Bienvenido a Terranova
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En algún cuadrante oscuro y alejado en la Vía Lactea, una pequeña nave de carga va a la deriva.

Sus turbinas a penas le propulsan a través del gran manto frío del espacio.

Te encuentras sentado en la cabina de pilotaje. Sabes que honestamente estás en condiciones… deplorables.

Tu reserva de combustible está en un cuarenta… no. ¿Treinta por ciento? No te diste cuenta de
cuándo bajó tanto. Tal vez cuando intentabas huir de ese campo de asteroides.

Sea como sea, tus reservas de oxígeno tampoco te favorecen. No sabes si es solo mala suerte o es que el maldito universo en verdad está tratando de deshacerse de ti de una vez por todas.

Te sientes estúpido por no revisar bien el estado de la nave antes de robarla, pero no tenías de otra.

O eso quieres creer.

Miras por la ventana de la cabina hacia la profundidad del espacio, y sientes un vacío en tu estómago crecer por cada segundo que observas el hermoso y aterrador paisaje del universo decadente.

En tu mente se cruza un pensamiento que simplemente te causa más frustración.

¿Cómo puede un universo tan bello ser tan hostil?

Lo dejas ir. No tiene sentido pensar en ello.

Dejas escapar un intento de risa que se silencia en tu casco, luego se convierte en un solo sollozo ahogado.

Intentas recomponerte. Lo intentas varias veces para no empañar el visor del casco, pero terminas por retirártelo. Sacudes ligeramente tu cabeza al tomar aire. Profundo. Luego exhalas.

Decides explorar el panel de la nave con la mirada. Ves varios interruptores y palancas para controlar aspectos importantes de la nave cuyos nombres técnicos olvidaste. Las clases de vuelo no se habían destacado por ser precisamente muy explicativas en la teoría.

Sin embargo, tu mirada se detiene en un pequeño punto bajo el tablero debido al parpadeo azulado de un dispositivo situado al fondo del mismo; inspeccionando mejor, te percatas de que se trata de una radio. Te sorprendes un poco por su anticuada apariencia, pero te emocionas al pensar que puede tratarse de una señal de comunicación. Acercas tu mano y presionas lo que presumes que es el botón de encendido.

Y por supuesto, estática.

Logras tranquilizarte con el constante sonido blanco, y decides sacar la pequeña radio de su sitio; la tomas con ambas manos para analizarla un poco.

En su pequeña pantalla pone "Octubre". Tu tiempo en el espacio te hizo olvidar las fechas. Te ries de forma más sincera al recordar los Días de Muertos que celebraste innumerables veces con tu familia de pequeño.

El mes del terror sería tu último mes. No morirías descuartizado a manos de Freddy o de Jason, sino a manos de la desgracia. Recuerdas que mucho antes de partir al espacio aún lanzabas rollos enteros de papel higiénico a los árboles de los vecinos hasta formar bosques de árboles empapelados. Igual, esos días pasaron hace años. En aquel entonces, no te veías volando en el espacio.

Solo eres capaz de recordar que la última vez que pisaste un planeta, era el 2035.

Sales de tus pensamientos y tocas el botón de sintonía del aparato, por el simple gusto de oír el "tack" del pequeño interruptor.

Luego cierras tus ojos, pensando en que tal vez sería más fácil si solo lo dejas ir.

Para tu sorpresa, el pequeño dispositivo parece sintonizar algo.

Abres tus ojos rápidamente y comienzas a mover el interruptor manualmente mientras logras oír algo de fondo. No sabes lo que es, exactamente, pero te convences de que vale la pena intentarlo.

No comprendes completamente de qué se trata, pero presionas el botón para responder y comienzas a hablar de forma agitada.

—¿Hola? —dices, con una voz expectante.

Nada.

Tu mano va a la perilla de frecuencia y comienzas a moverla casi por instinto. Cada vez logras distinguir mejor el sonido. No es ruido. No es audio basura.

Son palabras.

Y mientras mueves tu muñeca —tal vez con demasiada cautela—, consigues sintonizar la frecuencia correcta.

Luego de una ligera interferencia en estática, lo oyes…


TERRANOVA, LA TIERRA DE LA PROSPERIDAD


¡Ven a Terranova! Un paraíso fértil, libre de desastres anómalos promovidos e incluso causados por la Fundación SCP.

