Ética
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El hombre en los arbustos duerme en posición fetal, tiritando. Una ligera nevada, la primera del año, se arremolina en el viento. La frazada del hombre es lastimosamente delgada, y sólo hay un cuadrado de cartón entre él y el suelo congelado. Johnson no tiene que despertarlo. Puede sentir la desconfianza del hombre, como la de un animal.

“Hola”, dice Johnson, en forma casual. “Hace mucho frío aquí, ¿no? Trabajo para el refugio. ¿Puedo llevarte a algún lugar donde puedas dormir bajo techo?

El hombre tarda casi un minuto en sentarse. Está temblando violentamente. Quizás no hubiera sobrevivido a esa noche si Johnson no hubiera venido. Finalmente se empuja a sí mismo, tosiendo, a una posición erguida. Abraza sus rodillas.

“¿Fumas?” Johnson se agacha hacia la cama improvisada. El hombre sacude la cabeza, aun tosiendo.

“Bien, bien por ti. Eso es bueno. Bien ¿Qué te parece? ¿Podemos ir adentro? El hombre asiente con la cabeza, una vez, y se pone de pie con dificultad. Es difícil adivinar su edad por su barba hirsuta. Definitivamente parece menor de 35 años, lo cual es importante. 21 años es la edad ideal; con un desarrollo físico completo y un mínimo desgaste físico adicional que controlar. Los estadounidenses de 40 años de edad o más eran siempre un riesgo, en términos de aptitud física. En cualquier caso, tomas lo que puedes, pero más jovenes es mejor. Encontrar a mejores candidatos significa hacer un mejor trabajo. Hacer un mejor trabajo lo es todo.

La furgoneta está a dos cuadras de distancia. Otros cinco están esperando en su interior, disfrutando de los calefactores especiales que funcionan cuando están desconectados, por lo que no pueden robarlos. La furgoneta tiene numerosas medidas anti vandalismo como esa que discretamente se ha puesto en su interior. Nunca se sabe lo que esta gente intentará hacer.

“Mi nombre es Ben,” dice el hombre, aunque Johnson no había preguntado.

Seis en una noche es un muy buen botín, incluso para Johnson. Tres de ellos parecen estar en un estado de salud decente, incluyendo a la mujer. Ella es más joven de lo que él hubiera preferido, pero trabajas con lo que tienes. Es difícil encontrar a mujeres fuera del sistema médico, y siempre están en demanda.

“¿Qué clase de música le gusta a todos?” Johnson pregunta en forma alegre mientras la camioneta se aleja de la acera.

¿Dañarías a una persona para salvar a otras dos?


Está lloviendo. Johnson siempre había pensado que eso era sólo algo que la gente decía, que siempre llovía en Washington, pero ese era el clima que había cada vez que llegaba.

Los guardias de la prisión lo miran y se susurran mutuamente cuando él pasa. Reconoce a un par de ellos; él ha estado en esta prisión antes. Está seguro que los guardias oyen cosas, como él. Un secreto conocido por una docena de personas ya no es un secreto.

“Tú de nuevo,” dijo el alcaide. “Sabía que era algo cuando me hicieron salir de la cama.” Los de Seguridad saben que deben esperar en el pasillo, pero Johnson puede imaginárselos afuera, aguzando el odio, esforzando por estar al tanto.

“Tengo los formularios listos, señor.” Johnson alcanza su maletín. “Todo lo que necesito es su firma, y estaremos listos para empezar a cargarlos”

“He escuchado. No puedo creer que tengan suficientes helicópteros para llevar a todos esos hombres. ¿Dónde dijiste que estaba el accidente?”

“Al noroeste, por la frontera.” La respuesta de Johnson no importa; el alcaide no espera la verdad. “Se destruyó en el aire. Tenemos un gran área que cubrir para buscar a sobrevivientes. El tiempo es importante.”

“Por supuesto.” Él firma, Johnson le devuelve la constancia de recibo de transferencia, y trescientos destinos están sellados. “Lo sabía. Tenía que ser algo. Este es un pedido grande, incluso para ustedes.”

La forma en qué pone énfasis en “ustedes” hace que Johnson mire hacia arriba, hace que realmente examine al hombre. La cara del alcaide es petulante, como si la reacción de Johnson le dijera algo que él quisiera conocer. Se pregunto cuánto sabría el alcaide. Todo el mundo oye cosas. El alcaide podría saber más que Johnson.

Él no había conocido a este hombre antes, sólo había visto su nombre en archivos de aquí y de allá. Normalmente no acudían a él, pero la penitenciaria de máxima seguridad que normalmente usaban había tenido un cambio de administración. Sus empleadores no habían tenido tiempo de establecer conexiones allí todavía, y necesitaban a los sujetos ahora mismo. Ellos realmente iban a ir a un bosque en Washington, y realmente iban a realizar una búsqueda en una cuadricula, pero no iban a buscar los sobrevivientes de un accidente aéreo.

Los organismos altamente agresivos basados en selenio han estado viniendo desde algún lugar del interior. Aproximadamente cada tres horas, sale otra oleada desde el límite arbóreo, cada una exponencialmente más grande que la anterior. Esta mañana venían de 8 a la vez. En más o menos otras diez horas, a la tasa actual, habrá un ataque de más de estos animales que seres humanos en la Tierra.

