Es la una de la mañana, y en medio de la oscuridad de la noche hay un punto brillante, una ciudad cuyo nombre no podemos contar, pero podemos decir que es una gran ciudad en la costa de un país sudamericano. Las calles del lugar están repletas de gente todo el día, muchos turistas en esta temporada, pero en la noche todos se encuentran en sus casas o en los distintos puestos recreativos de la ciudad.
Entre estos lugares hay uno mucho más grande que los demás, un edificio de al menos 4 pisos brilla por sobre el resto de la ciudad, ocupando al menos tres o cuatro cuadras. Un casino, una casa de juegos de azar en dónde la gente viene a probar su suerte para ganar mucho, y a veces perderlo todo. Este lugar no nos interesa por sus juegos o las bebidas que sirven, nos interesa por su ”negocio secundario”.
Más allá de las máquinas tragamonedas y las camareras de vestidos reveladores, hay una puerta roja, oculta en un rincón del primer piso y decorada con un cartel que indica que la habitación está en mantenimiento. No lo está. Detrás de esta puerta hay escaleras descendiendo hasta un piso oculto. Un pasillo con innumerables puertas a los lados es lo primero que uno ve al llegar, además de una variedad de hombres en trajes negros, manteniendo guardia frente a cada una de estas. Este es un lugar para negocios especiales, organizados por los dueños del casino para ayudar a ciertos “amigos” de la administración a mantener un perfil bajo.
Números rojos están pintados en cada puerta, y es el número 7 el que nos interesa. Es una habitación pequeña, sin decoraciones, solo una recámara cuadrada con una mesa y dos sillas en el centro. En el asiento que daba a la pared de la sala se encuentra un caballero bien vestido con un traje elegante blanco y con una corbata morada adornando su cuello, con un maletín de cuero negro posado al lado de su silla. En el asiento más cercano a la puerta hay otro hombre, este señor está mucho menos arreglado, con una camisa suelta y sudada, y una corbata roja en su cuello, a punto de desarmar su propio nudo. Por último; en la mesa se encuentra un contenedor metálico cúbico, con agujeros a los lados y una puerta rejada en frente. Una jaula para algo viviente.
-De acuerdo, Nicolás - dice el hombre bien vestido - ¿Conseguiste algo bueno esta vez?
- Sí, este paquete en verdad le va a interesar a sus jefes- Nicolás sonreía nervioso al hablar, sus palabras amontonándose en la boca– De nuevo, muchas gracias por la oportunidad, Manuel-
-No hay problema, sé que tuviste algunos problemas consiguiendo algo interesante estos últimos meses, pero confío en que esta vez has podido encontrarme una joya-El tal Manuel pasó su mirada desde su anfitrión hasta el contenedor –Y veo que es algo vivo esta vez-
-Efectivamente, me tomó mucho tiempo el conseguir este- El desarreglado caballero soltó un tosido para aclarar su garganta.
Manuel esbozo una sonrisa de oreja a oreja –Ahora solo ábrelo y muéstrame qué clase de criatura conseguiste-
Nicolás se acerca a la jaula, y usando una llave que sacó de un bolsillo de su camisa, abre la reja. Lentamente el prisionero salió a la luz, mostrando su majestuoso plumaje negro a todos en la sala. “Esperaba más seguridad” pensó el noble ser, girando la cabeza. Este lugar claramente no fue preparado especialmente para ella, lo cual era insultante, pero la gloriosa ave se mantuvo calmada y contenida, como la educada dama que era.
Un silencio incomodo lleno la sala. Manuel miró al majestuoso ser que estaba frente a él
–Eso es una gallina- afirmó, con un tono de menosprecio - Me trajiste una gallina - exclamó el ingrato ignorante.
-Prefiero el término “Críptido” -Dijo la señorita, alzando su voz. Por supuesto, nadie entendió lo que decía.
-N-No es una gallina cualquiera- Nicolás trató de explicar–Es especial, ¡es mágica! - El señor bien vestido, mostrando su ignorancia y poca cultura, le dio una mirada amenazante.
-Me trajiste una puta gallina-
- Críptido.
- ¡N-No lo entiende! ¡No es cualquier gallina! -Nicolás puso sus sucias manos sobre la hermosa ave
– ¡D-Déjeme demostrarlo! … Vamos, vamos, pon un huevo, por favor. - susurró a la dama con un tono desesperado.
-¡Quita tus manos de mí en este instante! ¡O te golpeare con mis poderosas alas!
- ¡N-No es el momento de cacarear! ¡Por favor, pequeña! ¡Vamos!
-Disculpa por preguntar, pero… ¿Qué demonios estás haciendo? - Manuel dio un rápido golpe en la nuca del vendedor, molesto - ¿Se supone que este es un chiste?
- ¡No! - Nicolás le miró rápidamente- ¡Solo tiene que darme un momento, se pone nerviosa bajo presión! - exclamó mientras sacudía a la majestuosa ave con descaro.
- ¡Estas son calumnias! ¡FALACIAS! ¡SOLTADME AHORA MISMO!
Manuel puso una mano contra su cara.
– ¡Deja de jalarle el cuello a la gallina, joder! Es hora de que hablemos en serio - Nicolás obedeció de inmediato, dejando la hermosa criatura en la mesa -. Te di otra oportunidad, me prometiste que esta vez sería algo impresionante, algo que mis jefes en verdad querrían… y en vez de eso me traes un puto pollo
- ¡CRÍPTIDO!
- ¡Y dile que se calle de una vez! ¡Su cacareo incesante me está volviendo loco!
- Pero, tus jefes buscan el valor de colección ¡Y esta cosa es única en el mundo!
- Ni siquiera sabes cómo hacer que muestre sus propiedades “mágicas”. Si les muestro esto a mis empleadores perdería mi maldita cabeza.
- Por favor, solo dale un momento a que ponga un huevo… ¡Te prometo, no, te JURO que valdrá su peso en oro!
El ave miró al pobre diablo. Verle al borde de las lágrimas como un vil gusano rastrero llenaba su corazón de piedad. En su infinita gracia, la dama de las plumas hermosas tomó una bocanada de aíre, y entonces…
- ¡M-Mira! - grito Nicolás con emoción – ¡Ha puesto un huevo! ¡Mira el huevo! Ahora vas a ver sus poderes.
- Más te vale que esto sea impresionante
Efectivamente. Un pequeño huevo había rodado sobre la mesa. El silencio una vez más se apoderó de la sala, mientras ambos hombres miraban al huevo fijamente.
Pasaron largos segundos, luego minutos interminables. Pasaron exactamente diez minutos, y el huevo no se movió, no se abrió, no cambió en absoluto. Manuel lentamente frotó sus sienes… antes de clavar la mirada en el vendedor.
- Estás despedido.
- ¡P-Pero yo le traje un objeto!
- ¡Lárgate! ¡No quiero volver a ver tu cara aquí!
Nicolás, con derrota en sus ojos, abandonó la habitación, dejando al ave a solas con el sucio y molesto hombre de negocios.
-Voy a perder mi puta cabeza… - Manuel cerro sus ojos y suspiró - Supongo que puedo vendérselo a algún granjero o algo así…
El hombre empujó la majestuosa ave de vuelta en su jaula, caminando para dejar el huevo a solas en la oscura habitación.
No se giró a voltear la mirada mientras que el cascarón se abría, y un enorme ojo dorado clavaba la mirada en la puerta que se cerraba tras el hombre.
-Es solo una gallina…-