Terranova es un planeta muy alejado del sistema solar, ubicado en la órbita habitable de la estrella KOI-4878, una pequeña y longeva estrella roja. Cuando lo descubrimos, formamos entre varios científicos y entusiastas de la exploración espacial un equipo profesional bien entrenado, emprendiendo vuelo hacia el planeta.

¡Y fuimos llamados locos y estúpidos por aquellos quienes fueron los causantes de tantas desgracias perfectamente evitables! Pero no nos detuvimos.

Hoy, Terranova está poblado por un amplio grupo de colonos que trabajamos arduamente para ampliar los horizontes de exploración en el planeta, explotando sus minas llenas de minerales preciosos y cultivando en sus fértiles tierras; no hay planes de detenerse.

¡Pero eso no significa que no haya más espacios! El equipo de colonos está siempre a la búsqueda de nuevos habitantes para ayudar a agilizar el trabajo.

Así que, si estás harto de los cuentos falsos e hipócritas contados en la Tierra, ¡ven a Terranova! Te estaremos esperando con los brazos abiertos.

COORDENADAS TRANSFERIBLES A LA UNIDAD

Suspiras, con bastante frustración en tu voz.

Es un simple mensaje programado.

Tu mente se debate entre lanzar el aparato hacia el suelo para desahogarte o dejarlo en su sitio de vuelta. Al final no haces nada y solo te quedas con tus manos sujetándolo en tu regazo. El mensaje se repite luego de tres segundos de silencio cada vez.

Y entonces, el aviso de oxígeno bajo interrumpe el ruido de la radio. El pitido de emergencia resuena de forma ensordecedora tres veces desde tu casco, el cual ahora yace tirado en el piso de la nave.

Sientes de nuevo ese maldito vacío en tu estómago, acompañado de una taquicardia que te hace sentir como si tu corazón pudiera salir disparado contra el visor de la nave en cualquier momento.

Te arrepientes enormemente mientras tu mente comienza a bloquear el sonido de la radio y el parpadeo de luz roja del casco el cual solamente te avisa que tu miseria se acabará pronto.

Sientes las lágrimas recorrer tu rostro mientras miras al frente, sintiéndote miserable, sin escape.

Pero no has estado prestando la suficiente atención.

No te puedes culpar.

Sacudes tu cabeza y vuelves en ti, el mensaje va a la mitad de vuelta. Decides oírlo una vez más. Hay algo que no has estado escuchando.

Oyes con atención cada palabra pronunciada por el joven en aquel mensaje que probablemente fue grabado hace varios años ya. Oyes atentamente la voz del hombre que te invita a un paraíso fuera del sistema solar. Por como habla, deduces que había de tener unos veinte años en el momento de la grabación.

Y cuando llega el momento, el aviso del final te patea en la cara.

COORDENADAS TRANSFERIBLES A LA UNIDAD

Sientes por unos segundos que te vas a caer de la silla aunque esta esté pegada al suelo de la nave, y buscas un puerto de conexión en el aparato.

En tu rostro se dibuja una sonrisa esperanzada con alivio al encontrarlo, y te levantas rápidamente de la silla de mando. Colocas el aparato en su lugar de nuevo, luego le das un golpe a puño cerrado al botón de apertura de la cabina. Sales moviéndote con rapidez hasta la zona trasera de la nave.

Debido a lo pequeña que es, solo consiste en dos partes; cabina de mando y zona de carga, nada más.

Buscas entre cajas de metal llenas de chatarra y repuestos averiados que posiblemente fueron reemplazados en pleno viaje en algún momento.

Los guantes de tu traje te entorpecen un poco mientras mueves piezas de metal hacia los costados; decides tener menos tacto y comenzar a lanzar las cosas a los lados sin reparo alguno.

Finalmente, al fondo de una de estas, hallas lo que buscas. Un simple cable.

Lo sujetas firmemente y sonríes con emoción, tal vez no estás perdido… No tanto. Vuelves sobre tus pasos hasta la cabina y buscas con la mirada el puerto adecuado.

Al encontrarlo, conectas todo correctamente, luego sujetas la radio con ambas manos.

