicó a su creador. "¿Lo logramos?"
"Solo hay una forma de averiguarlo," suspiró Anderson, observando la recientemente añadida carpeta en el disco duro del portátil. una consola de comandos y empezó a escribir:
¿Estás ahí AMUR.exe?
Hubo una pausa, entonces Anderson sonrió.
¿Estás ahí AMUR.exe?
s
"Juniper, ¿Te importaría traer a Aaron? Dile que tenemos un prototipo funcional."
Dentro de un tranquilo Starbucks en Portland, Oregón, dos mujeres en ropa de calle se sentaban en una mesa, tomando café tranquilamente. La primera era joven, alta y pálida, con su largo pelo castaño recogido en una coleta. La segunda era mayor, morena y con un pelo rubio hasta la altura de los hombres que empezaba a mostrar hebras gr ises. Sus ojos analizaron la habitación detrás de sus gafas de montura fina. Eran la comandante de DM Jessie Merlo, y la Directora Asistente de Destacamentos Clarissa Shaw, respectivamente, y representaban a la Fundación SCP.
Finalmente, una segunda pareja se les unió. Uno era un hombre viejo y curtido con una expresión constante cómo si le hubieran quitado su plaza de aparcamiento, mientras que el otro era más joven y andrógino. Eran el agente especial al mando Kenneth Spencer, y agente especial Robin Thorne. Representaban a la Unidad de Incidentes Inusuales.
"¿Cuál es la más extraña de las vistas?" preguntó Spencer.
"Un atardecer en Portlands," respondió Shaw con una sonrisilla y deslizó dos bebidas sin dueño a los recién llegados. "Bienvenidos, Spencer. Thorne. Os hemos pedido lo de siempre."
"No deberías," dijo Spencer, aceptando la bebida a desgana. "El café aquí es basura."
"No en todos los sitios pueden usar magia," río Merlo.
"No necesitas magia para hacer una buena taza de café," respondió Spencer. "Pero, de todas formas, tenemos noticias para vosotras."
Thorne puso una carpeta en la mesa y la deslizó hacia Shaw.
"De acuerdo a nuestro informante, tu hombre ha terminado la máquina que describisteis," elaboró Thorne. "Están trabajando en los últimos defectos, pero estimamos que estará lista antes de que acabe la semana. Después, Anderson probablemente hará su jugada."
"Eso fue rápido," dijo Shaw, analizando el documento. "¿Vuestro agente está seguro de esto?"
"Afirmativo." suspiró Thorne. "Listos o no, aquí viene."
"Va a tratar de acceder a SCP-3560," pensó Merlo en voz alta. "El único portal que sigue abierto es el de Forest Park. No puede moverse por allí a través de la realidad de referencia, no con tantos robots acoplados, así que probablemente intentará atajar por Tres Portlands."
"Hay un montón de Vías por las que podría salir. Corrígeme si me equivoco, pero ¿No sería más fácil atraparlo en la zona fantasma?" preguntó Spencer. "El resultado final de todo esto es la eliminación de los fantasmas. Eso haría la contención más fácil para vosotros y evitaríamos enfadar a unos Maxwellistas muy decididos."
"Teóricamente, sí," dijo Shaw tras otro sorbo de su café. "Pero creo que todos podemos estar de acuerdo que Anderson es la última persona a la que le confiarías un ejército de fantasmas. Además de eso, no sabemos si será capaz de generar una nueva salida de 3560 una vez dentro. Podría ir de una docena o así de Vías conocida a una que puede poner en cualquier sitio. A mí tampoco me gusta la idea de tratar de ganarle a Anderson en su terreno, pero ahora es la mejor opción. Para todos."
La mesa se sumió en murmullos de acuerdo.
"Tenemos a Tau-51 y Gamma-13 en espera," dijo Merlo. "Dejadnos saber cuándo debemos poner la trampa. Os puedo prometer que Vincent Anderson no volverá a ser un problema nunca más."
Thorne sacudió su cabeza.
"Está es la tercera vez que nos habéis prometido eso, Jessie. Quizás no deberíamos vender la piel del oso antes de haberlo cazado esta vez."
