Fe

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La versión original del presente relato tiene la siguiente introducción, escrita por su autor original, el usuario Crayne:

Para el Intercambio de Arte de Amigo Secreto 2014, fui retado por LordSpy a escribir un relato basado en el resultado de un generador aleatorio de tramas. Usé el generador de trama de creepypastas creado por Syera, disponible aquí. Esto fue lo que me dio para trabajar. Dejé fuera la parte de "acosada por una extraña criatura" solo para mantenerlo viable.

Un día en una granja abandonada acosada por una extraña criatura, un viejo viudo y un viudo intentan crear el corazón de un niño.


Inicios de invierno de 2006

Harry Arnsberg dio unos pasos atrás y observó la maquinaria frente a él.

"No lo sé, papá. Esto se siente raro."

Su padre levantó su máscara de soldadura y apagó su soplete.

"Ten fe, hijo. Jenna y Maureen la hubieran tenido."

El comentario dio en el blanco y Fred Arnsberg inmediatamente se arrepintió de haberlo hecho. "Sé que la extrañas. Yo también extraño a tu madre, lo sabes. Pero ellas hubieran querido que hiciéramos esto. Lo sabes, ¿no?"

Harry suspiró y se encogió de hombros. "Supongo, papá. Es solo que es tan extraño, ¿sabes?"

"¿Más extraño que una mujer embarazándose sin tener sexo y un tipo multiplicando peces y vino en una montaña?

"Supongo que no," Harry murmuró, "Supongo que no, no lo es. Es solo que… aun si todo esto es real, ¿por qué no podemos…?"

Su padre lo interrumpió. "El pasado es el pasado, hijo, tú lo sabes. Es el futuro lo que podemos influenciar."

Harry suspiró. "Sí, lo sé. Es sólo que no parece justo."

Fred bajó la máscara de soldadura de nuevo.

"La vida no lo es," dijo y volvió a trabajar.

Su hijo se quedó reflexionando sobre los eventos que habían llevado a esto. Mientras examinaba lo que él y su padre habían construido, su mente regresó al día más oscuro de su vida. Había estado trabajando en la ferretería de la familia, que pronto sería suya, cuando llegó la llamada. De hecho, lo había sentido de antemano, justo antes de que Jenna saliera de la casa con su hijo para recoger a su madre, pero no sabía qué significaba ese nudo en su estómago. Si tan solo lo hubiera entendido. Se clavó las uñas en las palmas de las manos con fuerza. Eso fue lo único que evitó que se hundiera en un lugar muy oscuro. Uno del que sabía que un día no regresaría si seguía haciéndose esto a sí mismo.

"¿Qué necesitas que haga, papá? ¿Alguna cosa que pueda hacer en particular?"

Su padre no respondió, solo señaló a unos planos que obviamente habían sido descargados de algún sitio. La resolución era pésima.

Harry examinó los papeles. Había alrededor de seis diferentes que su padre había impreso. Los diseños no tenían ningún sentido en absoluto, pero había algo allí, Harry no podía negarlo. Lo sentía en sus huesos y le recordaba cómo se había sentido la iglesia antes. Agarrando uno de los planos superiores, se sentó en la desvencijada mesa que ocupaba la escasa cantidad de espacio que aún no había sido ocupado por láminas de metal, pernos, resortes y medidores. "Entonces iré a buscar los componentes para este. ¿Papá?"

Su padre no reaccionó y Harry no necesitó que lo hiciera. Se había decidido a tener esa cualidad tan elusiva: la fe.


Un claro día de invierno, 2004

Al menos no habían sentido nada.

Eso es lo que se repetía a sí mismo, pero en el fondo sabía que nunca estaría seguro. ¿Había Jenna agarrado la mano de su pequeño antes de que sus luces se extinguieran? ¿Había dicho mamá algo para papá que este nunca escucharía? Preguntas que nunca serían respondidas y que lo perseguirían por el resto de su vida.

Pero al menos no habían sentido nada. No pudieron. El conductor de la semi no pudo evitarlo tampoco, Jenna solo había perdido el control del timón debido al hielo en el pavimento. Había caído directamente en la acera opuesta, justo en el camino del camión más grande que había visto jamás, y que alguna vez vería. Papá y él habían enterrado ataúdes cerrados. Dos grandes y uno demasiado pequeño. En las semanas siguientes, su padre se había transformado en un ermitaño, encerrándose en su habitación. Harry lo había visitado algunas veces, pero había obtenido poco de aquel hombre al cual llamaba su padre. Todo lo que hacía era sentarse tras su computadora y leer, aunque a veces garabateaba notas en una libreta manchada. Harry había intentado leerlas, pero su padre no se lo había permitido. No entonces.

No fue hasta que dejó de tratar de convencer a su padre y empezó a escucharlo que su padre se sinceró con él.

"A Dios no le importa, hijo."

Esas fueron las primeras palabras que dijo su padre tras el funeral, a parte de "hola hijo" y "adiós". A Harry lo impactó al principio. Aquí estaba su padre, un hombre temeroso de Dios toda su vida, denunciando a su dios. Protestó, le recordó a su padre la larga historia familiar en las tradiciones católicas profundamente arraigadas de la localidad, pero su padre solo levantó la mirada de su pantalla el tiempo suficiente para que Harry viera esa extraña mezcla de esperanzas muertas y fervientes oraciones en sus ojos.