Oyes una vez más el mensaje de bienvenida, suspirando con temor. Llevas tu mano al botón de calibración y, luego de dudarlo por unos segundos, lo pulsas.

COORDENADAS TRANSFERIDAS A LA UNIDAD
PILOTO AUTOMÁTICO EN CURSO



Todo está oscuro y silencioso. ¿Estás muerto?

No, no es eso. Sientes tu cuerpo entumecido, pero lo sientes. ¿Cambio de gravedad abrupto?

Ah, te quedaste dormido.

Abres tus ojos con lentitud; el aire se siente pesado… pero puedes respirar.

Miras alrededor… todo está en su lugar. Te estiras con lentitud y dejas salir un bostezo pesado, luego te levantas con cuidado; das un vistazo hacia afuera.

Estás en tierra firme.

Te tambaleas un poco al levantarte, pero progresivamente caminas a la puerta de la cabina. La abres para salir a la zona de carga. Miras el desastre que hiciste en tu desesperación y solo dejas salir un pequeño resoplido por tu nariz, asemejando a una risita de alivio.

Miras a tu derecha y te percatas de que hay un arma de electrochoques en el suelo. No quieres ser descortés con la gente del planeta, pero nunca se está demasiado seguro, la recoges y revisas cuanta carga tiene.

Tres cargas… bueno, no crees necesitar más. No es necesario rebuscar por más cargadores.

Te acercas a la palanca de apertura y la jalas con convicción, para luego posicionarte frente a la puerta de carga que lentamente se va abriendo.

En tu rostro se dibuja una sonrisa emocionada, decides cerrar tus ojos mientras la apertura de la puerta hace resonar el armazón de la pequeña nave.

¿Cómo te recibirán?

¿Cómo deberías saludar?

Halloween, piensas.

¿Calacas de azúcar? Tal vez puedas hacer algunas.

Y mientras tu mente se va a los rincones más felices de tus esperanzas, no te percatas de algo.

¿Qué es ese olor? Parecen huevos podridos.

Con el arma en tu mano derecha, decides salir.

Caminas lenta y cuidadosamente hasta dejar de pisar el suelo de la nave, tus botas finalmente pisan el suelo de Terranova. La tierra libre, el paraíso, tu salvación.

¿Y lo primero que ven tus ojos?

Un paisaje sombrío y oscuro que no te deja ver más allá de las luces de la nave, puedes distinguir medianamente algunos árboles muertos que se extienden en un bosque macabro el cual solo empeora su apariencia debido a la neblina que, de un momento a otro, se hace presente. Un escalofrío recorre tu espalda, como una premonición punzante.

Está bastante oscuro, al parecer aterrizaste en el lado nocturno del planeta. Necesitas luz.

Pero mientras te das la vuelta para ir a buscar tu casco, ves algo.

Una sombra se muestra brevemente en el borde de tu visión periférica, y por instinto volteas a ver. Tu corazón se acelera de golpe, y levantas tu brazo para apuntarle a la nada de forma mecánica, mientras te vas adentrando más en la nave.

No lo notas de inmediato, pero tu brazo está temblando. Oh, no. Todo tu cuerpo lo hace.

Intentas ser cauteloso. Ya has hecho suficiente ruido. No sabes lo que viste, pero no fue agradable. Mantienes tu brazo alzado mientras lentamente entras a la cabina de mando.

Y aunque sabes que necesitas tomar tu casco, no quieres dejar de mirar hacia afuera.

Necesitas respirar. Estás totalmente paralizado. Tomas un poco de aire de forma entrecortada. Luego otra vez. Comienzas a respirar con más fluidez.

Te calmas un poco, no puedes quedarte aquí por siempre. Tienes hambre. Tienes sed.

Cuando crees haber reunido el suficiente valor como para agacharte y recoger tu casco, algo golpea la nave desde el frente.

El impacto hace que te caigas de cara. Sujetas con fuerza el arma para que no se te escape, pero igualmente la sueltas, y miras hacia atrás, al visor de la nave.

Pero no logras distinguir nada, la electricidad de la nave se cortó con el golpe.

Tus ojos se abren completamente, la única fuente de iluminación es tu casco que aún yace en el suelo de la nave, todavía con la luz roja parpadeante presente en el mismo.