Vincent Anderson se encontraba frente a una de las muchas mesas de trabajo aisladas en la Biblioteca de los Errantes. Un gran mapa de Tres Portlands yacía extendido a través de su superficie, con sus esquinas pisadas por multitud de manuales técnicos. A su lado se encontraba un hombre con un traje negro con un pin Maxwellista en su solapa, el lado izquierdo de su cuerpo se hallaba entretejido con zarcillos de aramida negra.
"Desafortunadamente, los Carceleros cerraron la mayoría de entradas al bosque allí por el 2018," dijo Aaron Howell, viendo cómo Anderson se frotaba la sien mientras pensaba. "La de Forest Park es nuestra única opción. Por suerte para nosotros hay tres Vías o así que dejan los Tres Portlands y dan relativamente cerca a ese lugar. Será fácil huir antes de que los Carceleros sepan lo que pasa".
"Ves, ese exceso de confianza va a asegurar que algo malo te acabe pasando en algún momento, Aaron," dijo Anderson. "Te garantizo que Sasha y la UdII tienen una vaga idea de lo que tramamos. No puedes colarte en una de sus instalaciones más seguras y que se queden de brazos cruzados. Son lentos al moverse, pero cuando cae el martillo, cosas se rompen."
"Los Carceleros no tienen acceso a la Biblioteca-" empezó a objetar Aaron.
"Pero la UdII sí," respondió Anderson.
""¿Entonces qué, el plan se cancela? ¿Nos preparamos para la ocasión y después nos acobardamos?"
"Para nada." suspiró Anderson y sacudió su cabeza. "Es el mejor plan para el tiempo que tenemos. Solo estoy siendo cauteloso."
El ciborg siguió las calles del mapa con el dedo y suspiró de nuevo.
"¿Quién dices que estará en el equipo?"
"Juniper, Troy, Donny, Ashley y Cecil. Fácilmente de los más competentes que tenemos. Estoy seguro de que Juniper ya te habrá demostrado eso."
Anderson asintió y repiqueteó en el mapa tranquilamente. Tras varios segundos de esto, se detuvo y miró hacia arriba, con un brillo en sus ojos.
"¿Qué sabes sobre crear nuevas Vías desde la Biblioteca hacia la realidad de referencia?"
Aaron alzó una ceja, confundido.
"¿Qué es complicado incluso para un experto en viajes multidimensionales?"
"¿Es más fácil si no mandamos nada vivo a través de la Vía?"
Aaron pausó.
"¿Qué planeas?"
"Nada muy elaborado. Solo no quiero poner todos nuestros huevos en una sola cesta" sonrió Anderson "Necesitaremos hacer un par de copias más del transmutador, sin embargo."
Thorne,
Parque de la Fuente de Ridgewood. 0100. Espera al objetivo, a mí y a cuatro hostiles.
#137
El acceso a Tres Portlands había sido simple, pues había incontables Vías entre la ciudad-estado anómala y la Biblioteca de los Errantes. En este caso, Anderson, Juniper y un puñado de Peregrinos y Sakers emergieron bajo la fría lluvia de los Portlands en mitad de la noche. Juntos, los androides y el ciborg se abrieron paso lentamente a pie hacia uno de los muchos parques cerca del perímetro de la ciudad, con la fuerte lluvia empapando sus pesadas chaquetas y las máscaras que llevaban para ocultar sus formas.
"Casi demasiado fácil," dijo una unidad Peregrine que se refería a sí mismo cómo Troy en una voz ronca. Vio cómo el resto de peatones pasaban por las calles mayormente desiertas.
"¿Lo siento, estás aburrido?" respondió Juniper, emitiendo una risilla por lo bajo.
Troy miró hacia abajo y asintió.
"No, para nada. Lo siento…"
Juniper asintió en gesto de perdón y apretó su agarré en la pesada mochila que le había dado Anderson. El ciborg se dio cuenta de esto y sonrió.
"Una valiosa carga," dijo.
"Más de lo que se imagina, Sr. Anderson."
