La Irrealidad Permiana
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Todos estuvimos alguna vez perdidos.

Entonces decidimos que donde terminamos era donde queríamos estar.

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Habían pasado incontables atardeceres desde la última vez que había visto árboles; árboles como los que recordaba, al menos. Sin embargo, en tiempos de desolación, hasta lo extraño se prefiere ante la carencia, y después de meses de una interminable marcha a través de tierras yermas y escarchadas con las gigantescas osamentas resecas de seres cuyas formas nunca podría llegar a imaginar, aquella bestia cansada sentía el golpe de entusiasmo típico de un alma viva al encontrarse con suerte. Esa suerte palpable era anunciada por la vista de aquel oasis extraño a la luz de esa misma mañana. Su estómago rugía con hambre, no habiendo probado un bocado desde hace un tiempo demasiado largo para su propio bien, y sus ojos brillaban con lo que solo podía pensarse como lágrimas de esperanza, en los momentos en los que encontró aquella extraña cascada en medio de ese claro de extraños árboles modulares.

Hundió su hocico en las refrescantes aguas, sus dedos aferrándose contra el lodoso suelo en un éxtasis indescriptible, mientras su garganta hacía pasar un flujo constante de agua dentro de su cansado cuerpo. Por un momento, su mente tuvo un breve lapsus de todos los rincones donde alguna vez había estado, tan lejos de su hogar, tan lejos de todo lo que alguna vez conoció. Todo lo que había perdido.

Por primera vez en quien sabe cuánto tiempo, la vida se veía prometedora.



“Al fin. Después de tanto tiempo, la vida parece prometedora” Carwraith pensó para sí mismo en el momento en que sus pies se internaron en sus zapatos, como un pequeño paréntesis a su carril mental mañanero.

De inmediato se puso de pie y caminó hasta la mesa, sentándose cómodamente mientras tomaba el cucharón del plato que tenía frente a sí y tomaba bocanadas de cereal. Alternar pasos entre vestirse y preparar el desayuno era un viejo hábito de sus tiempos de universidad donde tenía que exprimir hasta la última gota de tiempo disponible entre sus incesantes estudios y la diaria carrera por llegar al autobús a tiempo. A pesar de todos los años que habían pasado entre esos días y el ahora, aquella costumbre había persistido.

Era realmente un “multitareas”, podría decir él de sí mismo. O, más apropiadamente, el realizar varias cosas al mismo tiempo era una necesidad tan básica para él como lo era el comer o respirar.

Invariablemente, fiel a ese estilo, repasaba una y otra vez en su mente lo que iba a decir en la conferencia del día de hoy al momento que sus mandíbulas empleaban toda su energía en crujir despiadadamente las remojadas hojuelas de cereal azucarado. Hoy era un día particularmente especial, y eso ya era mucho decir después de los últimos meses que él y sus fieles esbirros habían vivido.

Era el día en que recibiría a su primer colectivo de reclutas para el Proyecto Oules. Todos los oyentes de aquella reunión habían sido escogidos de un surtido de destacamentos móviles, equipos de investigadores, especialistas de contención, y otras tantas disciplinas y posiciones dentro de la Fundación que por el momento se encontraban muy lejanas en su memoria. Quizá podría recordarlas si decidía ocupar su mente en ello, pero en lugar de eso decidió seguir empleando su energía y desayunar al ritmo de su carril de pensamientos actual.

Aquella conferencia era especial por una razón más que las demás, y si Carwraith quería que el efecto que tenía en mente se manifestara en los corazones de su nuevo equipo debía escoger demasiado bien sus palabras. Las palabras correctas para inspirar confort en una de las realidades del universo más aterradoras, de entre todo el conjunto de verdades aterradoras a las que seguro la mayoría, sino es que todos ellos, habían estado expuestos alguna vez.

Por un momento, Carwraith comparó la maleabilidad del cereal que estaba consumiendo con la maleabilidad del universo…



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Por un breve instante, la cansada bestia pensó en como todo fluía como fluía el agua en su garganta. Había sido un tiempo extraño desde que encontró el claro; algo, no entendía muy bien qué, le daba espacio para pensar y recordar. Cosas que se sentían demasiado reales a pesar de ser imaginería y deseos suyos, recuerdos que se sentían difusos en su memoria.

Súbitamente, su cabeza se alzó en dirección al extraño graznido que distrajo su hidratación. Giró su cabeza de un lado al otro, sintiendo que algo no estaba bien pero siendo incapaz de percibir que era. Podía sentir el suelo firme bajo sus patas y el ruido de la cascada tras el río. Pero nada más. De pronto, lo entendió. No había presas. Era prácticamente una isla de verdor en medio de la más absoluta desolación y no había un solo animal a la vista. Podía ser solo un animal, pero incluso su breve conjunto de capacidades intelectuales le gritaban que ello no debía ser, que la soledad y el silencio solo podían anunciar peligro.