Tus manos están frías. Lo puedes sentir a través de tus guantes. Te levantas con lentitud, tus ojos aún están enfocados en el visor roto de la nave. Te acercas hasta tu casco y lo recoges, luego te lo colocas y enciendes las linternas laterales del mismo. Por mera casualidad, también ves la radio que te trajo hasta aquí. La sujetas para después ajustarla en tu cintura para que no se caiga.

La linterna derecha parpadea tres veces antes de encenderse a su plena potencia, aprovechas el hecho de poder ver más allá de tu nariz ahora para recoger tu arma nuevamente.

¿Tu arma?

Bueno… ahora es tuya.

Sales de la aparente seguridad de la nave. Ayudándote de la luz, vuelves a mirar al bosque.

Y entonces te paralizas.

¿Qué coño es eso? piensas.

Frente a ti, iluminado solo por la luz blanca de las linternas de tu casco, se encuentra una figura… Espera. ¿Es un cráneo?

Sí. Es un cráneo humano. Aún tiene restos de piel y sangre, y está clavado a uno de los árboles con una estaca.

Llevas tu mano libre a tu boca por el reflejo de las nauseas, encorvandote levemente al sentir una arcada.

Estás temblando.

Estás sudando.

Hace frío.

Comienzas a oír pasos detrás de ti.

Y piensas en darte la vuelta, o en gritar.

Pero simplemente no puedes moverte.

O… Al menos eso piensas, pero, el resoplido de aliento pútrido de lo que quiera que sea que está detrás de ti te hace cambiar de opinión.

Y, con ese resoplido, un resuello más pesado e inmundo que estremece tus huesos te hace convencerte totalmente.

Oh joder, no pienso morirme aquí.

Como por arte de magia, tus piernas se recuperan.

Ya no estás temblando.

Sientes cómo automáticamente tu cuerpo comienza a ponerse en movimiento. ¿Estás caminando?

No, estás corriendo. En menos de lo que logras reaccionar, te encuentras corriendo a toda velocidad. Tu vista está enfocada hacia el frente. No tienes idea de hacia adonde te diriges, solo sabes que debes huir.

Corres, corres y corres.

Esquivas los árboles en tu camino mientras intentas no caer al suelo por un tropiezo.

Ya ni siquiera te importa la luz de tu casco, solo estás corriendo.

Tu respiración se vuelve pesada y errática, tu visión se reduce a tal punto que es inútil.

Terminas guiándote por tus demás sentidos.

No vas a morir aquí.

No vas a morir aquí.

No vas a morir aquí.



Inhalas, exhalas.

Uno, dos, uno, dos.

Sigues moviéndote. O corres o te mueres.

Uno, dos, uno, dos.

Tragas saliva; no puedes detenerte aún.

Uno, dos, tres, respira.

Tus piernas arden, sientes como si tus pulmones fueran a colapsar sobre sí mismos en cualquier momento.

Y cuando sientes que te vas a desmayar, sigues corriendo.

Tu carrera se vuelve más torpe y fatigada conforme sigues gastando imprudentemente tus ya bastante mermadas energías.

Tienes que parar.

Oh, y lo vas a hacer.

Sin darte tiempo a elegir, tus piernas deciden dejar de apoyar la idea de huir; caes de cara al suelo.

Esta vez sostienes bien el arma para que no salga despedida de tu mano hacia el suelo del planeta, y logras mantenerla cerca de ti.

Respiras con pesadez mientras te das la vuelta, aún tirado en el suelo.

Miras al cielo, pero no puedes detallar bien nada. Hay una especie de neblina que lo cubre todo más allá de las copas altas de los árboles muertos.

El monitor de signos vitales de tu casco está hecho un desastre. 176 pulsaciones. Te sorprende el no estar muerto aún.

Te sientas en el suelo, aún estás agitado y sientes que tu corazón va a explotar, pero decides tomar una bocanada de aire bastante profunda, luego exhalas.

Lo repites un par de veces hasta que logras tranquilizarte un poco.

Te pones de pie como puedes. No lo notas de inmediato, pero tu visión está normal de nuevo.

Solo que… Estás ridículamente agotado.

Te recuestas de uno de los árboles que tienes cerca, pero no te sientas de vuelta, solo te apoyas en este.

Piensas en qué demonios fue lo de antes. ¿Tal vez era algún tipo de lobo?

