por EdC Nogare
Dentro del universo de la Fundación se tiende a olvidar lo terrible y despiadado que es, no solo para los humanos que viven constantemente en el total desconocimiento del mundo anómalo y de los miedos y peligros que se esconden en cada sombra. Pero también para los mismos seres que se esconden dentro de estás. Vestigios del antiguo mundo en constante terror por su inminente desaparecer por la mano de los nuevos dueños de este mundo, los humanos.
Ahí estaba un ser hecho enteramente de piedras, delante del cuerpo de uno de los pocos amigos que le restaba, una criatura feérica. Una de las pocas que quedaron en este después de la Noche Sin Estrellas. Este ser se llamaba Diwezhañ era el último korrigan que quedaba en este mundo.
La lluvia cubría el rostro de la pequeña criatura que yacía inerte delante de él. Diwezhañ fue la primera criatura que había encontrado desde que tuvo que partir al exilio en el mundo de los humanos. Le había avisado que el mundo había cambiado y ahora no eran bienvenidos.
En ese momento oyó un trueno que resonó en el cielo oscureciente, esa lluvia. Esa lluvia le recordó los primeros días en los que volvió a este mundo, recordó la muerte de su hermano, él era el último. La culpa le invadió, esa lluvia no había parado desde la muerte de su hermano.
Los humanos habían matado a Diwezhañ, hacía unas horas y volverían a por él, le había visto, y sabía que tarde o temprano irían a buscarlo también.
“¿Pero cómo podría escapar?” Se preguntaba la piedra. No había forma de escapar a ese destino, si no hacía nada acabaría como los demás. Esa era la verdad de ese mundo, un mundo donde solo los humanos parecían vivir en paz.
Mientras pensaba en todo eso, la piedra noto que entre la maleza del bosque se escondía una figura escondida en la oscuridad del anochecer.
La figura al notar que la estaban mirando se acercó, la piedra noto que la figura se movía como una marioneta, cada paso que daba notaba como cuerpo se retorcía a cada paso. Poco a poco más detalles saltaban a la vista, la entidad estaba vestida con ropas elegantes, pero extremadamente antiguas, como si vinieran de la edad media, recordando a las de un antiguo rey.
Pero cuando se acercó más, finalmente pudo ver su rostro al completo,este era difícil de discernir debió a este era de un color marrón momificado. El ser no era apenas un cadáver momificado el cual tenía sobre su cabeza una corona a la cual le salían cuerdas de oro que se unían a las articulaciones del cadáver en un intento para seguir moviéndose.
—Debes de ser un lacayo de la Muerte ¿Cierto? —Le pregunto la piedra a la criatura momificada.
Esta le respondió tirando de los hilos, deformando su boca hasta conseguir hacer una sonrisa.
—Usted debe ser el Principe de Piedra, un guardián de los mundos feéricos. ¿Cierto? —Le pregunto el cadáver a la piedra.
—Me sorprende que alguien me recuerde después de tanto tiempo.
—La primera vez que oí hablar de voz, fue por viejos mitos ya hace más de mil años, cuando aún me parecía a alguien vivo. Pero antes de seguir, me gustaría saber cómo llamarle.
—Puedes llamarme Karreg.
—Curioso nombre. —respondió el cadáver doblando sus brazos de una forma inhumana.
—Entonces, ¿por qué estás aquí? —Le respondió la piedra.
—¿Yo? Yo solo estoy aquí para buscar la pobre alma de su amigo. Otra alma perdida, cuanta pena. —Le respondió el cadáver deformado su cara para intentar imitar la tristeza. —Si siguen así no quedará nada del viejo mundo no le parece señor Karreg.
—¿Qué quieres? —Respondió Karreg viendo que aquel cadáver estaba mas interesado en hablar con el que recuperar el alma de Diwezhañ.
—¿Yo? Usted sabe que mi persona le podría ayudar con los problemas que tiene.
—¿Podrías hacer que no tenga que vivir en el temor de la humanidad?
—Si, eso lo podré hacer Karreg. Pero primero nada viene gratis, quiero saber uno de sus secretos oh gran piedra. —Dijo el cadáver extendiendo la mano a Karreg.
