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A LA GRAN COLECCIÓN
DE LA ACADEMIA MEDICI DE LAS ARTES OCULTAS
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RESUMEN HISTÓRICO GENERAL
La Academia Medicea de Arte Oculto fue creada oficialmente el 16 de julio de 14841. Esto fue posible gracias a una bula del papa Sixto IV, que concedía al señor de Florencia Lorenzo de' Medici el permiso para "[…] fundar un instituto que se ocupara de formar a los jóvenes artistas más talentosos de Italia, y de hacer que su trabajo fuera agradable y utilizable para todos los hombres capaces que estuvieran al tanto de las cuestiones ocultas." El instituto nació como una escuela de formación de artistas, pero en manos de la familia de' Medici se convirtió también en un formidable vector de promoción diplomática para el Estado florentino.
La electora palatina, Anna Maria Luisa de' Medici
La Academia siguió siendo propiedad de la familia de' Medici (excluyendo el periodo republicano entre la muerte de Lorenzo y el ascenso de Alessandro de' Medici conocido como "Il Moro", "El Moro"2) siguiendo su destino y fortuna. Algunos peligros amenazaron su existencia, como el intento del Gran Duque Cosme III de venderla al rey de Francia Luis XIV. Esto se pensó para poder hacer frente a los gastos de la dote de su hija. Ella, llamada Anna Maria Luisa, será la última representante de la familia en tener el poder absoluto sobre la Academia. A través del llamado "Pacto de Familia", favoreció su independencia de los príncipes de Austria-Lorena, haciéndola imposible:
[…] "sacar de la capital y del estado del Gran Ducado, galerías, cuadros, estatuas, bibliotecas, joyas y otras cosas preciosas, de la sucesión del Serenísimo Gran Duque, para que queden para el ornato del estado, en beneficio del público y para atraer la curiosidad de los extranjeros. "
Desde entonces, la Academia cambió ligeramente su fisonomía: ya no estaba al servicio de los príncipes de los Medici, sino que inició una actividad que podríamos definir como museística y de recuperación del arte del pasado, según los principios de la Ilustración. Con ello se inició también una amplia difusión de la Academia, no sólo en otros países europeos no católicos, sino también en el resto del mundo, llegando a los continentes de Asia y América.
Con el nacimiento del estado Italiano bajo la dirección de Saboya, la Academia, que hasta entonces había mostrado un leve apoyo a la causa del Risorgimento, se propuso como institución de referencia en el tratamiento de lo oculto para el nuevo estado Italiano, cuya capital se encontraba ahora en Florencia. La Academia apoyó la actividad del Real Instituto para la Unificación de Italia; sin embargo, con la conquista de Roma en 1871 y la formación del Real Instituto de Anomalías Italianas (RIDIA en italiano), las prioridades de la corona dejaron de coincidir con las de la Academia. A pesar de este breve momento de crisis, la Academia no acabó siendo absorbida por el Real Instituto. Esto fue posible gracias a las donaciones realizadas por la aristocracia europea y la rica burguesía americana. No obstante, los años de la Belle Epoque fueron sin duda de los más prolíficos y fructíferos de la historia de la Academia, a pesar de la aparición de nuevos enemigos en el horizonte.
La situación de desamparo impuesta a Europa durante la Gran Guerra y sus consecuencias llevaron a las ramas europeas a una contracción de su fuerza y capacidad de acción. Por el contrario, las ramas de América tuvieron un gran éxito, aunque dentro de los límites impuestos por las circunstancias. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Academia consiguió salvarse de la furia del conflicto, aunque muchas estructuras fueron saqueadas por las unidades ocultas alemanas. No obstante, gracias a las buenas relaciones con la Fundación SCP y la Coalición Oculta Global (COG), la Academia pudo recuperar la mayoría de las obras robadas.
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ORGANIZACIÓN INTERNA
El Tutor de Florencia, Amedeo Baldini (Durante los años '40-'50 del siglo XX)
Debido a la extinción de la línea grand-ducal de los Medici en 1743, se hizo evidente la necesidad de reorganizar algunos cargos dentro de la Academia: ésta pasó de ser un instituto subordinado engranado dentro de los mecanismos del antiguo Estado toscano a una institución libre y privada. En la cúspide era necesario colocar una figura de prestigio. La posibilidad de que el Tutor de Florencia, el más importante de todos los tutores, se convirtiera en jefe de la organización, fue frenada por la intervención directa de Anna Maria Luisa. En su testamento decidió que la persona que iba a heredar el cargo de jefe supremo iba a ser el representante encargado de velar por las relaciones entre el instituto y los grandes duques, antes conocido como "Curador hereditatis3 ". La nueva función investida con nuevos poderes pasó a llamarse "Curador Academiae". Otros cargos que surgieron no cambiaron mucho respecto a los del pasado. Por orden, estos son:
- Curador: Jefe de la organización encargada de gestionar las finanzas generales de la institución y las relaciones con el exterior. A pesar de este último encargo, nunca se manifiesta en actos oficiales, ni dentro de la Academia ni con representantes de otros grupos. El cargo es electivo, pero no se conocen ni la duración del mandato ni las modalidades con las que se otorga. Se supone que es elegido mediante una votación interna por todos los Tutores de la Academia.
- Tutores: Representantes de cada rama, los Tutores gestionan las actividades internas de cada sede y también coordinan en parte las relaciones con el exterior cuando se les permite. El cargo es electivo y tiene una duración variable. Siempre se elige por co-optación entre un grupo de nombres que se han distinguido dentro de la Academia por los méritos y las contribuciones ofrecidas al mundo del arte.
- Supervisores: Los supervisores suelen ser expertos en un área específica de competencia, y tienen cierto poder de decisión sobre el trabajo de los asistentes. Mantienen una cierta transversalidad, y no deben ser considerados como meros ejecutores burocráticos de la voluntad de los Tutores, sino como miembros meritorios y honorables dignos de ser escuchados por su opinión.
- Asistentes: Todos los miembros de la organización, tanto si se dedican a la restauración como a la conservación o a las relaciones con el público, se denominan Asistentes, y son el corazón palpitante de la Academia y de sus actividades.
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