San Valentin 45

A mi artista favorita:

Sé que, lamentablemente, ya no se encuentra con nosotros, y que ni siquiera llegamos a conocernos, pero me gustaría dedicarle esta carta que escribo desde el centro de mi corazón, agradeciéndole por toda la obra que realizó y que, además de inspirarme, definitivamente me cambió la vida.

Yo conocí su trabajo en un momento crítico de mi niñez: cuando mi madre se hallaba enferma y sola, yo me veía obligada a trabajar, era víctima de burlas y conocía de una capacidad que poseía pero debía mantener oculta. Sentía que el mundo se me venía encima, y he perdido la cuenta de las veces que ambas llorábamos amargamente por nuestra situación.

Sin embargo, si hubo algo que consolaba a mi madre era la música que usted compuso. Yo estaba un poco confundida; mi madre tenía todas las razones del mundo para estar enojada con todos y llena de odio: la vida había sido cruel con ella. Pero, en vez de eso, ella se mantenía alegre y amable. Pensé que la música que ella escucharía reflejaría su enojo y dolor, pero en su lugar escuchaba piezas que no evocaban precisamente esos sentimientos.

No solo eso, sino que, mientras más aprendía sobre usted, más me asombraba. Usted pasó por muchas cosas malas; sin embargo, a pesar de eso se tomaba el tiempo de crear algo hermoso capaz de traerle a otros la alegría que le fue arrebatada. Yo no lo entendía, pues siempre crecí con la idea de que uno no puede dar algo que carece, pero con el tiempo dejó de importarme.

Poco a poco me fue interesando cada vez más su obra hasta que, finalmente, tomé una decisión que cambiaría mi vida para siempre.

Una vez que nuestro tocadiscos se dañó y mi madre perdió las fuerzas para seguir tarareando sus canciones, tomé la vieja guitarra de debajo de la cama y la desempolvé para intentar tocar esas canciones para ella. Quería que fuese una sorpresa, así que estuve intentando recordar y tocar las notas que formaban las piezas en mis ratos libres, o en la noche, cuando ella dormía.

Sin embargo, mi memoria era algo mala, y muchas veces olvidaba cómo era que seguía la pieza, y no podía preguntarle demasiado seguido a mi madre, así que intenté hacer lo que pude para seguirla sin que sonase incoherente. Y así, poco a poco fui ligeramente modificando "La Sombra de Tus Ojos" hasta que, inadvertidamente, creé algo que podría llamar "propio".

O eso me comentó mi madre cuando toqué para ella. Su felicidad al ver que había hecho arte me impactó tremendamente, y continué haciéndolo solo para verla genuinamente feliz una vez más. Jamás imaginé que, luego de todos estos años, terminaría siendo yo quien experimentaría un sentimiento similar al ver a toda la gente que disfruta de mi obra.

Sin embargo, la felicidad duraría poco para mí. Pasaron varias cosas que no me gustaría recordar en este momento, y terminé huyendo, llevándome las manos vacías pero el corazón a rebosar del espíritu de esperanza que usted sembró en mí con unas cuantas notas.

Gracias a ese espíritu de fortaleza fue que, una vez en una tierra nueva, lista para empezar de cero, pude continuar y empezar con mi formación musical. Sentía que usted y yo no éramos tan diferentes después de todo.

Usted fue, y siempre será, una mujer fuerte, que pasó por problemas similares a los míos, y que halló la fuerza para no dejarse vencer y, en vez de eso, seguir adelante sin importar las adversidades, con ayuda de su hermosa obra y el aliento de aquellos que la disfrutaban. Y, por su desbordante creatividad y valentía para elaborar piezas de arte "anormal", fue incesantemente perseguida por una organización dedicada a acabar con ese tipo de cosas.

Sé lo que se siente ser buscada por no ser "normal".

Tal vez usted no lo haya llegado a saber, pero desde un tiempo acá ha resurgido, cual fénix, otra nueva organización encargada de la "protección de la normalidad" en Latinoamérica y, fiel a sus propósitos, no han hecho más que perseguir y exterminar a los que, como yo, no han hecho más pecado que ser distintos.

Sé que, al ser una artista de escenario que no se cubre bajo el velo del anonimato, pongo en peligro mi seguridad al exponerme en público, y muchas veces he pensado en retirarme, o desaparecer, o simplemente entregarme; pero, siempre que estoy a punto de tirar la toalla, pienso en que usted corrió el mismo riesgo o incluso un peligro aún mayor, y pese a esto jamás se rindió, ni dio un paso hacia atrás.

Al contrario, avanzó más de lo que creía posible, para demostrarle al mundo de lo que era capaz de hacer. Para escupirle en la cara a todas esas organizaciones hipócritas que solo buscan silenciarnos.

Es por esto que he decidido jamás rendirme. Sé que eso es lo que usted querría, porque sé que es lo que hizo en mi situación.

Muchas gracias.

Dea de la Yard "Deadly Sunset"

En memoria de Susanna Carmen Vázquez Flores.

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