Ríes un poco para tus adentros. A lo mejor era un perrito alienígena.

Eso no explica el cráneo…

Colocas tu arma en tu cintura, la aseguras allí, y, sin darte mucho más tiempo a pensar, tomas la radio.

La enciendes de vuelta. Se había apagado sola por el fallo de electricidad de la nave. Tendrías que haberla desconectado, piensas.

Crees que volverá a captar estática, así que mueves tu mano a la perilla de frecuencia, pero el aparato te sorprende una vez más.

Y de nuevo, de sus pequeñas bocinas, logras oír un mensaje. Esta vez sabes que es un mensaje pregrabado.

BIENVENIDO A TERRANOVA

¡Si has llegado hasta aquí, eso quiere decir que has aceptado unirte a nuestra colonia!

Si estás muy lejos de nuestra instalación principal, probablemente este mensaje se oiga con estática.

¡Pero no te preocupes! Comienza a moverte, mientras más claro lo oigas, más cerca estarás.

Lamentamos en serio los inconvenientes que esto pueda causar, pero no tenemos una baliza de localización.

ESTE MENSAJE ES UN BUCLE

Vaya. Pues eso es un problema.

Devuelves la radio a tu cintura, aún encendida. Comienzas a caminar derecho.

Y pasas un buen rato intentando distinguir si el mensaje pierde o gana intensidad. Pero conforme caminas, lo notas más limpio.

Finalmente ves algo. No está muy lejos de ti. Son luces.

Oh, espera… no solo son luces. ¿Son decoraciones?

Sí, al parecer los colonos de Terranova también celebran en el mes de Octubre.

Piensas en correr, de nuevo, pero tus piernas te dicen que no.

Mientras caminas, sonríes ligeramente. Las linternas de tu casco parecen perder su utilidad conforme vas acercándote.

Finalmente, llegas a lo que vendría siendo la entrada a la colonia. Miras hacia arriba y ves un gran cartel adornado con todo tipo de ornamentos relacionados con Halloween. Calaveras, dulces, velas, calabazas, fantasmas…

Bienvenido a la Colonia Principal, dice.

Apagas tus linternas, y te relajas notoriamente. Entras pasando el cartel para encontrarte, por fin, dentro de la colonia que probablemente te salve la vida.

Las luces blancas de los focos que adornan la colonia iluminan todo el camino, resaltando los edificios de metal blanquecino asentados en el suelo del planeta adornados con diferentes tipos de ornamentos relacionados con Halloween. No parecen haber tomado mucho de construir, tal vez son edificios autodesplegables. Parece como si todo estuviese puesto allí especial y específicamente para ti.

A medida que caminas, miras alrededor con una sonrisa de euforia.

Tienes hambre, necesitas comer algo y además, tomar algo. No has tomado nada desde que se te acabó el agua potable de la nave. A menos que tragar tu propia saliva por terror cuente, piensas.

Ríes para ti mismo al pensar en ir a pedir calaveritas, mientras sonríes al notar las diferentes decoraciones puestas entre los edificios. El papel picado te sorprende un poco cuando notas las formas que tienen. Calabazas, velas, murciélagos… Parece ser que alguien tiene gusto multicultural en la colonia.

Sin embargo, hay algo extraño. Estar agitado y con tu corazón a casi salirse de tu pecho no te dejó darte cuenta de que todo está muy callado.

Bueno, es de noche, ¿verdad? De seguro todos están dormidos. Nunca has tenido el mejor esquema de sueño, así que no te sorprende demasiado.

A pesar de esto, necesitas encontrar un sitio para reposar al menos.

Tus piernas se sienten un poco más débiles mientras mantienes tu caminata, hasta que finalmente te detienes junto a uno de los edificios. Recuestas tu espalda de este. Tu traje no impide que el frío del metal llegue a tu piel.

Hace frío… Mucho frío.

Miras tus manos y las acercas a tu rostro para dejar salir un poco de tu aliento en estas, luego las frotas.

Luego miras de izquierda a derecha. Al ver hasta el final de cada lado, te das cuenta que la colonia tiene algún tipo de muralla metálica. Te parece curioso, pero no indagas demasiado en eso. Decides caminar hacia uno de los edificios.