“GRgHraaah!”

La bestia escuchó el graznido nuevamente. Esta vez, juraba que el graznido se escuchaba como dos animales. Ecos del agua, quizá.

“GRgHraaaoogh!” escuchó otra vez.

“¿El territorio de algún depredador aun por ver?” pensó en gruñidos desarticulados, habiéndose acostumbrado de mala gana a tales interrogantes. Tras todo el tiempo en las tierras yermas, le que daba claro que ya no era más el superdepredador de cualquier situación y formar parte del menú de esperpentos irreconocibles se había vuelto una desconsoladora e irritante realidad. Giró completamente su cuerpo, esta vez rugiendo en desafío a lo que fuese que fuera a cruzar miradas con él, pero donde debía haber quizá un par de ojos amenazantes, había dos.



— No, no es un cable, son dos
Escucharon los espectadores que llegaban a la sala de reuniones de uno en uno. Uno de ellos, volteó en dirección al origen del quejido, encontrando a un par de investigadores en batas blancas debatiendo sobre un proyector.

Por un momento se preguntó cómo o por qué, a pesar de todos los medios audiovisuales de los que disponía la Fundación, había un par de colegiales tratando de conectar un proyector de la vieja escuela a una pesada laptop gris. Pero de inmediato lo reservó solo como un detalle irrelevante para algo que seguro debía ser mucho más importante.

Como miembro de Fi-2, el hombre había servido en misiones para una gran cantidad de sitios, y estaba, quizá, demasiado al tanto de lo excéntrico que podrían llegar a ser los investigadores para su propio bien. La idea quedó confirmada cuando, de la nada, el investigador le robó un beso a la investigadora, quien respondió empujándolo amistosamente para justo después encender la laptop que estaba sobre la oxidada mesita improvisada.

Si aquella evidente falta de profesionalismo era, de hecho, alguna manera de camuflar la importancia de la reunión, se estaban tomando demasiado bien su papel. De repente la investigadora le robó un beso al investigador antes de salir corriendo a través de las gradas sin ningún aparente propósito. El hombre entonces bajó las cejas, ahogado en la más absoluta incomodidad.

“¿En qué hoyo de lunáticos me he metido?” pensó para sí con un poco de preocupación.

No pasó ni un minuto luego de ello cuando las luces descendieron en el interior de la sala de reuniones, sin que las sillas acabasen de llenarse. No pareció importar demasiado, pues la gente seguía llegando, visiblemente con un poco más de prisa, pero sin parecer demasiado apurados.

Si no mal recordaba la invitación, se le pedía a la audiencia el comportarse con total naturalidad al llegar, por el bien de la confidencialidad; y al parecer, todos se lo estaban tomando muy en serio.

El hombre se reclinó sobre su asiento, y decidió apagar un poco los focos de alarma ante lo que parecía ser una orquestación de cátedra de colegio. Estaba seguro que cosas aún más apremiantes reclamarían su atención muy pronto.



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La apremiante apariencia de la criatura que tenía al frente acaparó, de inmediato, toda su atención. A la mala, la bestia había aprendido a no fiarse de los animales cuyos números de patas y cabezas difirieran de lo que tenía comprendido que cualquier cosa viva debería tener. De modo, que a pesar de no parecer amenazante en lo absoluto, la bestia apresuró a inferir que se trataba de una amenaza.

De poco menos de la mitad de su tamaño, la extraña criatura se asemejaba a un reptil verde con dos cuellos largos partiendo de su redondeado cuerpo sostenido por tres patas de dedos largos, cada cuello sosteniendo una cabeza ovoide de ojos curiosos. La extraña criatura graznó de nuevo con una de sus fauces, y luego con las dos, como si tratase de hacer reaccionar a la bestia que tenía enfrente.

La bestia le rugió.

“Roaaaaaorgh!”



— ¡Raaaauwwhr! — Coltz bostezó mientras estiraba los brazos, poniéndose más cómodo sobre su asiento cuando las luces de la sala de reuniones se apagaron de golpe.

— ¿Puedes aunque sea guardar un poquito de decoro? — Ashton le replicó con disgusto, uno de los brazos de Coltz habiendo deliberadamente golpeado su hombro.

— ¡Tranquiiila, hombre! Se nos dijo que actuáramos casual — Coltz respondió con audible abandono.

— Actuar casual no significa aparentar ser un recién levantado. Sea lo que sea guarda un poco de respeto por favor — Ashton le respondió, moviendo el brazo de Coltz fuera de su asiento.

— ¡Está bien, Está bien! Pero que genio — Coltz se defendió, acomodándose más sobre su asiento en una postura que indicara que iba a poner atención.