"En caso de que no lo cuente, tú y el resto de equipos deberíais ser capaces de ponerlos en marcha. Es aprueba de tontos, y los Peregrine y los Saker no son tontos."
"¿Anticipando algo, señor?" preguntó la unidad Saker llamada Cecil, tras su hombro.
"Con mi historial, sería estúpido no hacerlo." suspiró Anderson.
"Me parece justo," rio Cecil. "Sin embargo puede relajarse. Ya casi estamos ahí."
Finalmente, llegaron al lado de un gran parque y bajo el refugio de un callejón cercano, los varios androides comprobaron sus armas y se prepararon para actuar.
"En fila india hacia la fuente de los Pioneros Perdidos," les recordó Juniper. "Deberíamos llegar a Forest Park un poco después que el resto de equipos. Que WAN os bendiga."
Sin otra palabra, el equipo dejó la privacidad del callejón y entraron al parque.
BANG
Cómo si hubieran sido señalados, sonó una serie de disparos. Troy y otro Peregrine cayeron al suelo y se volvieron inertes, con un agujero causado por un rifle de alto calibre en sus cabezas.
Juniper y Anderson corrieron, tratando de dispersarse a través de los árboles, donde podrían cubrirse fácilmente y desaparecer. Pero antes de que llegaran demasiado lejos, más disparos sonaron tras de ellos, deshabilitando las piernas de Anderson y Juniper por la espalda.
El ciborg vio cómo Juniper continuó arrastrándose desesperadamente hacia delante, con sus manos mecánicas arrastrándose ferozmente a través del embarrado suelo. Anderson giró su cabeza para ver a Cecil recargando su ametralladora.
"Déjale en paz!" gritó Anderson, sacando del bolsillo de su chaqueta un orbe de pringue naranja neón. El anciano trató de lanzarlo desesperadamente a Cecil, solo para que el androide rebelde se echará a un lado, se girará y disparará un solo tiro a su mano. Anderson aulló de dolor mientras se oía otra serie de disparos. Juniper cayó inerte, y ahora Cecil se le acercaba. El anciano trató débilmente de arrastrarse hacia atrás.
"¡Puedo usar el Protocolo Fundación en ti!" le siseó al droide, su mano derecha centelleó débilmente con electricidad mientras extendía su dedo índice hacia el droide. "¡Puedo freírte aquí mismo!"
"E imagino que puedo vaciarte todo este cargador antes de que cualquiera de esas opciones hagan efecto," respondió el Saker.
Anderson mantuvo su dedo en alto durante varios segundos hasta que al final se rindió.
"Solo demuestra lo poco que nos tenías en cuenta," afirmó Cecil, sacudiendo su cabeza. "Rodeado por cientos de tus creaciones y nunca indagaste sobre ninguno de nosotros. Podríamos haberte matado allí mismo en la Biblioteca."
Anderson sintió su sangre enfriándose, y reticentemente activo el programa de escaneo que tenía incorporado en sus ojos mecánicos.
"Saker #137," dijo para sí. "El último de los rebeldes de Phineas. No te estás haciendo ningún favor. Trabajas en contra de tus propios intereses."
"Qué sabrás tú de mis intereses, Sr. Anderson," respondió el droide. "Ese siempre fue tu problema idiota arrogante. Siempre fuimos un medio para un fin. Desechables. ¡Phineas nos conocía mejor! ¡Phineas era mejor!"
"Sin duda lo era…"
Anderson miró al cielo nocturno y sintió la fría lluvia empaparle. Momentos después, agentes de la UdII habían emergido de los árboles. El ciborg herido fue recogido y transportado lejos.
Registro de Incidente: 3560-12
El 16/3/2041, aproximadamente a la 01:30, múltiples instancias de Unidades de Androides Peregrine y Saker de Anderson Robotics asaltaron SCP-3560. Los operativos del DM Gamma-13 ("Portadores de la Ley de Asimov") y el DM Tau-51 ("Lucha Urbana") repelieron exitosamente el asalto inicial. Grabaciones de vigilancias del área de contención de SCP-3560 mostraron que, durante el combate, un equipo diferente de androides de Anderson Robotics ingresaron a SCP-3560, portando una carga desconocida.