—¿Y qué sería?
—Quiero saber uno de vuestros más antiguos secretos, quiero saber el secreto para romper el alma en dos.

Bosque de Brocelianda
“Ya es hora de neutralizar la paraamenaza” Fue la orden que le dieron a Paul y a sus compañeros antes de ser enviado junto a su equipo de eliminación de paraamenazas.
Desde que había entrado en Brocelianda, había notado que toda la magia que le habían contado sobre el lugar parecía haber desaparecido, sospechado de ser uno de los lugares más poblados por las hadas en lora la Bretaña, desde el incendio de 1990, todo su misticismo había desaparecido. Incluso así, parecía que lo anómalo se mantenía de forma inexplicable.
Una sorprendente aparición de golems de piedra había empezado en el bosque. El equipo de investigación de la COG que estaba encargado de buscar la respuesta de este fenómeno, no conseguía acercarse a la posible razón de las apariciones de los golmes. Incluso la teoría sobre la posible concentración de radiación Akiva en el lugar que podría haber explicado el despertar de las entidades, resultó ser incorrecta, la radiación no supera la norma en la zona.
Lo único que habían podido hacer en esos cuatro meses era neutralizar las entidades que aparecían periódicamente. Ya que incluso si las criaturas no eran hostiles, si presentaban un riesgo para el velo, si en algún momento entraban en contacto con la población humana. Esa era la misión del equipo, mantener el control de la población de golems hasta que se descubriera la causa de sus apariciones.
A Paul, la situación se le hacía monótona, incluso si era así, prefería esta misión mil veces que jugarse la vida en otro enfrentamiento directo contra un grupo de entidades amenazas o un tipo verde.
Antes del inicio de la operación, la capitana del pequeño equipo, Anne, ordenó a Paul y a sus compañeros ponerse en posición para la operación. Todos tomaron sus puestos como tantas veces habían hecho a lo largo de los meses que pasaron dentro de ese bosque.
Se acercaron con calma y tranquilidad al golem, su enorme tamaño y grandes brazos eran impresionantes, pero también dejaban huecos para poner los explosivos para detonarlo.
Uno de los compañeros de Paul, Victor, se acercó al golem lentamente teniendo en su mano la primera dinamita.
Repentinamente, el golem que parecía dócil hasta el momento, levantó su brazo intentando aplastar a Victor el cual fue rápidamente salvado por Stephan. Todo el equipo se sorprendió por la repentina agresividad del golem que no habían discernido en los predecesores de la paraamenaza.
Entonces Anne ordenó:
—¡Plan B!
Todo el equipo se ejecutó, todos se alejaron lo más posible de la entidad y cogieron los lanzagranadas. Manteniendo una separación de seguridad entre ellos y el ser de piedra, todos se turnaban para disparar al golem. Este método resultaba ser menos efectivo para neutralizarlo, pero poco a poco las piedras que lo constituían se iban derrumbando.
De repente, el equipo de eliminación oyó un grito. Había sido Victor el cual estaba frente a un nuevo golem, de dos metros de alto, la entidad tenía una apariencia totalmente humanoide, si no fuera por un grabado que tenía en vez de rostro y dos cuchillas que le reemplazaron sus manos con las cuales decapitó a Victor.
Entonces Anne, la jefa de operaciones de equipo, ordenó:
—¡Sigan disparando al grande, yo me encargo del pequeño!
Justo después de que acabara de decir eso, todo el equipo sintió como la tierra temblaba. Todo pareció detenerse durante un momento, hasta que repentinamente todas las piedras que estaban debajo de ellos salieron de la tierra para elevarse al cielo.
El equipo tuvo suerte de no recibir ningún daño con la velocidad a la que las piedras habían salido, excepto Anne, ella no tuvo la misma suerte. Al haberse alejado de la colina donde estaba el resto de su equipo, había ido a parar a una de las zonas donde hubo más piedras que volaron.
—Tipo amarillo. —Grito Fabio antes de intentar buscar una manera de retirarse de la zona.