— Gracias — Asthon replicó con desdén.

Finalmente, tras dos minutos de murmullos ininteligibles en el lugar, el podio se iluminó y un tercer investigador en bata de laboratorio entró a la sala por la puerta trasera, con un largo puntero en la mano. El hombre se paró en medio del escenario con una sonrisa jovial que contrastaba de modo hilarante con el aspecto deteriorado de su rosada piel tapizada de cicatrices de quemaduras. Tras aclarar un poco su garganta para señalizar que se debía guardar silencio, se presentó en el momento en que las voces se acallaron para escucharlo.

— Bien, veo que todos estamos aquí. Es un alivio — el hombre de cabello cano de un lado y negro profundo del otro anunció al tomar el micrófono de poste frente a él.

Se escucharon un par de estruendos metálicos y uniformes, y el público volteó tras de sí por un momento para constatar que, sin ninguna clase de aviso, los investigadores que habían instalado el proyector cerraron las puertas de la sala de reuniones y habían puesto los cerrojos. La pareja alzó pulgares al hombre y este asintió con satisfacción.
— De equivocarme, lo lamento mucho por quien no haya llegado a tiempo — El hombre dijo con una risa leve al cierre, seguida por una breve risa simultanea por parte de su audiencia. — Bueno, es hora de comenzar. Buenas tardes, me presento; soy el Dr. Erick Carwraith del Departamento de Parazoología, y les agradezco por su asistencia el día de hoy

El proyector se encendió en ese momento, plasmando en la pared el emblema de su división, incómodamente cortado por la sombra del Dr. Carwraith.

— Como bien recordarán en su capacitación, nuestra división se encarga de catalogar, rastrear y estudiar los eventos de Reestructuración de la Realidad o "Eventos CK", así como a las anomalías causantes o derivadas de ellos. Ello, naturalmente, implica un acceso sin restricciones a todos los archivos de la Fundación, sin importar su nivel de acceso previo. Así que si las pruebas para aplicar a este proyecto les parecieron rigurosas, les aseguro que encontrarán todo ello perfectamente comprensible al final de esta presentación.

El Dr. Carwraith caminó a la izquierda del escenario, al tiempo que una serie de diapositivas ilustrando determinadas anomalías y sitios, familiares para algunos, desconocidas para otros.

— Aquellos con autorización 4/2000 y similares seguro están teniendo taquicardias ahora mismo. Si, todas sus anomalías de alto secreto quedarán accesibles para los miembros de esta división. No, no todas ellas son relevantes para nuestra misión, pero ya hemos probado con anterioridad que cualquiera de ellas podría fácilmente ser una evidencia de reestructuración a la que estar comprometidos a investigar o bien ser una falsa pista que debamos descartar. Así que piensen de esta nueva libertad que tienen de saberlo todo como una necesidad y no como un privilegio de ninguna clase; créanme, hay cosas allí que en serio quisiera olvidar. Así que relájense, nadie va a venir a darles un tiro en la cabeza por hablar libremente de lo que saben sobre sus anomalías.

Se sintió una tensión singular en el ambiente. Un par de espectadores al fondo ya estaban respirando agitadamente, mientras que una investigadora a la izquierda se tapaba la boca, al borde de contener sollozos que no quería dejar salir, y cierto agente al fondo se aferraba con todas sus fuerzas a los brazos de su butaca. Carwraith guardó unos momentos de silencio, aguardando a que los presentes de mayor rango se calmaran, mientras que los de menor rango se miraban unos a otros y a sus contrapartes de acceso elevado con semblantes de compasiva confusión.

Finalmente, cuando vio que varios de ellos aplicaban al fin los ejercicios de respiración que habían aprendido en la capacitación, decidió continuar.

—Bien… ¡Uff! Ese ha sido todo un momento ¿no les parece?

Carwraith preguntó a su audiencia con cierto aire humorístico junto a un choque de palmas con sus manos quemadas, a lo que muchos respondieron con risas de alivio. Un espacio para la confianza era algo que nadie esperaría dentro de la Fundación. Algunos sonrieron, otros solo dieron un respiro de alivio, la atmósfera pesada levantándose finalmente, para muchos de los presentes, por primera vez en años.

—Bueno, prosiguiendo. A muchos de ustedes con el nivel de autorización para leer ciertos archivos de reestructuraciones anteriores les parecerá que la misión principal aquí es evitar que sucedan. Les parecerá que somos los héroes dentro de la comuna de héroes que se encargan de mantener la realidad tal y como está. Guardianes de la cordura y la normalidad —dijo Carwraith, mientras vio que un par de miembros de destacamento asentían con cierto estoicismo.

Carwraith casi lamentaba tener que bajarlos de su nube tan bruscamente.

