San Valentin 18

Querido Yerko Venceslao,


Si estás leyendo esto, he muerto.

Ya sea por mi propia mano o como resultado de una anomalía que se desató y causó estragos en el sitio, el punto final del asunto es que estoy muerta. No sé lo que esto significa para ti, y nunca lo sabré. Me gustaría pensar que mi fallecimiento te habría afectado algo, pero, de nuevo, trabajar en la Fundación es un asunto sórdido. Quizá estés tan acostumbrado a las pérdidas que mi muerte no te afecte. En cierto modo, espero que sea así para que no me lamentes.

Pero de cualquier manera, hay una razón por la que escribí esta carta. Quería que supieras que te quiero. No románticamente, no, eso sería muy cliché y un poco exagerado, ¿no crees? No. Te quiero como a un hermano. No podría pensar en una persona mejor para hacerme compañía durante mi estancia en la Fundación que tú.

Puede que no hayamos hablado todo el tiempo, pero debes saber que he apreciado cada momento que hemos pasado. Tus preguntas sobre mi trabajo siempre me llenaban de alegría. Tus preguntas sobre mi vida y mis experiencias me hacían sentir que alguien en este frío mundo se preocupaba por mí. Por eso, te doy las gracias.

Gracias por ser mi amigo.

Nunca habría podido decirte esto en persona. Por eso, como la cobarde que soy, dispuse que esta carta te fuera enviada a título póstumo. Lamento que nunca hayamos podido visitar juntos la Pequeña Habana como siempre quisiste. Siento haberte obligado a recibir esta carta después de que no pudieras responder a ella. Siento no estar más presente para hablar. Siento haberte dicho que te quería sólo después de haber muerto.

Por esto y por todo, lo siento.

Gracias por todo, querido amigo.




Con amor,

J. Everwood

Si no se indica lo contrario, el contenido de esta página se ofrece bajo Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 License