Por ti, por lo que has hecho, ahora lo sé.
Me han dicho que era un asesino. Ya no recuerdo a mis víctimas. Me han dicho que era un orgulloso padre de dos hijos antes de ser encarcelado. Me han mostrado fotos de ellos; tienen rostros de extraños. Estoy así porque me escoltaron a una habitación y me dijeron que bebiera de una taza. Soy así porque ahora lo sé.
Me haces preguntas sobre armamento, propulsión, metalurgia. No puedo decirte estas cosas. Sólo puedo hablarles de la cultura que los hizo, y ustedes no tienen ningún uso de esa información. Podría hablarles durante días sobre los Exarcas, sus historias, las largas guerras que libraron, los sacrificios que hicieron en nombre de un bien mayor que su pueblo jamás podría conocer. Mis palabras caerían en oídos sordos.
Se destruirán a sí mismos. Yo sé esto. Puedo ver el miedo en vuestros ojos, miedo a cosas más allá de vuestra comprensión. Los Exarcas conocían ese miedo, y les llevó a quemar sus ciudades, matar a su gente y salar las cenizas. Eran mejores hombres que vosotros, y sus enemigos no eran menos terribles.
Me pregunto ahora, si algún día, habrá otro como yo, contando -vuestra- historia. Tratando en vano de explicar a -sus- captores que ellos también caerán. Me pregunto cuán lejos de aquí, cuánto tiempo pasará antes de que vosotros también estéis lo suficientemente desesperados como para intentar salvar vuestra historia, vuestros fracasos y triunfos.
Me sorprende lo tontos que sois, buscando armas. La sociedad que hizo esta historia, la sociedad que ahora conozco, valoraba su cultura por encima de todo. Si tenían armas, no les ayudaba contra lo que vendría, ni tampoco las vuestras. Os negáis a reconocerlo, por supuesto. Es indigno de vosotros reflexionar sobre mis palabras. Vuestra arrogancia no lo permitirá.
En cierto modo, os merecéis lo que se avecina. ¿Cuántos tirasteis como basura antes de llegar a mí? ¿Cuántos fueron sacrificados, en vano, buscando armas y tecnología que ya no existe? Y cuando sólo se enteraron de canciones que no habían sido cantadas en milenios, de los pasos de un baile para agradecer a los dioses por un parto exitoso, ¿considerasteis por un segundo el valor de este conocimiento? ¿O fue como los recuerdos que sacrificasteis, tantos datos inútiles?
Sé que me mataréis. Ni hoy ni mañana, pero muy pronto. El miedo que veo es tan profundo que un muerto no es una gran pérdida. No, el hecho es que lo más probable es que la pérdida de tu humanidad sea algo que ya no podáis recordar. ¿Estoy en lo cierto? Si? Parece que vosotros y yo tenemos algo en común entonces, excepto que… Vuestra humanidad no fue traicionada. No se vendió por un sueño de esquemas antiguos. No fuisteis metidos en una habitación a punta de pistola. Y vosotros no sabéis.
Ahora guardaré silencio. Los recuerdos de lo que una vez fue me reconfortarán, hasta que me matéis. Y entonces ellos, y yo, nos iremos. Otro cuerpo en la pila.