— Bien, lamento informarles que esas son mentiras romantizadas. Si, una de nuestras misiones es en ayudar a evitarlos, pero no podemos evitarlos todos, y ciertamente, no debemos. Nuestra misión principal es estudiarlos y entenderlos, ya que por mucho que suene imposible, los cambios en la realidad son, al igual que lo anómalo, parte sustancial del mundo natural.



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No había forma posible que aquel ser fuese parte del mundo natural y, sin embargo, allí estaba, pandeando sus cabezas al ritmo del viento mientras no apartaba ninguno de sus pares de ojos de la bestia.

La bestia tenía inquietud, tenía miedo, y sobre todo, tenía hambre. Cazaría a este animal que no le llegaba a los hombros, como ya había hecho incontables veces desde que llegó al oasis, hace ya varios años.

Siguió su primer instinto, el deseo primordial por la carne, y se abalanzó sobre el animalito

"Grroiorgh!!!" el animalito chilló en terror al tiempo que daba un brinco diagonal imposible, tratando de evadir el ataque de su perseguidor. Pero ya era demasiado tarde, ya uno de sus afilados colmillos ya había rasgado la correosa piel verdosa. La bestia se relamió la sangre de los dientes. Le gustaba la sangre, le gustaba el sabor de esa carne.

El animalito arqueó sus cuellos y trató de mostrarse amenazante, sintiendo como su carne blanda rozaba dolorosamente contra el aire libre. De nuevo tendría que huir de los viejos forasteros, como había hecho con los suyos hace muchos años…



— Hace muchos años, y he de añadir, muchas iteraciones de nuestra Realidad, la Fundación asumió la misión de contener todas las cosas que encontraran, incluyendo por supuesto a cosas vivas. Pegasos sin alas, elefantes divinos que colectan las almas de los muertos, pterodáctilos diminutos, enfermedades que convierten a los muertos en bestias arácnidas , e inmensas serpientes marinas ocultas en los confines más remotos del planeta. La asunción habitual era que estos seres eran inexplicables caprichos del universo, evidencias de interventores desconocidos, o de forma más simplista las creaciones de algún alterador o algún científico loco. Después de todo, no es como que alguno de ellos pueda codearse con nosotros en el árbol familiar, ¿no es así? — Carwraith pronunció para justo después dar una pausa apreciativa, oyendo las risas leves del trío de investigadores con credenciales 3/1000.

— Pues bien, esa era la noción que se tenía hasta hace apenas un par de años. Allí es cuando entramos en escena —. Carwraith extendió su puntero hacia la siguiente diapositiva, que ilustraba una pluma blanca de apariencia suave.

— Comenzamos a recabar información en los sitios más antiguos de los que tenemos conocimiento, reunimos todo lo que pudimos de sus anomalías biológicas en contención, e hicimos mapeos genéticos de todas las cosas vivientes con un ADN legible y otras tantas que resultaron retos bastante entretenidos — continuó, viendo como la Dra. Vander y dos de sus asistentes, del Departamento de Genética, soltaron pequeñas risas al entender el chiste.

— También tomamos lecturas de los niveles de hume de los organismos y los resultados fueron, por decirlo de forma profesional, impactantes.

Una especie de gráfica apareció al lado de la imagen de la pluma, que en un primer momento parecía solamente un desorden colorido de manchas de las que se extendían salientes y picos.

— Para aquellos que no estén familiarizados, los humes son la medida que usamos para evaluar la realidad en un sistema. ¿Qué quiero decir con esto? Bueno, pasemos a aspectos más cuánticos, por así decirlo.

La gráfica se expandió por encima de la pluma, con tres pequeñas imágenes apareciendo sobre cada uno de los tres picos principales.

— Al fondo de la Realidad conocida, está este tapete de energía al que conocemos de forma muy pintoresca como Espuma Cuántica. La manifestación de todo el mundo físico y las reglas que lo rigen está determinada por la altura de la espuma en el sistema que representa. Si la espuma es muy baja, obtenemos energía; si la espuma es lo suficientemente alta, obtenemos materia. Y si por casualidad, la espuma se alza en algún punto medio, obtenemos partículas virtuales, pequeños elementos transitorios que se manifiestan y decaen hasta desaparecer cuando han producido sus efectos — Carwraith prosiguió con la explicación, apuntando a la imagen de un haz de luz, un cachorrito y una lampara de neón, respectivamente.

— Ahora bien, la uniformidad de esta espuma, la que permite a la materia y la energía el distinguirse entre sí e interactuar normalmente puede ser alterada por eventos de alta energía que añaden o restan altura a la base de esta espuma. Es la altura de la espuma base lo que conocemos como nivel de Hume, y es la base sobre la cual todas las interacciones del mundo físico mantienen su coherencia.

