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La Coalición Oculta Global. La Mano de La Serpiente. La Insurgencia del Caos. Conozco todo lo que se tiene que saber sobre todos los Grupos de Interés en la Base de Datos. He puesto agentes en cada uno de ellos; y ellos transmiten toda la información que reciben directamente a mí. He desvelado los secretos de los GdIs más misteriosos: Podríamos cerrar cada exposición de Are We Cool Yet? ahora mismo, antes de que abran sus puertas siquiera. Pero hay uno del que no sabía nada hasta hace poco. Uno, del que necesitaba saber. Y ese, era “Nadie”.
Mis experiencias con Nadie empezaron cuando me nombraron jefe de la Agencia de Monitoreo de Grupos de Interés de La Fundación. Cada entrada de la amplia Base de Datos poseía una lista de gente que se cree que pertenece a estas organizaciones y con descripciones extensas de las motivaciones detrás de cada grupo. Fue entonces, cuando me senté frente a mi nueva computadora, donde descubrí una entrada atípica; una para un individuo conocido como Nadie. El registro afirmaba que su identidad o identidades, motivos y todo lo demás sobre ellos era desconocido, cubierto de misterio. Han trabajado con y en contra esencialmente todos los GdIs y han mantenido toda la información sobre ellos completamente oculta a la vista.
Al principio, estaba convencido de que había una descripción más reveladora en algún lado. Me relacioné con otros miembros más experimentados del personal de la Fundación, e incluso llegué a comunicarme con la Coalición Oculta Global. Cada vez, me dijeron lo mismo: “nadie sabe, pero Nadie sabe”. Esto no me satisfació. Continué mi búsqueda, revisando documentos arcaicos hasta que se alzó el sol a la mañana siguiente. Este caso era un callejón sin salida. Nada de lo que encontré me llevo más cerca a descubrir la verdadera identidad de Nadie. Eventualmente, me di cuenta de que no estaba llegando a ningún lado y me rendí. “Algunos misterios nunca son resueltos”, me dije.
La siguiente parte de mi vida que se relacionó con este misterioso señor llegó años después. Ahora, era un veterano para los estándares de La Fundación, controlando casi cada aspecto de las comunicaciones entre GdIs desde el lado de La Fundación. Un sábado sin incidentes, volví a entrar en mi oficina después del almuerzo. Mientras abría la puerta, noté una escalofriante corriente de aire. En otras circunstancias, habría culpado subconscientemente a alguna ventana abierta, pero mi oficina estaba bajo tierra. Al entrar en la oficina, descubrí un trozo de papel doblado que había sido depositado en mi escritorio. Mi curiosidad infantil pesaba más que el lado lógico del cerebro en este momento y como resultado abrí rápidamente el documento. El texto estaba escrito a mano, en perfecta cursiva y era extremadamente breve, y sin embargo, nunca he estado tan complacido por ninguna otra correspondencia. A continuación, he adjuntado una copia escaneada de la carta que recibí:
Saludos, señor Arthur Barnes.
Nos estaremos viendo muy pronto.
- "Nadie"
Una de las pocas cosas que he descubierto sobre Nadie es que era conocido por ser extremadamente vago y muy críptico a la hora de comunicarse. Por esta razón, escogí no intentar buscar a Nadie; Nadie vendría hacia a mí. Pero estaba listo. Ahora el misterio se iría, la máscara se caería. Nadie sería Alguien al fin.
Los días se volvieron semanas y las semanas, meses. El pensamiento de Nadie estaba en el fondo de mi mente, pero aún persistía. Una noche, me encontré dejando el Sitio a pie, habiendo dejado mi coche en un mecánico para arreglar su chirriante pedal de freno. Una teatral y gruesa cobertura de nubes cubría las calles aburridas, oscureciendo los callejones y dispersando a las multitudes. Temblé ligeramente cuando una brisa fría penetró en mi delgada camisa blanca. Entré en uno de los callejones más oscuros. En retrospectiva, esto fue probablemente una mala idea, pero todavía tenía a "Nadie" en el interior de mi mente sobrecargada de trabajo.
Mientras caminaba por las estrechas calles, escuché una tos intencional que brotaba de una figura detrás de mí. Me doy la vuelta para ver la figura, con el corazón en la garganta—. ¿Quién es usted? —pregunté.
—Yo soy Nadie, —respondió la figura. Llevaba una gabardina de color carbón y un sombrero negro azabache, ocultando su cuerpo y su cara de la vista. La voz era aguda, aunque era claramente masculina. Temiendo que iba a arruinar mi oportunidad de resolver este misterio, me olvidé de hacer cualquier pregunta relacionada con su identidad. En cambio, pregunté sobre el razonamiento detrás de su presencia—: ¿Por qué estás aquí?
—Verá, Sr. Barnes, sé mucho sobre usted. Sé de su obsesión por mi identidad y mis motivos. Tengo incluso más conocimiento interno sobre su Fundación que usted sobre cualquier cosa en su extensa lista de Grupos de Interés, —respondió—. Y este no es el lugar donde lo descubrirás. Mi identidad permanece oculta, oculta tras innumerables velos hasta el punto de que ni siquiera estoy completamente seguro de mí mismo. ¿Mis motivos? Son aún más ambiguos. No estoy en ningún lugar moralmente, al menos no por una cantidad significativa de tiempo. Salto de una organización a otra como si fueran playas en un día caluroso. ¿Y tengo siquiera una identidad? Yo soy muchos.
Me enfurecí por lo que Nadie había dicho. Me ha acosado usando todo lo que podía usar y sabía todo lo que hacía. Vino a mí para burlarse de mí, para decirme que nunca llegaría a ninguna parte.
En un breve arrebato de ira, agarré la gabardina de Nadie. Ignorando sus gritos para que me soltara, empecé a destrozar los botones que me separaban de su cuerpo. Cuando me acerqué para revelar su identidad, gritó con rabia. El grito que me rompía los oídos ya no sonaba a rabia, sonaba a desesperación. Casi se sentía como si el grito brotara de todo su cuerpo, no sólo de su boca abierta. No me afectó este arrebato: averiguar algo sobre este hombre fue mi ambición de toda la vida.
Mientras abría el último botón, agarré la ahora desgarrada gabardina de los delgados hombros de Nadie. Lo que quedaba delante de mí era aún más impactante que cualquier teoría que se me hubiera ocurrido.
Debajo de mí habían tres pequeñas figuras. Saqué una pequeña linterna de mi bolsillo y lo enfoqué a directamente a esas 3 figuras. Cada una era un niño pequeño, de 8 años de edad aproximadamente. Antes de que pueda siquiera considerar las implicaciones de esto, los niños se desvanecieron en la oscuridad.
Había descubierto la verdadera identidad de Nadie, pero (típico de él) una pregunta permaneció. ¿Cómo había creído que esta bestia deforme había sido un ser humano de apariencia normal? Presenté la gabardina que recogí del encuentro a la Fundación cuando regresé al Sitio. Después de una examinación minuciosa demostró que era similar a una anomalía ya contenida , y que podría haber más de esas en circulación. La cifra total no estaba clara y permanece así, pero al menos pude responder la pregunta que siempre quise responder:
“Nadie” era tres niños en una gabardina.