Te pones frente a la puerta, notando un símbolo verde con forma de casa. Esta ha de ser una residencia. Levantas tu mano y tocas tres veces.

—¡Buenas, vengo por el aviso! —exclamas.

No recibes respuesta alguna.

—¿Hola? —Golpeas con más fuerza la puerta de metal; eres recibido por el silencio inquietante de todo el lugar.

Esta gente tiene el sueño bien pesado, piensas. Miras alrededor, hay algunas otras estructuras con el mismo símbolo en un costado. Algunas están pintadas con aerosol, lo cual se te hace curioso. No han de tener pintura, supones.

Vuelves a mirar la puerta. Tiene una cerradura electrónica.

Lo piensas…

Tres cargas, ¿verdad?

Tienes hambre, ¿verdad?

Tienes sed… ¿verdad?

Necesitas descansar… ¿verdad?

Dejas de darle tantas vueltas. Puedes hacerlo. Ya robaste una nave, además, sería solo entrar y salir.

Sujetas el arma con firmeza. Sacas su seguro y colocas el cañón a pocos centímetros de la cerradura, colocando tu dedo en el gatillo y jalándolo a medias.

Te quedas quieto un momento pensando en lo que estás a punto de hacer con más detenimiento… Pero tu estomago ruge. No piensas morir de hambre.

Jalas el gatillo sin esperar mucho, creyendo que será tan fácil como lo veías en la tele. Para tu sorpresa o desgracia, el arma te patea algo fuerte cuando el pulso eléctrico golpea la cerradura. Das un paso hacia atrás al sorprenderte, y la marca de munición parpadea en rojo dos veces para indicar que acabas de perder una carga.

La cerradura parpadea un poco. Primero en amarillo, luego en rojo y finalmente en verde.

Entrecierras tus ojos y aprietas tus dientes mientras la puerta se abre, haciendo bastante ruido. Solo puedes desear que no te hayan escuchado.

Sin embargo, te extrañas al ver solamente oscuridad dentro de la residencia. Decides entrar, mientras guardas el arma en tu cintura. Las luces se encienden de inmediato. Ves unas cuantas velas y un altar de día de muertos en la esquina con algunas fotos, supones que son familiares. Te pones nostálgico al sonreír y recordar tu hogar, pero también te sientes algo culpable.

Bueno… Entrar y salir.

Caminas por la casa perteneciente a algún colono que ni siquiera conoces y cuya privacidad estás invadiendo. Caminas hasta ver un refrigerador. Lo abres y tomas lo primero que encuentras; una simple bolsa de raciones de comida preparada.

Te piensas si salir para no hacer ruido, pero te percatas que solo eres tú quien lo está haciendo.

No parece haber nadie en casa. Te termina dando igual, rompes la bolsa sin esperar demasiado y le das dos mordidas al alimento. No te importa el sabor ni la consistencia, solo comes apresuradamente, como si no hubieras ingerido nada en días.

Ah, cierto. No lo has hecho.

Miras alrededor y agradeces a todo lo que es bueno el encontrar el grifo de agua corriente.

Tragas como puedes y te acercas, activando el chorro y bebiendo directamente; ni siquiera te molestas por buscar un vaso. El sabor es desagradable, pero no te detienes.

Después te alejas y limpias tu boca con tu antebrazo, dando un leve suspiro.

Luego… Solo te detienes. El silencio irónicamente ensordecedor llena la sala. Te quedas con la mirada perdida en alguna parte vacía de la pared de metal, sin saber realmente cómo proceder.

No tienes mucho tiempo para pensar, debido a que una alarma resuena tres veces. La luz cambia su color blanco a rojo y parpadea acorde al ritmo del sonido.

Esto te pone alerta de nuevo. Miras alrededor, y divisas una terminal con pantalla en la pared. Te acercas rápidamente al notar un mensaje que se muestra en un preocupante rojo que se camufla con la luz de la alarma.


¡PELIGRO!

AVISO

TODOS DEBEN ABANDONAR LA INSTALACIÓN DE INMEDIATO

Debido a la detección de una perturbación en el área,

todos los trabajadores de la colonia han de moverse hacia

una zona segura acompañados de un lider de colonia

Todo el personal no combatiente ha de

seguir las instrucciones de

evacuación al pie de la letra


TERRANOVA




No tienes ni la más remota idea de qué significa el que haya una "perturbación" en la colonia, pero sabes que no suena bien. Sujetas el arma nuevamente.

