COG, o ese tipo con un fetiche por las armas
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Es el primer día de O5-10 y estaba nervioso.

No es que ningún miembro de su personal de seguridad a su alrededor lo supiera. Para ellos, él era uno de los miembros misteriosos y semi míticos del Consejo Superior, un grupo en la sombra que controlaba una organización de lo más oscura. Los rumores que circulaban los hacían sonar como sociópatas inmortales que habían existido desde la Edad de Piedra.

Así que cuando el anterior Diez se le acercó para sucederla, casi pensó que era una broma. ¿Un líder de la más poderosa organización del planeta, pidiéndole que la reemplace para poder pasar más tiempo con su nieta? Pero por alguna estúpida razón, aceptó.

Pero a este punto, se preguntaba qué habría pasado si se hubiera negado. ¿Era eso realmente una opción? ¿Se le habría permitido marcharse intacto?

Las puertas del ascensor se abrieron, revelando un pasillo corto que termina en un par de puertas, custodiado por otros dos miembros más de La Mano Derecha Roja.

"Por aquí, señor." dijo el Capitán Suárez. "Lo estaremos esperando arriba, señor"

"¿No vienes conmigo?" preguntó.

"Somos su personal de seguridad, señor, no podemos entrar," explicó Suárez. "Las salas de reuniones están protegidas por una cuidadosa selección del personal que no tienen ninguna razón de valorar a un Supervisor sobre otro, señor. No se preocupe, está en las mejores manos del mundo."

Diez salió y comenzó a sentir el tramo como de una milla de largo hacia las puertas dobles del otro lado, agarrando los papeles clasificados que le habían sido enviados.

El guardia al otro lado del pasillo asintió. "Supervisor. justo por estas puertas, por favor." ¿No lo escanearon?

El otro guardia lo miró brevemente, antes de volver a mirar a su colega y dar el más sutil de los asentimientos.

Oh. Diez atravesó las puertas lo más rápido que pudo.


El salón de reuniones de los famosos Supervisores era sorprendentemente sencillo. Todo lo que había en la sala de tamaño mediano era una mesa redonda de madera, con once asientos ocupados. El esperaba algo más elegante, pero la Fundación nunca había destacado por sus ostentosas decoraciones, ahora que lo pensaba. ¿Cuánto tiempo tardaría en solicitar una planta en maceta…?

Parecía que todos los demás supervisores ya habían llegado, hablando entre ellos o solo simplemente hojeando documentos. Posiblemente por procedimiento, iban a dar la bienvenida a un nuevo miembro.

Una mujer del Medio Oriente se puso de pie para recibirlo. "Diez, supongo. ¿Aúlla la luna negra?"

La palabra clave. Cada supervisor tiene su propia contraseña, algo que confirmaba que eran quienes decían ser. Si se equivocaba, como le había dicho su predecesora, lo fusilarían inmediatamente por espía.

"Con una canción de luto." Su voz se quebró un poco al final, y notó que las cejas de la mujer se levantaban ligeramente y su mano bajaba a su cinturón por un momento.

"Bueno, es un gusto conocerte," ella dijo, levantando la mano que estaba a punto de acabar con él. "Soy Eva. sí, esa Eva, del jardín del Edén y demás. Es una larga historia."

Diez perdió la capacidad de hablar, en cambio abrió la boca y se convirtió en un pez de aspecto muy estúpido. De todas las cosas que había esperado, no esperaba a alguien de la Biblia.

"Estos son los otros supervisores," dijo, señalando a la mesa de sonrisas de cortesía. "Si preguntas amablemente, podrán decirte sus nombres. Circulando por la mesa, son Dos, Cuatro, Cinco, y así sucesivamente, y a mi otro lado está la Muerte. Si, la Muerte, la Parca, Tánatos, o como quieras llamarlo. Nos conocimos en el pasado y lo capturamos. Larga historia, pero ahora eres inmortal. Disfruta."

La muerte parecía un hombre de negocios de mediana edad vestido con un traje negro, que estaba hojeando unos documentos. Miro a O5-10, y asintió cortésmente antes de volver a sus asuntos.

"Eh-uh, okey." En cualquier segundo, su cabeza iba a explotar. ¿Habían encerrado a la Muerte? ¿Así como a la Muerte misma? Quizás algunos rumores no eran tan absurdos como pensaba.

Diez miró alrededor de la mesa. "Espera, ¿pensé que éramos trece?

"Tres es una inteligencia artificial," dijo Dos, señalando la terminal a su derecha. Cobró vida parpadeando y encendiéndose, mostrando la imagen de un adolescente saludando, antes de que volviera a quedar en blanco. "Se encarga de la seguridad aquí en el sitio."

