San Valentin 12

Borja Dowell,

Soy el Dr. Vicario, del departamento de transcripción y traducción, espero que aún te acuerdes de mí. No soy mucho de hacer este tipo de cosas, pero me parecía oportuno ponerme en contacto con alguien que sé que aún conserva algo de cordura y humanidad. Supongo que ese será un requisito indispensable del Comité, pero en cualquier caso se agradece saber que no se está rodeado totalmente por máquinas disfrazadas de doctores.

No hemos tenido mayor interacción que alguna conversación breve en los pasillos del Sitio, y por ello me atrevería a afirmar que sé más yo de ti que no al revés. Tampoco es que yo tenga demasiado que contar, mi departamento es potencialmente el más aburrido, y cada vez que me asignan una investigación de anomalía, de algún modo u otro termino por pifiarlo todo. Pero supongo que eso para ti no resultará una gran sorpresa, no me extrañaría que mi nombre haya surgido en alguna de tus reuniones, y no precisamente para galardonarme con el empleado del mes.

La cosa está en que no soy el único al que se le va la mano a veces, ¿no es cierto? Leí el reporte de ES-260. No me preguntes cómo obtuve las credenciales, el caso es que lo vi y me quedé fascinado. Estoy convencido de que no debió resultar una decisión sencilla, y en cualquier caso aquí estás, aún con el porte de siempre. Habrás tenido que tomar decisiones aún más trascendentales, donde la vida no es siempre el valor a priorizar, y con todo ese peso a tus espaldas, aún decides cada mañana entrar por la puerta de tu despacho.

Te tengo un gran respeto y admiración por eso. Sí, quizás también a los demás del Comité, pero eres tú el que sin duda más tiempo y entusiasmo has dedicado a este empleo. Seguro que conoces de sobra todos los tejemanejes de los altos cargos y debes callar, y has sido testigo de lo innecesariamente cruenta que puede ser la gente entre estas paredes. Y con todo, al menos por lo que veo, has logrado amar tu oficio, y más aún, lograste que yo mismo también lo hiciera. No han sido pocas las veces que me he planteado sencillamente irme. Solicitar la amnesia y poder olvidar tanta mierda y vivir una vida normal. He llegado a cansarme de las injusticias, y de mis propios errores. Pero ha sido la dedicación de personas como tú que me han inspirado a seguir adelante con esta labor, por más dura que pueda ser la realidad de la Fundación.

Es por esto que quería escribirte esta carta, para darte las gracias, que incluso por lo poco que hayas podido hacer por mí, ya ha sido mucho más de lo que ningún otro compañero ha hecho. Sigue así, Dowell, con la cabeza bien alta, que tenemos un gran trabajo, y aunque nadie fuera de este oficio jamás pueda apreciarlo, nosotros siempre nos apoyaremos.

Atentamente,

S.V.

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