Caminas con cautela para salir afuera de nuevo. Mientras das pasos cuidadosos e intentas mantener tu respiración calmada, presencias cómo todo el complejo de edificaciones comienza a inundarse de neblina.

Mientras intentas mirar a todas partes para estar totalmente alerta, tu cabeza te alerta de algo ya bastante evidente.

Si esto es una colonia que parece albergar a unos 100 colonos… ¿dónde está toda la gente?

El ambiente se comienza a sentir pesado. Ahora es cuando te gustaría saber en dónde se encuentra ese dichoso lugar seguro que aparecía en aquel aviso.

—¡Haaay un visitaaaante más en el planeeeta próspero! —dice una voz gruesa y notoriamente inhumana a tu izquierda, volteas para encararla mientras apuntas al frente.
—¿¡Quién anda!? —gritas con terror.
—¿Y quién sería capaaaaaaz de venir al lugaaar en donde sieeeempre hay festividaaad?

La pesadez en aquella voz se oye más y más a medida que parece acercarse a ti, tú comienzas a dar pasos hacia atrás. Entre la neblina, ves dos resplandores circulares de color violeta que se acercan a ti mientras parecen dejar una estela.

Lo primero que distingues bien, es una pierna que pisa con fuerza contundente. Un pie derecho carcomido y atravesado por ramas y raíces las cuales parecen palpitar te horroriza y causa que vuelvas a tener nauseas. Tu cuerpo de inmediato comienza a temblar nuevamente.

A ese pie lo sigue el izquierdo. Ambas piernas afirman a la figura que se descubre de entre la niebla. Una figura masculina de probablemente metro ochenta se planta a pocos metros de ti. Distingues que lleva una chaqueta y pantalones que están rasgados y manchados con algo que llegas a desear que sea sangre.

Vas subiendo lentamente tu mirada temblorosa para detallar bien al sujeto. Tal vez por morbo o porque tienes tanto miedo que es lo único que puedes hacer. Al mirar su rostro, sientes una irónica mezcla entre ganas de vomitar y de gritar.

Esta figura, u hombre si es que le puedes llamar hombre aún, es prácticamente un cadáver andante. Su rostro está tan demacrado que por un momento crees que es un esqueleto reanimado, pues su piel parece estar cayéndose.

Su respiración es ostentosa, ronca… Pero respira, lo cual es un casi un chiste porque todo su tórax está abierto de par en par. Ves lo que parecen ser raíces que palpitan y recorren todo su diafragma, terminando en su… ¿Corazón? ¿Eso es su corazón?

Brilla…

¿Qué se supone que estás haciendo?

Sujetas la pistola con ambas manos. Caminas de espaldas mientras este ente putrefacto camina hacia ti. De su boca brotan algunos gusanos entre hilos de sangre, los cuales caen al suelo mientras se acerca dando un paso cada vez.

—Oohhh, feliiiz Halloweeen invitado, ¡ven a pedir golosinas! —vocaliza con aparente emoción.

De las puntas de sus dedos comienzan a brotar espinas. Sientes incomodidad en tus propios dedos al verlo, pero ni siquiera sangra. No te toma demasiado tiempo el decidir qué tienes que hacer.

Jalas el gatillo, esta vez sí que aguantas el retroceso sin problemas.

El impulso eléctrico choca contra la cara de esa… cosa. Ves cómo se retuerce de forma antinatural mientras la electricidad recorre su cuerpo… hasta que finalmente, su corazón expuesto estalla junto con lo poco que le quedaba de piel. Sus ojos se iluminan más que antes… parece que no fue buena idea.

De su boca sale un grito carrasposo que parece estar ahogado.

Cambio de planes.

Media vuelta, guardar arma, y a correr como alma que lleva el diablo se ha dicho.

No llevas ni media hora en la colonia, a penas comiste algo y tomaste agua de un grifo viejo… Pero emprendes carrera otra vez.

Simplemente corres en dirección contraria al hombre putrefacto que ahora te persigue. ¿Por qué sabes que lo hace? Pues es muy simple darse cuenta del resonar de sus pesados pisotones en el suelo mientras arrastra su inmundo ser hacia ti.

