Smith era el agente ideal de la Fundación.
Metódico, razonablemente moral, razonablemente amoral, e indiscutiblemente leal.
Sin embargo, se sentía extrañamente reacio a lo que estaba a punto de hacer.
Era un desmantelamiento estándar. La Fundación tenía la reputación de ser un grupo de acumuladores, recolectando cada pedazo de basura o montón de tierra que no encajaba en su forma de comprender del mundo. Encerrándolo para siempre bajo la noción de que, de alguna manera, estaban haciéndole un servicio al mundo. Sin embargo, de vez en cuando, los engranajes de la burocracia giraban, los contadores deducían algunos números, los investigadores analizaban los datos, y se programaba la destrucción de un objeto.
"Desmantelamiento" es como ellos le llamaban.
Y SCP-173 pronto iba a ser SCP-173-Desmantelado.
SCP-173. Clasificación Euclid. Autónomo. Ectoentrópico. Observable. Escultura.
Desde cualquier punto de vista, una anomalía estándar, una pieza de anarte que te mata si la miras de mala manera. Probablemente creada por algún verde recién salido de la escuela de arte.
Smith no quería pensar demasiado en el asunto. A él no le pagaban para pensar. O al menos, no por el momento. No, en este momento le pagaban para aplastar.
Sin embargo, dudaba.
SCP-173 no era especial.
Claro, era uno de los pocos archivos que estaban abiertos al acceso general, pero eso probablemente era porque tenía muy poco que esconder en primer lugar. Claro, es uno de los ejemplos de SCP que vienen en ese paquete que distribuyen a los nuevos empleados, pero eso sirve mejor como testimonio de su carácter genérico. Claro, todos en el Sitio 19 conocen a alguien que conoce a alguien que murió ante esa cosa durante alguna brecha de contención. El propio Smith ha asistido a algunos funerales gracias a eso.
Pero no merecía ningún trato especial. No por parte de Smith, no por parte de la Fundación.
Y sin embargo, sintió que estaba a punto de hacerle un perjuicio al mundo.
Brrrrr.
El sonido característico de una Ancla de Realidad Scranton llenó sus oídos.
—Bien, ya está configurada.
Esa era la señal para que él comenzara a golpear.
Pum.
Comenzó con la cara.
Pum.
La tosca parodia del rostro humano en la cabeza bulbosa de 173 parecía extrañamente acusatoria ese día.
Pum.
¿Por qué tenía que hacer esto manualmente?
Pum.
¿Preocupaciones presupuestarias?
Pum.
¿Desde cuándo el dinero era un problema?
Pum.
No tenía que preocuparse de que la cosa cobrara vida en medio de una oscilación.
Pum.
Tenía un séquito para asegurarse de que eso no sucediera.
Pum.
Se sentía mal hacer esto frente a una audiencia.
Pum.
Mejor que la alternativa, supuso.
Pum.
¿Era algún efecto memético?
Pum.
No, la Fundación era minuciosa a la hora de detectar cognitopeligros.
Pum.
Claro, para alguien era el trabajo de toda una vida, pero a él no le interesaba el arte, y mucho menos el arte con recuento de muertes.
Pum.
Tal vez había estado en la Fundación demasiado tiempo.
Pum.
El tiempo suficiente para apegarse demasiado a estas máquinas de matar.
Pum.
Por un momento se preguntó si esta máquina de matar en particular estaba viva.
PUM.
Por un momento.
Pum.
Bueno, ahora ya no importaba.
Eso era todo.
La estatua ahora era una mezcla de sangre y piedra en el piso.
Era la obra maestra de un artista desconocido y falto de atención que puso una parte de sí mismo en su trabajo. Pasó décadas en la contención. Mató a cientos de personas. La Fundación gastó miles en mantenerlo contenido. Su cara había quedado grabada en las mentes de miles de Clase-D, vivos y muertos.
Ahora era un montón irreconocible de barras de acero y excrementos humanos.
Smith aflojó el agarre de su mazo. Smith relajó su postura. Smith dejó escapar el suspiro que había estado conteniendo.
Fue entonces cuando notó un frasco entre los escombros.
¿SCP-173 tenía algunos secretos, después de todo?
Con mucho cuidado, se puso en cuclillas para recogerlo. Lo limpió de fluidos corporales. Desesperado por encontrar una respuesta, desenroscó la tapa y leyó la nota que contenía.
"Are We Cool Yet?"
¿Eso era todo?