Johnson no tiene idea que harán sus jefes cuando encuentren la fuente de la infestación. No tiene miedo; ellos pueden hacer cualquier cosa, una vez que sepan hacia dónde dirigir su esfuerzo. Pero primero, alguien tiene que averiguar dónde está. No hay tiempo de conducir una búsqueda con los equipos de comandos o enviar a robots. Necesitan a muchos para hacer el trabajo a tiempo.

¿Asesinarías a 300 ciudadanos para salvar al país?

“Todos recibirán recomndaciones, y serán transferidos a centros de tratamiento preferencial por el resto de sus sentencias,” Johnson miente, “Así que no volverán a ver a ninguno de ellos aquí de nuevo”

Los dos hombres se miran. Ninguno se mueve para darse la mano.

“Bueno, encontrará una compensación por su tiempo en el correo en dos semanas. No puede saber la diferencia que ha hecho aquí.”

Esa parte, al menos, es cierta.


Odia los hospitales psiquiátricos. No es la atmosfera, y por supuesto no son lo suficiente para asustarlo; es sólo que nunca sabe lo que está consiguiendo con lo que recluta. Los prisioneros son una cosa. Ellos no son tan peligrosos como uno podría pensar, y por lo general están en buenas condiciones aparte de los antecedentes de drogas y de las lesiones crónicas, pero lo más importante es que son predecibles. Los candidatos del sistema de salud mental, por otra parte, pueden ser irracionalmente desafiantes. Eso es malo para el programa.

“Espero que el nuevo hogar funcione para ella” dice la enfermera administradora en forma alegre. A Johnson se le dio una lista de nombres que —de acuerdo con su minería de datos— podrían cumplir con los requisitos para una tarea de investigación urgente. Uno de ellos está en la guardia de suicidios en este hospital.

“Si, bien.” Johnson abre su maletín. “Tenemos a un gran voluntario con debilidad por los huérfanos. Cuando escuchó que, emm, Michelle no tenía una familia a la que volver — bien, ¿cómo se supone que se reintegrará a la sociedad sin una?”

“Estoy de acuerdo. Totalmente de acuerdo,” dice la administradora. Ella le entrega una carpeta gruesa, marcada con post-its donde tiene que firmar. “Me alegra de que pudiera llevarla. Ella ha estado entrando y saliendo por años. Hemos estado intentando encontrarle un hogar de acogida, pero ha sido difícil.”

“Eso es lo que hacemos. Ayudar en situaciones difíciles.”

Acaban de contener a una estatua que mujeres con un tipo sanguíneo particular ven en sus sueños, una vez que han estado cerca de ella. Cuando tienen los sueños ellas despiertan embarazadas de monstruos. Rastrean la escultura hasta una aldea de pescadores deshabitada en el norte de Rusia, después que los sueños comenzaron en mujeres en el pueblo cercano. Sus jefes necesitan averiguar por qué el área afectada está aumentando, o si en unos meses más no habrá una sociedad para que la mujer se reintegre. No mujer. Participante. D-249-9907.

“Es bueno que haya gente que pueda ayudar.” La administradora toma los papeles y los pone en su escritorio. Estos serán robados e incinerados al finalizar la noche. La participante será expuesta a la estatua, pero ha escuchado que en realidad están estudiando si el embrión anómalo puede ser removido quirúrgicamente antes que salga por sí solo. Tienen que hacer esto para hacer un plan de emergencia, en caso que el área del efecto aumente. O en caso que aparezca en medio de una ciudad. Si la cirugía funciona, y la participante sobrevive, usaran drogas para borrar su memoria para que puedan usarla para otra cosa.

“Me alegra que estés ahí fuera haciéndolo,” dice ella. “Deberías estar orgulloso.”

¿Cometerías una violación para evitar un número indefinido de asesinatos?


Si una persona camina delante de un bus, y puedes desviar el camino del bus, pero al hacerlo tienes un 80% de posibilidades de matar a todos a bordo, ¿qué haces?

Cuando Johnson fue promovido a su cargo de seguridad, le hicieron una prueba donde él tuvo que sentarse en una habitación oscura y responder a cientos de esas preguntas. Lo hicieron más de una vez, a veces despertándolo en medio de la noche, arrastrándolo de vuelta a la dura luz y al incomodo taburete.

Al principio trató de darles respuestas que querían escuchar, pero las cientos de preguntas se convirtieron en miles de preguntas, cronometradas, variaciones repetidas interminablemente. Era imposible fingir, en parte porque era tan desorientador y en parte porque no podía decir que querían que él respondiera en primer lugar.

Durante la segunda semana de evaluación se dio cuenta que no sólo no sabía lo que debía decirles; no sabía lo que realmente él pensaba. Perdió su punto de referencia, y su brújula moral quedó totalmente desarmada. Las respuestas fueron más fáciles después de eso.

¿Dejarías morir a dos hombres para salvar a una mujer?

¿Enterrarías vivos a 15 niños para evitar que 300 adultos sean quemados en la hoguera?

Al final de la cuarta semana, sabía cosas de si mismo que nunca habría descubierto por su cuenta. Salió del proceso de entrevista despojado de su optimismo, y con un nuevo respeto por el horror que los simples números pueden contener. Él no sabía que esperar, ni para qué era todo esto. Pensó que podían despedirlo. O peor.

Para la última entrevista le pidieron que viniera en la mañana a una hora normal. No había portapapeles, ni batas de laboratorio, sólo una mujer de cabello gris con vestimenta formal.

“¿Qué harías para salvar el mundo?” Preguntó ella.

Johnson dijo, “Cualquier cosa.”

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