Dos imágenes, una a cada lado, aparecieron para opacar por completo a la gráfica. Una era un fósil de un animalito parecido a un gusano con una trompa terminada en pinza y ojos pedunculados, y la otra fotografía de archivo de un alterador de la realidad suelto en una calle metropolitana, flotando sobre luces rojas y verdes.

— Ahora bien, que alta energía puede significar cosas distintas dependiendo del contexto. Puede ser una intervención directa de excitación del nivel base de espuma cuántica — dijo mientras apuntaba a la tenebrosa toma del alterador — o, como hemos visto en el campo, con interferencias un poco más… persistentes.

La imagen del fósil engrandeció hasta tapar la del alterador.

— Como ya se ha visto en muchos otros estudios sobre anomalías ontoquinéticas y en fenómenos cuánticos específicos, la conciencia de los seres vivos juega un rol innegable en la manipulación de la realidad. La sola perspectiva de un individuo puede colapsar la luz que ve, tornar en ciertos a los valores arbitrarios de una colisión de partículas. Los alteradores de la realidad son la cúspide de esta habilidad y, de hecho, son una conclusión bastante coherente a la maleabilidad de la realidad misma. Si hay un recurso, habrá cosas vivientes que lo exploten.

La imagen de la pluma de pronto se hizo visible una vez más, se encogió y emplazó en una de las ramas de un árbol genealógico, al lado de cual habían otras imágenes que algunos investigadores reconocieron al instante.

— Bajo este supuesto, el mapeo de las anomalías biológicas se basaba en una idea simple. Si la vida se adaptó para funcionar como un ancla de realidad a una escala extensiva, no solo lo hizo a nivel individuo, o incluso a nivel especie. Este fenómeno de imponer un estado de realidad debía haberse dado a nivel ecosistema, todo un conjunto de especies y sus interacciones funcionando bajo las reglas que les permitiesen funcionar. Una imposición de la vida sobre la Realidad misma. De modo que, si la realidad había sido alterada antes, aquellas especies sobrevivientes debían no solo conservar el historial genético de sus líneas evolutivas alternas, sino también los niveles de hume con los que sus metabolismos estarían supuestos a funcionar, si es que aún estaban vivos. Pronto, quizá demasiado rápido, confirmamos esa suposición.

Las imágenes de archivo en la punta de las ramas del árbol genealógico cambiaron para volverse imágenes a cuerpo completo de las entidades, o al menos, como estas deberían verse en un estado óptimo. En una estaba lo que parecía ser un cerdo con alas, y muy cerca de ella, un equino con alas. En la tercera, más lejana en el árbol, estaba un antropoide de apariencia inquietante, con multitudes de alas que brotaban desde toda su espalda.

— Pudimos constatar que varias de esas anomalías biológicas de hecho pertenecían a especies emparentadas y que además las desviaciones de sus niveles de hume coincidían entre sí. Por lo que pudimos mapear arboles filogenéticos de grupos de organismos anómalos que antes solo se suponían como porciones sueltas de misterios irresolubles —

Las tres imágenes de los vertebrados alados se tornaron en radiografías de los mismos y tomaron el centro de la pantalla.

— El problema con todo esto era, básicamente, que incluso asumiendo que estos seres eran remanentes de ecosistemas borrados de la existencia, ello no explicaba como pudieran haber sobrevivido en nuestra realidad sin desvanecerse en la nada cuántica. No con todos al menos.

— Si bien es cierto que tras un Evento CK, siempre quedarán regiones no revertidas, el que haya organismos vivos en ellas es una probabilidad remota e incoherente de asumir como regla, dada la enorme cantidad de especies anómalas que tenemos en contención. Como un paleontólogo averiguando como los distintos tipos de fósiles se preservan en circunstancias especiales, debíamos proponer un panorama coherente que explicara cómo tantas criaturas estaban facultadas con la capacidad de sobrevivir en entornos que, sustancialmente, no tienen las leyes físicas que hacían que sus cuerpos funcionaran en sus natales iteraciones de realidad

Las radiografías desaparecieron de la pantalla y videoclip comenzó a reproducirse.

— Entonces fue cuando nuestro colega el Inv. Martínez aquí presente — dijo Carwraith al momento en que saludaba a uno de los investigadores en las puertas de la sala de reuniones y este le devolvía el gesto con un pulgar arriba — tuvo una gran idea con la que trabajar. Si la vida biológica era tan cuánticamente resiliente, lo suficiente como para mantenerse físicamente presente en líneas de tiempo reescritas y desarrollar cualidades anómalas con la ayuda de cadenas de ADN sostenidas en partículas virtuales, eso quiere decir que la vida biológica tuvo un tiempo de exposición a estos fenómenos lo suficientemente extenso como para que pudieran desarrollar mecanismos ontometabólicos que les permitieran resistir las reescrituras en la existencia. En pocas palabras, un tiempo en el pasado en el que la realidad era más inestable.