Durante las siguientes semanas e incluso meses, discutieron lo que su padre había encontrado y Harry sintió como se desconectaba de su crianza tradicional y, de hecho, de su antigua fe. Se dio cuenta de que incluso si existía un dios, no le importaba lo suficiente como para dejar vivir a tres buenas personas y salvar a un pobre camionero de un trauma de por vida. Y sí, otros le recordaban constantemente que Dios trabajaba de maneras misteriosas, y que Jenna, Maureen y Austin estaban con Dios, pero ya no podía decirles que estaba de acuerdo con ellas, o que sus palabras le daban consuelo. Le daban escalofríos, sabiendo que sus seres queridos podrían ser exactamente lo que eran para él: muertos y desaparecidos.

Lo que su padre había encontrado no eran promesas vacías y moral hueca, eran los restos de orden en un universo de caos, los extremos deshilachados de un majestuoso tapiz que podía tejerse de nuevo. Harry todavía no estaba seguro de cómo su padre se había topado con eso, pero había gente allá afuera, gente que había aprendido la verdad. Y querían compartirla con su padre. Y su padre quería compartirla con él.

Había encontrado los planos. O lo habían encontrado a él…


Primavera de 2007

Estaba casi listo. No lo parecía, pero lo sentían. Mientras padre e hijo pasaban todos los fines de semana construyendo su monumento a su nuevo dios, se acercaron más, más de lo que jamás habían estado antes. Sabían que no podían borrar el dolor del pasado, pero tal vez podrían contener la esencia de lo perdido.

"Casi terminado, hijo. ¿Estás listo?"

Fred estaba sentado en la última silla que quedaba en la cocina de la granja abandonada que él y Harry habían reclamado para su proyecto. Mientras tanto, Harry estaba de pie frente a la ventana de la cocina, observando los campos cubiertos de maleza y los árboles retorcidos.

"No lo sé, papá. Realmente no lo sé. En los últimos meses he sentido algo que no había sentido antes. Como si alguien estuviera vigilándome, pero no se siente igual."

"Ese es él, Harry," respondió Fred y sonrió.

"Lo sé. Siento como si lo conociera, pero al mismo tiempo siento que no lo hago, ¿tiene eso sentido?"

Su padre asintió casi imperceptiblemente.

"Así es como es, hijo, Conocerlo es reconocer tu incapacidad de conocerlo. La carne solo puede llegar tan lejos."

"Supongo que sí. Aunque suena espeluznante."

Fred se rascó la barba completa que había estado dejando crecer desde el día que bajó los ataúdes en la tierra.

"Sí, suena así, ¿no?"

Ambos se echaron a reír, sin estar seguros de ninguna otra forma de aliviar su tensión.


14 de abril de 2007

"Estoy asustado, papá."

Harry estaba parado frente al panel etiquetado 'interruptor de control maestro'. Un solo interruptor de luz amarillenta sobresalía de él. Al igual que la mayor parte de la máquina que ahora llenaba la que había sido alguna vez la sala de estar de esa destartalada granja, había sido saqueada del interior del edificio. La chapa metálica provenía de una vieja cosechadora abandonada que habían descubierto en el granero, complementada con cualquier cosa que habían podido encontrar en la ferretería local. El cableado provino principalmente de la granja, el resto de su ferretería y tiendas en línea. Habían tenido que hacer concesiones, pero de alguna manera eso no parecía importar. A veces la intención era más importante que el resultado.

Su padre le hizo la misma pregunta que le había hecho unas semanas antes.

"¿Estás listo, Harry? No hay vuelta atrás después de esto."

"Lo sé, papá. Es solo que, ni siquiera estoy realmente seguro de por qué estoy haciendo esto."

Fred puso su mano alrededor del cuello de su hijo.

"Hacemos esto porque tenemos hoyos en nuestros corazones, hijo. Y tu vida se escurre por ellos, poco a poco. Todo lo que puedes hacer es taparlos con fe."

Sintió como su hijo empezó a llorar, el cuerpo entero de Harry contrayéndose silenciosamente mientras el hombre menor trataba de permanecer en silencio.

"Está bien, Harry. Lo necesitas."

Jaló a su hijo hacia él y lo abrazo durante un tiempo, observando en silencio su creación.

"Papá… Desearía poder salvar a mamá y a Jenna también."

"Lo sé, hijo, pero ellas vivieron sus vidas. Fueron muy cortas, pero fueron vividas."

"Sí." Fue lo único que Harry pudo decir, antes de cerrar sus ojos.

Se volvió hacia el panel de control y accionó el interruptor. La energía se apagó casi de inmediato, la muy improbable configuración de la máquina un drenaje muy probable del generador industrial que habían adquirido. La máquina no pensó mucho en ello. Se batió, resonó, zumbó y todo lo que pudieron hacer fue quedarse atrás mientras algo más grande que ellos trabajaba para violar las leyes cansadas del universo.

Cuando finalmente dejó de producir ruido y luz, y murió con un suspiro cansado y prolongado, Harry abrió los ojos de nuevo.

"¿Papá?"

Fred estaba parado junto a él, con los ojos abiertos y quieto.

"¿Funcionó, papá?"

Su padre no respondió, sus ojos miraban a la distancia, mucho más allá de lo que la carne podía ver.

Del interior de la máquina surgió una voz suave.

"¿Papi?"

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