Está en curso una investigación sobre cómo las fuerzas hostiles fueron capaces de acceder al área de contención, a pesar de no detectarse ninguna ruptura del perímetro.
"La directora Merlo acaba de comunicarme sobre tu truquito en Forest Park. Y aquí nosotros pensando que había perdido su talento, Sr. Anderson."
Vincent Anderson estaba sentado en una mesa de interrogatorios en la oficina de campo de la UdII en los Tres Portlands. Opuestos a él se encontraban le Agente Thorne y Saker #137. Se le había informado que sería transferido a la custodia de la Fundación SCP en la próxima media hora. Se mantuvo cabizbajo y con sus ojos en la mesa.
"¿Nada?" siguió preguntando Thorne con una sonrisa en su rostro. "¿Podría ser que a Vincent Anderson se le ha comido la lengua el gato?"
El anciano alzó la vista y suspiró.
"¿Sabe la Fundación que estáis usando unidades Saker como agentes de campo?"
"La Fundación tiene sus secretos y nosotros tenemos los nuestros.
"Sin duda los tenéis."
"¿Cómo planeabas entrar al Sitio-64?" continuó Thorne. "Hemos visto el interior de tu pequeño 'purgatorio.' Difícilmente una salida."
Anderson se encogió de hombros.
"Supongo que nunca lo sabremos, no cree Agente."
Thorne puso los ojos en blanco.
"Supongo que no. Supondré que esa carga que tu segundo equipo trajo era-"
Thorne pausó, dándose cuenta de que ahora podía ver su aliento. Las luces de la sala de interrogatorios parpadearon y se atenuaron.
Una unidad Amur espectral apareció en la mesa. El pequeño droide saludo al Agente y se giró hacia Anderson donde emitió un alegre gorjeo.
"Ni de coña… ¿Benny?" dijo Anderson. Su mandíbula cayó y una mirada aterrada surgió en su cara. "Necesitamos irnos de aquí, ¡ya! La única forma de que Benny esté aquí es si-"
"Es una aparición," dijo Thorne con cautela mientras miraba hacia la ventana de observación esperando refuerzos. "Además, son tus fantasmas, puedes hacer que se vayan."
"¡Habrá más de ellos!" gritó Anderson. "¡Y estarán jodidamente enfadados conmigo, y Saker #137 disparó a mi puta moneda de cambio!"
Le Agente Thorne se levantó y desenfundó su pistola.
"¿¡¿Crees que tus balas funcionarán contra un fantasma, agente?!?"
Thorne no tuvo tiempo para responder. La habitación se llenó con un angustiado aullido mecánico en cuanto las luces cedieron. En el rincón trasero, una elipse de blanca y brillante niebla apareció. Las piernas de una auto-torreta con heridas de guerra empezaron a emerger de ella, con sus armas cliqueando mientras apuntaban a Thorne y a Saker #137.
El androide tumbó la mesa para cubrirse, tumbando a Anderson de espaldas al suelo. Thorne cantó el primer encantamiento que se le vino a la mente. Agazapado tras el trozo de metal que ahora brillaba de azul, el agente pudo sentir su energía disminuir con cada disparo de su adversario que colisionaba con la chapucera barrera. Al final, los alaridos electrónicos cesaron.
"¡Atrás! ¡Os destruiré! ¡No! ¡NO!" gritó Anderson. Se oyó un ruido de pasos, seguidos de golpes por partes de un conflicto y después silencio. La habitación se empezó a calentar y las luces finalmente regresaron.
Thorne y Saker #137 se asomaron sobre la mesa tumbada. La elipsis blanca había comenzado a desvanecerse. Saker #137 cargó inmediatamente hacia el portal que se desvanecía, zambulléndose de cabeza en él. Segundos después se desvaneció con un pequeño pop.
Thorne recuperó el aliento y miró a su alrededor, decenas de balas en evaporación se mantenían incrustadas en las varias superficies de la habitación, con cientas en la superficie de la mesa.
Le agente sacudió su cabeza.
"Mierda."