El videoclip comenzó a reproducirse. En lo que aparentaba ser un terrario, estaba instalada toda una jardinera de plantas sobre un suelo café oscuro; evidentemente se trataba de una instalación recién elaborada para alguna clase de prueba.

— Para probar la teoría, necesitábamos un organismo no actual, cuya naturaleza diera a indicar que se trataba de un representante de algún ecosistema reestructurado, y que no hubiese sido expuesto a los cambios en la realidad más recientes, para evaluar su resiliencia a cambios ontológicos locales. Así que hicimos uso de una de nuestras anomalías de resurrección para recrear a este organismo fosilizado. Aquellos que pertenezcan al Departamento de Paleontología seguro ya habrán reconocido que se trata de un Tullimonstrum, un pequeño animalito de las aguas del Carbonífero de Florida, hace unos 300 millones de años. Pues bien, tomamos uno de estos, y lo regresamos a la vida. Teníamos la teoría de que si exponíamos su biología a nuestra realidad, la diferencia en los niveles de hume debía notarse y asentarse gradualmente a niveles que le permitieran sobrevivir en esta época. O bien se desintegraría horriblemente y tendríamos al Comité de Ética respirándonos en la nuca — Carwraith añadió con tono humorístico, causando risas leves entre los presentes y una violenta carcajada por parte de la investigadora perteneciente al Comité de Ética al frente de las butacas— Los resultados fueron, de hecho, un poco más interesantes que eso.

En el videoclip, una dama con un traje de destacamento móvil que portana el emblema del Omega-12 transportaba una caja blanca entre las manos. La colocó en el suelo, abriéndola delicadamente, y se alejó un par de pasos. Esa misma agente estaba a mitad del espacio de audiencia, mirando el video y a los presentes con expectación entusiasta.

En la grabación; lo que parecía ser gel flotante salió de la caja; y dentro de él, un Tullimonstrum vivo nadaba con entusiasmo. A medida que el animalito nadaba, el área del gel en el aire incrementaba, momento en el que la dama trajeada alzó sus manos y puso las palmas sobre el gel, haciéndolo disminuir.

— Lo que están viendo justo ahora no es ninguna cualidad anómala directa, ni producida por el Tullimonstrum o su proceso de resurrección. Los niveles de hume del pequeño animal eran significativamente más elevados que la referencia, pero no estaba deformando la realidad conscientemente. Sabemos esto porque no manifestaba las subidas de hume que los entes alteradores presentan al reescribir la realidad.

En la grabación, pareció que la agente recibió una orden y rápidamente se retiró, permitiendo al pequeño animal vermiforme el nadar con libertad por todo el recinto.

— El gel en el aire es el agua de la atmósfera, alterada por la realidad local del Tullimonstrum para comportarse como debería haberlo hecho en su ambiente original. Imposición facultativa de la realidad objetiva, producida por un organismo sin cualidades ontoquinéticas. Expón a un organismo a su ambiente natural, y no será menos mundano que cualquier otro. Pero sácalo de su área de leyes físicas habitual, e involuntariamente modificará las reglas del entorno en el que se encuentre. Sí, ya se imaginarán que llegamos a esa conclusión por lo que sucedió después.



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Lo que sucedió después fue predecible, pero no por ello menos terrible. La bestia saltó nuevamente hacia el animalito, esta vez atrapándolo entre sus fauces, sacudiéndolo con violencia y azotando su cuerpo contra el suelo mientras que la agonizante criatura exhalaba sus últimos chillidos de agonía, oídos desde todos los rincones del espeso bosque de pinos. No era una cacofonía nueva, pero definitivamente llegaba a oídos de todos los habitantes del bosque con cierto temor irremediable.

La bestia rugió triunfante, y procedió a consumir a su presa como había hecho un sinnúmero de veces en ese claro del bosque. Era el lugar en el que había nacido después de todo, y aun sin saber por qué, se dejaba reconfortar con el conocimiento de que estaba en su medio, en su hogar, entre los mismos pinos entre los cuales había corrido durante toda su vida. Una bestia en su hogar, y era todo lo que importaba.

Pero entonces el suelo tembló, y la bestia sintió en sus narinas un aroma almagre y detestable.

Miró frente a sí, y una columna de escarlata fundida se alzó en lo alto, su refulgente líquido caliente escarchando los árboles cercanos y haciéndolos estallar en llamas. las criaturas vivientes volaron despavoridas, y todo el bosque despertó en medio de llantos y alaridos de terror. El suelo se cimbró nuevamente, y la bestia cayó sobre sus rodillas y codos, mirando con impotencia como una ingente grieta se abría en el suelo y tragaba todo debajo de ella.