Eva se sentó entre Dos y Muerte, haciéndole un gesto para que se sentara entre Nueve y Once. "Como es lo usual, te damos algo de tiempo para ponerte al día, aprender todo lo que necesitas aprender, pero ahora tenemos una pequeña situación en nuestras manos que requiere un voto por consenso. ¿Cuatro?"

Un hombre bajo con bigote se puso de pie, repartiendo carpetas a todos. "Entonces, tenemos al Toro del Cielo dando vueltas en Siria en estos momentos. Nuestros activos ahora están en el suelo barriendo las cosas, pero no pasará mucho antes de que alguien obtenga imágenes. Necesitamos lidiar con eso, rápido."

Diez abrió su carpeta, que contenía imágenes de un gigantesco toro dorado atravesando un edificio de hormigón como si fuera un castillo de arena. Los escombros volaban a su alrededor como si hubiera surgido un tornado.

"Todas nuestras armas son prácticamente inútiles," continuo Cuatro. "No hemos podido ni rasparlo. Estoy estimando un escenario de Mascarada Rota en cuarenta y seis horas."

Todos los demás parecían bastante aburridos ante la idea de una Fundación pública, en lugar de estar aterrorizados como Diez. Pero mantuvo una cara caliente y centró su atención en Cuatro

"Interesante," dijo Eva, mirando las fotos. "Más grande de lo que recordaba. ¿Cuál es tu plan? Imagino que tienes una solución en mente."

"En realidad, pensé que podíamos involucrar a la Gock en esto," dijo, que se encontró con una serie de gruñidos enojados y ojos en blanco.

"¿Estás seguro de esto?" preguntó Siete. "Fue un poco de limpieza la última vez. Ya sabes cómo se pone."

"Mejor que una criatura mítica en medio de una zona de guerra."

"Uh, lo siento," dijo Diez, levantando la mano como si estuviera de nuevo en la escuela secundaria. "¿De quién estamos hablando exactamente?"

"Oh, ¿no te contó la antigua Diez?" preguntó Cuatro. "Gabriel Oscar Cartwright. O Gock, como yo lo llamo."

Lo dijo tan casualmente que Diez casi lo acepto sin hacer preguntas. "Uh… ¿lo siento? ¿te refieres a la COG, la Coalición Oculta Global?"

"Nah, es solo él," dijo la mujer a su derecha. "Toda la organización de la COG es un mito, es inventada. Solo es Gabe."

"Lo siento, ¿la Coalición Oculta Global de la ONU es solo un hombre?" Diez preguntó con incredulidad. Tenía que ser una broma. No podrían estar hablando en serio, ¿verdad?

"Bastante. Aunque es un hombre con un montón de armas métricas," dijo Cinco. "En serio, estos bastante seguro de que a este punto es un fetiche. Nadie necesita tantas."

"Siempre que encontramos algo que no podemos eliminar por nosotros mismos, llamamos a Gabe y lo destruye del planeta," explicó Eva. "Egipto, el Incidente de Ohio, el lobo con grandes dientes en el Ártico. Ha salvado el planeta más de una pocas veces. Todo lo que tenemos que hacer es encubrirlo."

"Pero… ¿como? he hablado con agentes de la Coalición, ¡diablos, antes dirigí un equipo de ataque en conjunto con uno!" exclamó Diez.

"Agentes de la Mano Derecha Roja. Si bien disparamos algunas balas, Gabe siempre mata a la anomalía. Es lo único que él pide."

"Mira, te lo dije." murmuró Cinco. "Es un fetiche con las armas. Al chico le gusta matarlos."

"No me importa si toma fotos de mi madre," se las arregló para decir Cuatro sin el menor atisbo de gracia en su rostro. "Él hace su trabajo a la perfección, es todo lo que importa. Puedo llamarlo y así hacer que eliminen al toro lo antes posible. ¿Todos a favor?"

Todos levantaron la mano alrededor de la mano, excepto Diez, quien aún seguía procesando que el mayor rival paranormal de la Fundación rival era solo un tipo con un amor poco sano por las armas.

Tal vez fue por la presión del grupo, o tal vez una estupidez, pero un poco después levantó la mano.

"Genial." Cuatro abrió un teléfono y rápidamente marcó un número. "Hey Gabe, ess- uh huh. Si, el toro en Siria. Elimínalo o lo que sea, no me importa. Yo eh-qué, ¿este fin de semana? Espera, déjame preguntarles a todos."

Cuatro cubrió su teléfono con una mano, mirando a los demás. "¿Todos libres para una barbacoa el sábado?"