De repente, mientras intentaban salir del laberinto que estaban formando las piedras a su alrededor, un enjambre de piedras se acercó y atrapó a Paul en el aire. Que provocó que sus compañeros se distrajeran, lo que aprovecharon los golems para atacarlos. Stephan fue violentamente golpeado por el primero dejándolo por muerto y antes que Fabio pudiera reaccionar ya tenía una de las cuchillas del segundo golem le atravesando el pecho.
En ese momento Paul entendió que ya todo se había acabado. Pensaba que iba a morir como el resto de sus compañeros, entonces cerró los ojos esperando que su muerte sea rápida, oyó una voz en su cabeza:
—Hace te estaba esperando, Paul.
Sorprendido, Paul abrió los ojos para ver que una de las piedras que estaban levitando estaban delante de él. Sorprendido, miró a su alrededor para ver si había alguien más, pero no vio nada.
—¿Dónde estás y quién eres? —preguntó Paul desconcertado.
—No me ves, estoy delante de ti.
Entonces se fijó en la piedra, hecha de granito bruto, tenía grabado en su centro una espiral que daba vueltas en forma rómbica.
—Eh… ¿Es algún tipo de broma? —Preguntó el agente de la división Phisics desconcertado.
—No, yo soy la piedra con la que estás hablando. —Dijo la piedra, y agregó. —Seguramente te resulte más sencillo si tomo una apariencia más humanoide.
Apenas acabó la frase, una parte de las piedras que estaban levitando se precipitaron hacia la piedra, encajando tomando forma, que imitaba el cuerpo de un hombre.
—¿Qué eres? —preguntó Paul.
—¿No se ve? Una piedra. Pronto responderé todas tus preguntas… —Dijo la piedra sacando un recuperando una llave que sostenían un par de rocas y abriendo una puerta donde antes solo estaba el suelo. —… pero primero deberás venir conmigo.
Paul sabía que era una mala idea seguir a esa piedra por esa entrada que parecía aparecer de ninguna parte, pero no tenía otra posición. Sabía que no podía correr ni tres pasos sin ser atrapado por los dos golems.
Entonces asintió y las piedras que lo tenían atrapado lo soltaron. Entró por la puerta que conducía a una escalera que bajaba hasta desaparecer en la oscuridad. Paul inhaló para intentar calmarse y bajó por las escaleras seguido de las otras 3 entidades.
Al entrar, Paul tardó un poco en acostumbrarse a la poca visibilidad de la oscuridad. La zona parecía ser la mezcla de una cripta y un túnel, el lugar cubierto de esculturas macabras, también estaba infestado de entidades mortuorias que infestaban la zona.
Las paredes estaban llenas de aberturas en las que había tumbas, como si el lugar fuera una cripta. Pero a diferencia de una cripta, las entidades mortuorias estaban sacando los cuerpos de las tumbas, los cuales parecían animarse y seguir a las criaturas que les habían reanimado.
—¿Dónde estamos? —preguntó Paul sorprendido y algo desconcertado, mientras veía el extraño espectáculo que estaban viendo sus ojos.
—Este es el Reino de la Muerte. —Le respondió la piedra.
—Me imaginaba que iba a ser algo así. —Respondió Paul preocupado por su propia vida. —¿Por qué me llevaste aquí en vez de matarme directamente?
—Eso no puedo decirte, arruinaría la sorpresa. Pero recuerda, si me pierdes de vista o si dejas de seguirme, nunca podrás volver.
La respuesta lo desconcertó aún más. Estaba condenado a seguir esa piedra hacia un destino que parecía anunciarse más desafortunado que el de sus compañeros.
Entonces Paul chocó su hombro con uno de los muertos que seguía a un par de paracas. Al darse la vuelta para ver el rostro de la persona con la que acababa de chocar, reconoció de inmediato a Victor.
Paul sorprendido quiso verlos por última vez pero sus compañeros se alejaban. Intentó seguirlos pero en ese momento sintió una mano fría que le tocaba el hombro.
—Que te dije sobre no perderte. —Dijo una voz que reconoció, se volteó para ver que era la piedra que le estaba esperando.