Tras millones de años de paz, había llegado al final del bosque.



— Al final, después de una larga deliberación decidimos permitir que el Tullimonstrum permaneciera y alterara el entorno del terrario, con el propósito de documentar todos los cambios que realizase.

El videoclip aceleró lo que pareció que fueron días en cuestión de segundos hasta pausarse, mostrando ahora un ambiente irreconocible. Todo el espacio del terrario estaba lleno del mismo gel purpúreo que el Tullimonstrum parecía invocar y las plantas se habían deformado hasta tomar apariencias animalescas y estrafalarias. El animalito nadaba con júbilo por todas partes dentro de su propio pedazo de realidad.

— Dos semanas más tarde, y todo el ecosistema que habíamos plantado había sido modificado en todo aspecto. Las plantas se deformaron, tanto física como genéticamente en especies irreconocibles. Creemos que imitaban la apariencia de especies de invertebrados desconocidas que servían de sustento al Tullimonstrum. Y el suelo mismo había cambiado de composición química. La sola perspectiva de este organismo había reescrito las reglas y las formas del espacio y la vida a su alrededor.

Los presentes quedaron en silencio, muchos de ellos ya intuyendo lo que seguía, mientras se limitaban a observar al pequeño ser prehistórico nadar en los extraños aires.

— Naturalmente, una modificación tan invasiva del entorno no debía ser impedimento para otros organismos. Así que comenzamos a introducir especies de nuestra realidad local para probar las reacciones del espacio y la biota resultantes de dos semanas de exposición retroactiva.

En el videoclip, la dama trajeada caminó dentro del espacio alterado con lo que parecía ser una planta entre las manos. La dama dio un pequeño grito y la planta cayó al suelo. Su apariencia se había deformado hasta tomar la apariencia de la flora circundante en el momento en que cayó al suelo.

— Comenzamos con vida vegetal, pero cualquier planta que ingresábamos rápidamente cambiaba hasta volverse como las presentes dentro del terrario.

La grabación se aceleró unas horas en fracción de segundos y la dama de traje entró nuevamente al terrario, esta vez cargando un vaso en una mano. Se detuvo en medio del terrario y tocó su oído con la otra, al parecer hablando con alguien.
— Luego intentamos con animales inferiores; insectos, gusanos, invertebrados de tamaño pequeño. Todos ellos desaparecieron tras los primeros segundos de exposición a la realidad alterada. Entonces Martínez hizo la observación de que nuestra invitada del Omega-12 no se había esfumado en el aire y no nos había reportado la necesidad de usar sus habilidades ontoquinéticas para evitarlo. Así que probamos con otra clase de animales.

En el videoclip, de entre los palpitantes matorrales, sobre el suelo endurecido, un pequeño conejo blanco hacía su aparición.

— Comenzamos con organismos de tamaño semejante al Tullimonstrum, como este conejo. El conejo se comportó normalmente, sin ninguna dificultad para respirar a pesar de la atmósfera alterada. Sin embargo, no pareció mostrar interés por la vida vegetal, pero perseveramos en intentar observar si el conejo, al igual que el Tullimonstrum, ejercía alguna clase de cambio retroactivo en el entorno inmediato. Desafortunadamente no observamos ningún cambio y dos días después tuvimos que sacarlo para alimentarlo.
— Cuando revisamos sus niveles de hume, no apreciamos ningún cambio. En un primer momento, sugerí que la apatía del conejo se debía a la apariencia de la vida vegetal, y eso se traducía a que no estaba tratando de interpretar el entorno como una fuente de alimento. Entonces intentamos con un organismo con una alimentación más generalista, con la intención de descubrir si habrían interacciones tróficas entre las especies de dos ecosistemas distintos.

En la grabación, un cuervo voló dentro del terrario, posándose sobre una de las extrañas plantas, que a pesar de verse delgada al punto de lo inquietante, sostenía bien la masa del ave. El cuervo graznó repetidamente, llamando la atención del Tullimonstrum, quien procedió a nadar lejos. El cuervo emprendió vuelo en su dirección, y de una forma inesperadamente agresiva, atrapó al Tullimonstrum entre sus garras, picoteándolo en el aire.

El pequeño ser vermiforme se retorció y chilló de dolor, súbitamente dejando de moverse mientras su cuerpo inerte y el cuervo cayeron al suelo. La masa del cadáver se había visto repentinamente afectada por la gravedad. El cuervo rápidamente se reincorporó y continuó comiendo, mientras que el gel purpúreo se esfumaba en la nada y las plantas palpitantes retornaban a ser vegetación verde y estática.

