La primera vez que vine a casa estaba la puerta abierta, la cual pensé que simplemente había olvidado cerrarla cuando me había ido a trabajar. Pero nunca me había pasado eso antes.
Esta mañana me aseguré de cerrarla - la zangoloteé un par de veces por si acaso - y no pensé en ella hasta que volví a casa.
Investigué mi casa. Nada estaba fuera de lugar, no hay asesinos escondidos en mi armario, ni objetos de valor desaparecidos. Dormí irregularmente esa noche, abrazando mi bate de béisbol. Cuando me desperté, me encontré con lo mismo de antes: no había absolutamente nada inusual.
Esa noche dormí con el bate de nuevo. En la mañana, me asomé por todos los rincones de todas las habitaciones de casa. Nada. Cerré la puerta y me fui a trabajar. Y cuando regresé a casa, la puerta estaba abierta. Esto continuó durante semanas.
Mientras las semanas se convertían en meses, me acostumbré al estado de mi puerta; incluso llegué a apreciarlo. Me gustaba que, si llegaba tarde, no tener que buscar las llaves en la oscuridad.
Una noche, cuando volví a casa, mi puerta estaba cerrada con llave. Después de un buen rato perdiendo el tiempo con mis llaves, finalmente me las arreglé para abrir la puerta y entrar. Y al prender la luz - vi una pequeña frase en mi pared.
"me necesitas".