Al volverse a voltearse, para ver sus compañeros, realizó que ya había desaparecido entre la multitud de espíritus y entidades mortuorias. Al fin y al cabo la muerte nunca esperaba para los adioses. Al ver que nadie lo había esperado Paul con un lamento de tristeza al saber que sus amigos murieron y esa era la última vez que los veia. Al menos le reconfortaba haber podido haber visto a sus compañeros por última vez.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Paul.
—¿El qué?
—Matar a mis compañeros.
—¿Y por qué estuviste destruyendo a mis amigos durante todo este tiempo?
Entonces Paul río por la ironía de la situación.
No se había esperado esa reacción por parte de la piedra. Entonces Paul se rió de la ironía de la situación. ¿Darle el mismo valor a unos golems que a sus compañeros? Eso era absurdo.
—¿En serio me vienes a decir eso? Nuestra coalición existe justamente para evitar que tú, piedra y las otras anomalías no sean una amenaza para la humanidad. ¡No me vengas con excusas como que nosotros somos los malos!
—Pero, a mis hombres de piedra, los seres que estaban matando no habían hecho nada a nadie e incluso así las estaban destruyendo. —Explico la piedra manteniendo la calma.
—Como que no, fueron tú y tus golems que mataron a mis compañeros. —Respondió Paul con ira señalando a los dos golems.
—¡Cállate! —dijo la piedra —¡¿Nunca te han explicado que jugar con lo que no conoces siempre trae consecuencias?!
Paul se sentía insultado por esa piedra, venía a darle lecciones cuando ella era el problema, había decidido unirse a la Coalición Oculta para evitar que más gente sufriera por el mundo anómalo. A él le parecía absurdo esa situación, que uno de esos monstruos le estaba haciendo la moral como si fuera él el peligro.
—Tú eres el que mato a mis compañeros. Por anomalías como tú tenemos que luchar en la oscuridad para que los que viven en la luz puedan tener una vida normal.
—Ya veo. ¿Entonces lo que quieren es que dejemos de existir para que ustedes ya no tengan miedo?
—¡¿Qué?! —Respondió Paul sorprendido a la piedra.
—¿Por qué estás sorprendido? Lo único que quieren es que dejemos de existir y para intentar convencernos que son especiales.
—No, para nada nuestra misión es proteger a la humanidad de las amenazas que provienen de lo inexplicable.
—No mientas, habéis puesto un velo entre ustedes y lo que no entienden. Esperando que el resto de las personas no lo vean, matan o intentan esconder todos los que quieren quitarse ese velo. No buscan proteger, sino esconder.
Paul, es shock por la respuesta de la piedra intentó explicarse:
—Pero, ¿sabes lo que pasaría si el velo se rompiera?
—No.
—Si el velo se rompe, la humanidad entraría en pánico, el mundo ya no sería el mismo lugar que antes. Nuestra civilización como la conocemos acabaría, dejaríamos de sentirnos seguros ni en nuestros hogares sabiendo que no somos nada delante lo anómalo y desconocido.
—Sabes, Paul, yo conozco la humanidad desde hace mucho tiempo, y sabes que, en todo ese tiempo, brillaron no por capacidades anómalas que alguno de ustedes nasia a veces o por ser más numerosos que el resto de nosotros. No siempre han brillado por su curiosidad que les permitió avanzar durante todo ese tiempo. Cada vez que se atrevían a hacer frente a lo desconocido, acaban volviéndose más fuertes. —Le respondió la piedra. —Es una pena que hayan olvidado lo que les hacía únicos para acabar ocultando lo que nunca consiguieron comprender.
Paul le quiso responder pero de repente, la piedra paró delante de un portal que dejaba paso a un pasillo más pequeño que los anteriores, antes de anunciar.
—Ya hemos llegado.

Entrada del pasillo
Unos pasos más adelante, el pequeño grupo llegó a una habitación. Sus paredes frías de basalto bruto estaban interrumpidas por las columnas cada 5 metros que escondían sombras las cuales parecían tragarse todo lo que tocaban.