Por unos segundos, el cuervo continuó comiendo hasta que súbitamente la cámara comenzó a temblar y cayó de cara sobre el suelo, quedando la pantalla en la oscuridad. Se escuchó el sonido de concreto resquebrajándose, el suelo cimbrándose, barras de metal cayendo, y el cuervo graznando de terror.

— ¿Ahora se preguntarán que sucedió después, verdad?. Bueno, para resumirlo de forma simple, el cuervo se tornó extrañamente agresivo y mató al Tullimonstrum. Tenemos algunas teorías al respecto; sin romantizar demasiado, suponemos que el cuervo percibió al Tullimonstrum como un agente extraño y lo calculó como una amenaza. Las mediciones de hume del evento nos indican que la realidad local recuperó los niveles habituales en el momento en el que dejó de moverse. Cinco segundos más tarde, y toda la imposición facultativa se había revertido… y eso de algún modo causó un sismo de 2.5 en la Escala de Richter en toda la zona — Carwraith añadió con desencanto.

— La observación de nuestros colegas del Departamento de Extrarealidad es que la acumulación retroactiva de eventos cinéticos revertidos y reimplantados acumuló una presión inmensa sobre el terreno en el que realizamos la prueba. Y si la reversión de un espacio del tamaño de un pequeño terrario ocasionó un terremoto, ¿qué sería de áreas habitables más grandes? ¿Qué sería de ecosistemas enteros teniendo interacciones hostiles como estas?

El videoclip desapareció y una línea de tiempo apareció en la pantalla con una fecha marcando una zona de color rojo de la misma.
—Aun se están revisando los marcadores de hume de todas las capas de suelo y los fósiles del periodo a nuestra disposición, pero los resultados iniciales apuntan a que en algún momento hace 250 millones de años, hubo un colapso ontológico global producido por estas interacciones entre biósferas —La línea de tiempo amplificó la sección marcada en rojo y una gran cantidad de imágenes de fósiles aparecieron en la pantalla— Hace 250 millones de años, una extraña conjunción de eventos catastróficos derivó en una de las mayores crisis ecológicas en la historia de la Tierra. La extinción del Pérmico.
Las imágenes desaparecieron y la línea del tiempo volvió a un tamaño apreciable, ahora con múltiples líneas a los lados, cada una coronada con la silueta de alguna clase de animal. La mayoría de ellas se cortaban tras la línea roja.

— Ahora manejamos la hipótesis de que la taza de extinción de ese evento, que actualmente se calcula en un 90% de toda la vida de la Tierra, es sino una fracción pequeña de un cataclismo mucho mayor. Múltiples estados de realidad, múltiples biósferas ontológicamente antagónicas entre sí, contendiendo salvajemente por un lugar en la existencia. Y tras esa guerra entre ecosistemas, los vencedores, nuestra biósfera, tuvieron que encarar el desastre planetario resultante. Llamamos a este hipotético campo de batalla prehistórico La Irrealidad Permiana, y podría ser el parteaguas de incógnitas mucho mayores.

Se escucharon murmullos, maldiciones silenciosas, y jadeos de realización.

— Se estarán imaginando que, o bien este cataclismo estabilizó lo suficiente la realidad objetiva como para que no ocurra de nuevo, o que estos eventos de reestructuración son cíclicos y obedecen a mecanismos de ramificación de la causalidad que apenas comenzamos a imaginar.

Hubo una pausa solemne que nadie se animó a interrumpir ni con un respiro.

— Estos son esos mecanismos los que vamos a estudiar aquí. Todo lo anómalo, todo lo aparentemente sobrenatural, y sus interacciones sobre el mundo, podrían bien ser las remanentes de estos conflictos entre estados de existencia chocando unos contra otros y combatiendo por existir. Algunos prevalecen, otros desaparecen. Y algunos más perseveran a pesar de los cambios de dominancia y se tornan en lo que llamamos Anomalías. Nuestro trabajo en el Proyecto Oules será el estudiar como estos cambios funcionan. Comprenderlos, registrarlos y si la existencia misma nos lo permite, el predecirlos y evitarlos.

Las puertas de la sala de reuniones se abrieron de golpe, haciendo sobresaltarse a los más sensibles de entre los oyentes.

— Ahora que saben esto, que toda nuestra realidad podría bien ser un estado transitorio, que las líneas entre lo normal y lo sobrenatural ya no van a quedar tan claras para ustedes, tienen una decisión que tomar. Pueden salir por esa puerta, tomar una dosis de amnésticos y continuar como miembros efectivos y valientes de la Fundación. O pueden permanecer, y acompañarnos en este viaje hacia lo desconocido.

Nadie se levantó de su asiento.

Carwraith sonrió con orgullo.

— Damas y caballeros, bienvenidos al Proyecto Oules.

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