Pico Wilson estaba sentado en mitad de su montón de cadáveres.
“Chak chac. Chac chaka chac.”
Wilson hizo fuerza con sus tijeras de podar. Los dedos de la dama desprendieron sin gracia, con sus huesos astillados saliendo de la carne. Introdujo con cuidado el dedo en la nariz del cadáver.
“Ja ja ja. Ja.”
Otro dedo, otro crujido. Wilson llenó la otra fosa nasal.
"JA. JA JA."
Otro dedo, otro crujido. Wilson empotró el dedo índice dentro de la oreja izquierda de su musa. Apoyó el cuerpo en sus hermanos y hermanas.
"Eres hermosa, cariño."
Wilson se inclinó hacia ella, estampando su boca contra aquellos labios fríos y muertos.
"Más bella en la muerte que en la vida. La yuxtaposición de lo muerto y lo vivo. El absurdo de los dedos embutidos en tu nariz; un sinsentido, desde luego, si se tiene en cuenta que tu cuerpo ya no fabrica moco; ¿qué intentas sacar? ¿Las larvas, quizá? ¿Podría ser tu cerebro? Porque buscas en los sitios equivocados, mi vida."
Wilson arrancó los ojos de sus órbitas y los puso dentro de la boca.
"Te crees horrenda. Permíteme que te ayude a ver dentro de ti. Más allá del reflejo más superficial que es la piel, a mayor profundidad, trágate tus ojos y contempla tu interior. Trágate tus ojos. Ja. Ja ja ja."
Wilson agarró la mandíbula, aplastando y reventando los globos oculares con sus dientes. Hizo que las encías de la mujer chocasen contra el humor acuoso.
"Mira que eres tonta. Esta medicina no se mastica."
Un postrer abrazo, un beso de despedida. La soltó, dejando que se desplomase en el suelo. El Escultor le miraba, incrédulo.
"Jooooooder."
Wilson se volvió a su audiencia monoplaza, con el pringue de ojo todavía empapándole los labios.
“¿Lo encuentra inadecuado?”
“No. Nononono. Eso ha sido heavy de la hostia, tío. Mierda."
Pico se relamió hasta que los labios quedaron limpios y se inclinó al interior de su montón de cadáveres.
"¿Y qué es lo que quería exactamente, Señor El Escultor?"
"Esto, eh… bueno, es una invitación, me parece."
"Vale. ¿Dónde será la exposición?"
"No, a ver, no es una exposición, es como… somos una especie de club de arte. Y uno de nosotros, digamos que se ha largado, así que, uh, tenemos una vacante. Y te recuerdo de aquello del 88, lo de Reagan, y pensé, mierda, este tío sabe cómo hay que cortar y pegar, ¿sabes?"
“La verdad es que no soy de los que cortan y pegan. Prefiero cortar y cortar."
El Escultor aplaudió con abandono."
"Pues claro que sí, tío. Claro que sí, joder. Bueno, pues estaba pensando en que el otro tío, que se hacía llamar el Cortador, ¿entiendes? Y digamos que necesitamos que alguien, esto, se ponga en sus zapatos, ya me entiendes.”
"Así que me estáis pidiendo que sea su reemplazo."
"Algo así, supongo. Bueno, no te lo pedimos, te estamos ofreciendo un lugar entre aquellos que pueden apreciar debidamente lo que haces. Crítica mutua. Y, ya sabes, nos echamos un cable si nos metemos en líos, ¿eh? Digamos que alguien entra y te encuentra así, pero no lo pillan, llaman a la policía, y sería incómodo, pero mira, nosotros podríamos ocuparnos de eso. Tenemos un tío que puede ocuparse de esas gilipolleces que a ti como que ni te van ni te vienen — El Conserje, le llamamos — y se encargaría echando leches. Únete a nosotros y no necesitarás preocuparte por los normales. Nadie nos dice qué hacer, ¿sabes?"
"Lo sé. Nadie os dice lo que tenéis que hacer.”
"¡Mira, lo has pillado, tío! A pesar del Hombre, Libertad. Es lo nuestro, tío, la libertad, ¿sabes? Podrías montar esta mierda en mitad de una calle y nos haríamos cargo de ti."
“Bueno, o sea, me junto con vuestro pequeño club, ¿y luego qué?"
“No sé, hablamos. Haces lo tuyo. Hacemos lo nuestro. Creamos cosas.”
“¿Y exactamente qué fue la última pieza de esas "cosas" que has hecho?"
El Escultor se movió, incómodo.
"Bueno, personalmente, he estado, uh, más o menos tomándome un descanso. Ya sabes, liado con otras cosas. Invirtiendo tiempo en proyectos personales, ¿sabes?"
"Claro. Verás, Señor El Escultor, sé de vuestro pequeño club, y vuestro proceso creativo ha sido algo… lento últimamente, por decirlo pronto y mal, y si me permites decirlo algo antes y peor, diría que os habéis quedado jodidamente encasillados.”
"Eh, eso que dices no es justo, tío, es complicado-"
"Y me miras, y dices, guau, aquí tenemos a alguien que está haciendo algo, nos lo quedamos, le ponemos las bridas de montar al caballo loco y lo domamos, y nos montamos como montarías a una puta de a dos centavos. Bueno, Señor El Escultor-"
"No, oye, que eso tampoco-"
"Soy la puta que buscabais."
"… ¿qué?"
"Que soy vuestra puta, vuestro picante, por favor, condimentad vuestros primeros y segundos platos conmigo, comedme como os parezca, permitidme que entre en vuestro cuerpo mientras entráis en el mío. Antes hacíais algo, y había cambio en este mundo que compartimos, pero entonces os enfrentaste al cambio, os resististeis. Os sentasteis en vuestro propio montón de cadáveres y dijisteis ¡NO! Esta es el MEJOR montón de cadáveres, los MEJORES cadáveres, y quien quiera agarrarlos y convertirlos en marionetas, animatrónica o gente de verdad, cualquiera que se atreva a resucitar a los MUERTOS será aplastado y añadido a sus filas."
"Vale, sí, creo que me he perdido."
"Eso es. A eso me refiero. Miras a lo que hago y levantas la barbilla, pero al final he podido reunir el hedor necesario para meterme en tu nariz, obligarte a mirar abajo, hacer que reconozcas mi porquería y mi mugre. Señor El Escultor, quiero sentirme dentro de ti."
"Mira, tío, me estás haciendo sentir un poco incómodo."
Pico Wilson se alzó en su trono.
"Quiero sentirme dentro de ti. Quiero ser una parte de vosotros, quiero cambiarte desde vuestro interior, quiero obligaros a salir de vuestro propio estancamiento, quiero que estalléis como una salchicha demasiado cocida y que vuestra deliciosa chicha rebose hacia delante. Ves esa chispa en mi, y la quieres. Y yo veo la chispa en ti, pero ya ha pasado algún tiempo, te has olvidado de lo que es empezar un incendio, os habéis olvidado de cómo avivar las llamas con un abanico. Seré vuestro Cortador, vuestro Chaqueador, vuestra bujía creativa, y para cuando acabe con vosotros, no volveréis a olvidar la chispa. Y ahora, largo, que a unas cuantas chicas les faltan sus dedetes."
"Esto, eh, ¡genial!, ¿que no? Bienvenido al grupo."
El Escultor se giró y salió de la sala.
"Como una puta cabra."
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