La piedra ordenó a los dos golems de quedarse a guardar la puerta. Lo que las dos criaturas hicieron, dejando solos a Paul y a la piedra.
En el centro de la habitación había una mesa también de basalto, la cual estaba iluminada por la luz de unas ocho velas las cuales contrastaban con la profunda oscuridad que parecía devorar todo lo que no taba la luz. En el fondo de la sala, había un trono el cual parecía una tumba de lo rígido que estaba, en el cual estaba sentado una entidad mortuoria.
El ser que estaba sentado en el trono, estaba vestido con lujosas prendas que recordaban a la de los reyes de la edad media. Incluso si estaba cubierto de ropa, sus manos y su rostro dejaba en evidencia un cuerpo momificado y muerto desde hace siglos. Una corona cubría sus ojos de la cual salían varias cadenas que estaban conectadas a los anillos y las pulseras del rey. Ese mecanismo parecía ser el responsable de hacer mover su cuerpo, dando la impresión que se movía de manera retorcida como un títere.
—Hola. —Dijo el rey momificado.
—Ya volví, y encontré lo que hacía falta. —Respondió la piedra.
—¡Excelente! —Exclamó el rey antes de levantarse y acercarse, retorciendo su cuerpo hasta estar delante de Paul.
El rey momificado, escrutinio a Paul y lo observó en todos los detalles. Cuando paró, se dirigió a la piedra y le comento. —Has elegido bien, él será perfecto como nuevo cuerpo.
Al oír eso Paul empezó a correr, si se quedaba aquí, ahora ya sabía lo que le esperaba y que si se quedaba no habría un mañana para él. Los dos golems guardaban la puerta, pero estaba seguro de que podría esquivar y escapar del grande sin gran dificultad, el problema era el pequeño el cual podría atraparlo si no tenía cuidado.
Pero antes de que pudiera llegar a los golem, la piedra deshizo las piedras que usaba para tomar su forma humanoide y las usó para atrapar a Paul. El hombre intentó debatirse, pero no pudo nada, fue podado sobre la mesa incapaz de moverse.
Entonces, el rey momificado se acercó a la mesa.
—Perfecto, ya podemos empezar la operación. —Comentó mientras sacaba de su bolsillo un frasco, el que contenía una crema que hizo oler a Paul.
Al momento de oler la, el agente perdió la conciencia.
Después de unas horas, Paul se despertó. Miró a su alrededor para constatar que seguía en la misma habitación, incluso el rey momificado seguía ahí. Lo único que faltaba era la piedra que le había llevado hasta ahí.
También noto que ya no estaba atrapado en la mesa. Entonces intentó levantarse para comprobar con horror que no podía moverse, era como si su cuerpo lo ignorara. Intentó tomar fuerzas para levantarse, pero nada le sirvió, su cuerpo seguía ignorándolo como si él ya no fuera su dueño.
En ese momento, en el que Paul estaba en pánico, el rey momificado dijo:
—Ya puedes moverte Karreg.
De repente, el cuerpo de Paul se levantó de la mesa y empezó a caminar por la sala, lo que perturbó aún más al agente, ya que no era él que lo controlaba. Entonces el cuerpo del agente empezó también a hablar sin su consentimiento.
—Gracias. Por tu ayuda Mol.
—Bueno, con eso, pienso que mi deuda ha terminado. —Respondió el rey momificado.
Entonces Paul entendió que su cuerpo estaba siendo controlado por la piedra que lo llevo aquí. Ahora era la marioneta de la piedra y no podía hacer nada para impedirlo.
—Por cierto, podrías devolver mi llave. —Recordó Mol
Entonces, la piedra ordenó a las otras piedras de darle la llave, la cual le devolvió a Mol preocupado. Entonces, algo preocupada le preguntó:
—¿Estás seguro de que es la mejor solución?
—No lo sé, —le respondió Mol —pero al menos es una solución. Muchas anomalías buscan la antigua libertad de antaño de maneras distintas, pero pocos llegan a su objetivo. —En ese momento Mol usó la llave para abrir una puerta en una de las paredes. —Buena suerte Karreg, suerte en el mundo de los humanos.
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