Las luces de la colonia solo hacen cambiar el clima de la situación junto con la niebla que ahora está empañando tu casco. Mientras aún corres, usas tu mano de forma torpe para desactivar el vidrio del visor. Este se abre y te deja ver mejor por donde estás yendo.

Ves una pantalla en tu camino, pero es diferente a la que ya viste. No es una terminal, es un aviso de dirección. Es raro. Al parecer el tiempo se ralentiza especialmente para ti y logras leer bien lo que dice.


¡PELIGRO!

ATENCIÓN

HACIA LA MINA PRINCIPAL

A todos los trabajadores y

posibles refugiados de emergencias,

se les recuerda llevar protección adecuada

En caso de una perturbación latente,

todo el personal no combatiente debe

evacuar hacia los niveles inferiores


TERRANOVA




Bingo, vas en buena dirección. Y así te lo indican las luces amarillas las cuales cada vez se ven más cerca de ti.

Pero también sientes más cerca los pasos.

Ves la gran puerta mecánica de la mina iluminada por aquellas cálidas luces que te invitan a entrar.

Ya puedes suponer el motivo por el cual no había nadie en casa.

Cuando pasas por la gran puerta, buscas rápidamente la consola de control.

Y cuando la encuentras, golpeas el botón de cierre de emergencia con toda la contundencia de tu puño cerrado.

Las luces cambian de color nuevamente, parpadean tres veces junto con una alarma aguda que hace que cierres tus ojos cada vez que suena, y la puerta empieza a cerrarse a un paso aceptable.

Pero allí se acerca el hombre de los pasos pesados, riendo entre gárgaras de sangre turbia. Sin embargo, sabes que no te vas a dejar atrapar. No aquí, no después de tanto.

Tomas la pistola que hasta ahora te ha proporcionado un falso sentimiento de seguridad y le apuntas otra vez. Jalas el gatillo de nuevo.

El electrochoque esta vez parece ser más efectivo, le diste en el pie derecho, lo que causa que su pierna se deshaga, eso lo ralentiza. Pero por si acaso, tomas el arma ya vacía y se la lanzas en la cara.

Y, antes de que la puerta se cierre, sonríes. Con nervios, con gusto, con satisfacción.

—¡Agarra, hijo de la chingada madre! —gritas entre una risa bastante nerviosa.

Oyes un golpe fuerte contra la puerta, pero nada más.

Tu corazón resuena en tu pecho por el susto, o por el alivio, no lo sabes. Suspiras…

Luego te sacas el casco otra vez. Tienes calor ahora. Bastante calor… decides darte la vuelta, pero te recibe un olor inmundamente desagradable. Te recuerda al del bosque, pero más fuerte.

Esta vez no logras contenerte. Sientes una arcada que te encorva de golpe, luego sientes como lo poco que acababas de comer sube por tu esófago. Vomitas de golpe.

Sientes que te vas a desmayar. Te sientes totalmente enfermo. No puedes verte a un espejo, pero estás seguro que debes estar más blanco que un papel de oficina.

Aún así, no vas a descansar ni un poco. Así te lo hacen saber las raíces que brotan del fondo oscuro de la mina y te sujetan de los pies.

Oh, parece que ya entiendes un poco qué ocurre.

Muy tarde.

Una fuerza inexplicable te jala de los pies, caes de golpe y tu cabeza choca contra el suelo.

Te sientes mareado, tu cabeza duele mucho… pero solo por unos segundos. Luego, ya no duele.

Puedes sentir como vas siendo arrastrado por el suelo de la mina; no tienes fuerza para oponerte. Estás tan agotado que tampoco quieres hacerlo.

Solo quieres descansar.

Solo quieres dejar de correr.

Tu cabeza se siente rara. Tienes sueño.

Y cuando finalmente sientes que ya no te mueves, miras a los lados.

Notas que estás rodeado de figuras altas. Haces todo lo que puedes para esforzarte en ver qué son.

Ríes levemente, pero al final te das cuenta qué ocurre.

Son cruces de madera. Tumbas. Un cementerio.

Y es curioso, tiene sentido que la única tumba que falte sea la de aquel que tiene que enterrar a los demás.


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