Nuevamente, todos estuvieron de acuerdo, incluso la Muerte. ¿Necesitaba comer?

"Si, funcionará. Nos vemos entonces. Recuerda, el toro. Entendido. Sí, intentaré hacerlo. ¿Hielo? Seguro, conseguiré algunas bolsas. Muy bien."

Cuatro cerró su teléfono. "Terminamos. El toro debería de estar muerto en unas horas. Ocho, ¿crees que podrías acordarte de poner propano en la parrilla unas horas antes el Sábado?"

"Claro," asintió Ocho. "Así que eso fue todo por hoy, ¿cierto? Amenos que alguien tuviera algo que compartir…"

Todos se voltearon para mirar a Diez, quien se estaba llenando de tantas preguntas que sintió que iba a estallar.

"¿Hay algo en tu mente, Diez?" preguntó Eva.

"Entonces. Toda la Coalición Oculta Global, incluyendo sus equipos de ataque, el Alto Mando, sus organizaciones miembro, lo que sea, es solo un tipo con un arma."

"Un tipo con un montón de armas y con un fetiche por las armas," corrigió Cinco. "Si no le gustara tanto destruir anomalías, probablemente sería nuestra mayor amenaza."

"¿Es… es anómalo de alguna manera?"

"Nop," dijo Seis. "Simplemente un tipo al que realmente le gustan las armas y cualquier cosa que explote. Estoy un noventa y ocho por ciento seguro de que su padre era un AK-47 y su madre un misil tierra-aire, pero no es anómalo."

Diez no sabía que responder ante eso.

Eva bebió su café. "Siento que todavía tienes algunas preguntas."

"¿Hay otros grupos de interés que han sido… bueno, ¿falsificados?"

Seis se encogió de hombros. "Depende de tu definición, pero más o menos sí."

"¿La Iglesia del Dios Roto?"

"Fans del Steampunk, en su mayoría," dijo Seis. "Hubo un evento de cosplay en California que se salió de control hace un par de años, pero nos encargamos."

"¿La Universidad Alexylva?"

"Alguna universidad extranjera pretenciosa que solo habla latín. Son idiotas, pero ordinarios."

"¿Marshall, Carter & Dark?"

"Un grupito de mentirosos muy ricos. En realidad, nunca han vendido un solo artefacto anómalo, lo creas o no. Falsificamos algunos de sus archivos para mantener a sus compradores idiotas alejados de las cosas reales."

"¿Okey, que hay de Dado? ¿También es falso?"

"Se pronuncia 'dado,' pero no, dado real," intervino Eva. "No finjo ninguna palabra Todavía no estoy segura de que le pasa, para ser honesta."

"¿Que hay sobre La Quinta Iglesia?" preguntó Diez.

"Cinco chicos que comparten una estrella de mar como mascota."

"¿Ese tipo Nadie?"

"Tres niños en una gabardina, lo creas o no."

"¿Los Cultos Sárkicos?"

"Solo es un grupo de personas a las que les gusta mucho el vore. Completamente repugnante, pero definitivamente no anómalo."

"¿Que hay sobre el Doctor Wondertainment?"

"Oh, ese es solo Santa Claus."

Diez se sentó en su silla, totalmente aturdido. Había pasado veinte años de su vida en esta agencia, protegiendo al mundo contra innumerables anomalías y los grupos que las usarían para sus propios fines. Y ahora escucha que todos eran falsos-

Espera un minuto, ¿por qué están todos sonriendo de nuevo?

Todos en la habitación se echaron a reír porque no pudieron aguantar más.

Dios mío, no puedo creer que te creyeras eso!" Cinco jadeó mientras trataba de respirar entre carcajadas. "¡Mira tu cara!"

Diez se relajó, dejando que la tensión que había estado acumulando cayera a sus hombros. Así que fue solo una broma, algo que hacían con los O5 entrantes. Tuvo que admitir que fue un poco gracioso, que le hicieran creer todos esos cuentos

"Wow. No puedo creer que realmente cayera en esa."

Once le dio una palmadita en su espalda. "No te preocupes, todos estuvimos en tu lugar alguna vez. Solo una pequeña broma para dar la bienvenida a una nueva cara. Me alegra que estés aquí."

"Gracias, es bueno estar aquí."

"Nunca pasa de moda," se río Eva. "Doscientos años acá, y todos los Supervisores que he conocido han caído en esa."

"Pues yo-"

"Quiero decir, vamos, ¿Santa Claus? Eso es ridículo."

La sonrisa desapareció rápidamente del rostro de Diez. "Espera, ¿qué?"

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