por LechugaNinja
Con las luces apagadas y con el silencio a la espera, los especialistas ingresaron en la instalación para la recontención de la entidad. Cinco soldados, el Séquito de Van Helsing como se hacen llamar, armados con armas no-letales, atravesaron el portal en formación. Una brecha de contención había ocurrido y debían devolver la anomalía a su caja.
Su líder, quién encabezaba la formación, llevaba consigo un ecolocalizador como única guía entre los pasillos oscuros. Tenían las luces de emergencia, pero las mismas no cubrían todo el terreno; además de que poder ver a la criatura no era una ventaja. Avanzaron con paso lento y pesado, acompañados del sonido de sus pisadas y del pitido del aparato, por ese lugar. Los corredores eran amplios, era un ala para fauna anómala, por lo que era un diseño práctico para transportar a dichos seres a sus celdas. Pero también era una desventaja para ellos, más espacio implica una mayor dificultad para acorralar a la bestia, como también le facilitaba el poder sorprenderte por los costados al estar oculta en una sombra. O lograba ingresar en la ventilación, las cuales no tienen el tamaño y resistencia suficiente como para poder soportar su peso o moverse, pero que de igual modo podía correr por ellas.
Paraban en cada vuelta y esquina para comprobar que no hubiera nada adelante con el dispositivo. Avanzaban así por varios minutos, pisando los papeles y carpetas abandonadas por los doctores en su huida del lugar a una zona segura cuando sonaron las alarmas. En un momento, escucharon unos pasos venir de una curva. Sin decir nada, levantaron sus armas y se prepararon. Los pasos avanzaban de forma lenta, generando una gran expectativa, hasta que los pasos llegaron hasta la esquina. Hubo un momento de silencio cuando de improviso los pasos empezaron a dirigirse hacia ellos de frente de forma constante y el ecolocalizador detectaba un cuerpo frente suyo. Primero pensaron que el encuentro que estaban esperando había llegado, pero se equivocaron ya que bajo una de las luces de emergencia vieron como un hombre con traje naranja, con el número “98345” escrito en él, era iluminado con las manos en alto y solicitaba la ayuda de los soldados. Un Clase-D que había quedado rezagado, una sorpresa inesperada y contraproducente.
Bajaron la guardia los soldados mientras el líder se quejaba para sus adentros de tener que mandar a uno de sus hombres con el Clase-D para que lo sacase de allí y no fuera un estorbo. El mismo le indicó al Clase-D que se acercara y este obedeció, dando cuatro pasos rápidos. Se detuvo frente al jefe del escuadrón y antes de que alguien dijera una palabra, tres pasos extra se escucharon cerca.
Se quedaron en silencio y quietos, escuchando. Los pasos habían venido de la misma curva de la cual había salido el Clase-D. Dos pasos más se oyeron. Levantaron de nuevo sus armas hacia la esquina mientras el líder hacía que D-98345 se agachara con una mano y lo pusiera contra la pared. Se escuchó tres pisadas pesadas cercanas, tal vez para estudiar el terreno. Los seis hombres aguantaron la respiración mientras sus corazones retumbaban en sus oídos y sostenían sus armas con firmeza. Hubo silencio por un momento hasta que el sonido resurgió, pero ahora alejándose por el pasillo hasta desaparecer en la distancia. D-98345 respiró aliviado, pero los soldados no bajaron la guardia. El ecolocalizador hizo un pitido y el dispositivo detectó un cuerpo cercano frente de ellos.
El jefe disparó su arma y luego dos de sus hombres. Dardos con electrodos, conectados a una batería capaces de dar una descarga de 10.000 voltios, surcaron el aire. La criatura salió corriendo instintivamente, esquivando los disparos lentos de esas armas. Pero uno de los dardos logró dar el en blanco y congeló el cuerpo de la criatura, haciéndola resbalar y chocar contra la pared opuesta del pasillo. El hombre de más atrás no esperó y rápidamente, empuñando su porra eléctrica, atacó a la criatura. Sabía que el aturdimiento no duraría, era un ser que no se rendía fácil. Fue contra la entidad y la atacó sin piedad. La misma soltó un grito lastimero mientras sus músculos se contraían bruscamente.
Un miembro del equipo, ni lento ni perezoso, rápidamente se descolgó algo que recordaba a un cañón pequeño del hombro y lo apuntó hacia la criatura. Le advirtió a su compañero que se moviera antes de disparar. Al jalar el gatillo, una red de nailon surcó el aire y envolvió a la bestia. El líder desenfundó un rifle recortado y disparó al ser. Un dardo con una cola verde se clavó contra el lomo de la bestia que intentaba ahora levantarse con dificultades gracias a la red. La misma intentó luchar, escapar mientras los soldados la rodeaban preparados para someterla si rompía la red. Atacarla ahora haría que el sedante tardara más en hacer efecto.
Así estuvieron por muy largos minutos, donde la anomalía luchó con ferocidad contra la red hasta que su cuerpo se relajó y cayó sobre el piso. Respiraba de forma agitada al principio y luego de forma lenta en grandes aspiraciones. Los hombres la miraron por un buen rato hasta que llegaron los refuerzos que solicitó el líder del grupo con una caja metálica tan grande como para encerrar a un león en su interior. Con mucha precaución, agarraron a la criatura con la red y la pusieron en la jaula antes de cerrarla. El jefe avisó al comando de la operación que SCP-ES-273 había sido recontenido con éxito y que podían volver a encender las luces. Un minuto después, la luz fue restablecida y los soldados pudieron relajar sus músculos.
Uno de los soldados se giró para ver al Clase-D, que estaba tirado contra la pared algo alterado.
—¡Hey! ¿Estás bien? —le preguntó el soldado.
D-98345 asistió. Luego, el soldado le indico que tenía que devolverlo a su celda como a la anomalía. Él empezó a caminar a la par de la jaula que contenía a la bestia con el resto de hombres. D-98345, con duda, le preguntó al soldado:
—¿Cómo sabían que no se había ido?
—Es un truco que aprendió aquí. Le sirve para hacer que bajen la guardia y salgan del escondite sus presas — le respondió el soldado con cansancio.
Caminaron un rato hasta salir de esa zona y separaron al Clase-D del resto para regresarlo a su lugar correspondiente. Durante todo ese camino, D-98345 pensó en como esa criatura lo habrá seguido desde atrás por no sabe cuánto tiempo y que lo engañó con ese truco de los pasos. Otro día más que se lamentaba de haber aceptado ese trato con la Fundación.