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"Encantada de veros a todos aquí."
"Para quienes no me conozcan, soy la Comandante de DM Jessie Merlo de Gamma-13. Este es el Comandante Damian Creed de Tau-51. Aquellos de vosotros que pertenecéis a Mi-13, sed bienvenidos."
"Vayamos al grano, pues. Estamos anticipando una reactivación de SCP-3560 en el futuro cercano, seguida de una incursión en el sitio. Esta incursión estará liderada probablemente por SCP-3860, o como quizás lo conozcáis mejor para este punto, Vincent Anderson."
"Nuestros Taumatólogos locales han identificado ocho puntos claves a través de la instalación que podrían servir como puntos de entrada para los habitantes de SCP-3560. Estos incluyen la mayoría de laboratorios de las alas F y G, secciones de la H y la A, y las oficinas administrativas. Estas áreas han sido reforzadas con múltiples Unidades Electro-Taúmicas de Hoffman Portátiles por el personal in-situ. Sin embargo, eso no será suficiente para detener un asalto masivo."
"Hasta el momento en el que el Mando crea que SCP-3560 permanecerá inactivo, estaremos a la espera. Cada uno de sus equipos han sido equipados con los materiales requeridos para un exorcismo rápido. Se me ha sido comunicado que la munición fue desarrollada mediante ingeniería inversa de tecnología espectral vieja del Laboratorio de Conwell de antes de que se retirará. Calidad."
"3860 ha de ser ejecutado a primera vista. Tratará de abrirse camino al laboratorio de DAIA; creemos que quiere destruir un constructo de IA almacenado allí. Es por eso que muchos de vosotros han sido estacionados cerca. Creemos que SCP-3860 está desesperado y herido de gravedad, así que estad listos para luchar."
"Je. Por supuesto, todo esto se basa en que los residentes de SCP-3560 no maten a 3860. Cruzad los dedos para que eso pase, y que todo esto resulte ser una cuarentena tranquila y sin incidentes."
"-una cuarentena tranquila y sin incidentes"
Las palabras de Jessie Merlo resonaron en su mente mientras corría por los destrozados pasillos del ala G del Sitio-64. Una unidad Taita espectral estaba pisándole los talones, con sus numerosas piernas reptando hacía ella. La sangre de tres de sus compañeros agentes goteaba por sus hojas. Delante suya, una horda de unidades Peregrine fantasmales lideraban la carga.
"¡Aquí Merlo!" gritó a su micrófono mientras doblaba la esquina. La unidad Taita se estaba acercando. "El Ala G ha sido invadida, unidad Taita entrante, mi equipo ha caído, necesito refuerzos aho-"
La agente sintió como su pierna se deslizaba por un charco de sangre. Golpeó el suelo con un fuerte crujido; su momento la había llevado hasta la siguiente intersección.
"¡No, no, no, no, NO, NO, NO, NO!"
Avanzó a trompicones hacía su arma, tratando de mantener la máxima distancia posible entre ella y ellos. Se volvió a resbalar.
Dándose la vuelta, alzó su pistola y disparó lo que quedaba en su cargador. Balas de plata impactaron a los autómatas espectrales. Uno a uno, las unidades Peregrine fueron exorcizadas — desapareciendo. La unidad Taita emitió un fuerte quejido mecánico en protesta, su forma empezaba a evaporarse a medida que el encantamiento hacía efecto. Pero aún se arrastraba hacía adelante, girando sus cuchillas. Jessie se arrastró hacía atrás con las manos. Tocó el muro.
Cerró sus ojos y esperó al dolor.
"¡AL SUELO!"
Disparos. Un fuerte quejido mecánico. Silencio.
Los ojos de Jessie se abrieron de golpe. Desde su izquierda, un equipo de agentes de Mi-13 se aproximaba. Sus armas apuntaban hacia donde la unidad Taita se había derrumbado. El agente al mando habló a su micrófono.
"Mi-13, Equipo C. Ala G reasegurada, recuperando bajas, cambio."
Miró a Jessie y sonrió.
"¿Está bien, Comandante Merlo?"
"Nunca he estado mejor," dijo con una risilla nerviosa. Un agente de Mi-13 le ayudó a levantarse. Recargó su pistola y analizó la masacre del pasillo. Entonces, cerró los ojos y suspiró. "Esa cosa salió del puto suelo y evisceró a tres de mis agentes. Demasiado grande para que las unidades Hoffman le hicieran más que cosquillas."
"Sí, los fantasmas hacen eso de vez en cuando." El líder de Mi-13 señaló al resto de su equipó que continuarán por el pasillo y buscarán supervivientes. "Siempre es entretenido."
"¿Alguna señal de 3860 por tu lado?"
"Negativo."
Frunció el ceño y se frotó la sien. "Vamos. Tienes que hacer tu jugada en algún momento."
"Tenemos que hacer nuestra jugada en algún momento." comentó Hector mientras recargaba el rifle que había adquirido de un operativo de DM fallecido. La aparición giró su cabeza hacia el frágil cíborg que se encontraba sentado frente a la consola de seguridad cercana.
"Lo sé muy bien… #31," respondió Anderson esforzándose por respirar mientras escribía en el teclado. "Pero nuestra jugada saldrá mucho mejor… si sabemos a dónde vamos. Benny estará de vuelta… pronto. Hasta entonces, podemos prepararnos."
"Claro. ¿No podríamos hacer que Benny friera el ordenador cuando se lo encuentre? ¿Ahorrarnos el trabajo?"
Anderson negó con la cabeza.
"Siempre se supuso que este… sería un viaje solo de ida. Necesito decir… adiós. ¿Lo entiendes?"
Hector asintió.
"Es tu funeral."
"Así es." Anderson exhaló una risa.
Unos minutos después, un brillante orbe con piernas de aguja atravesó una pared. Emitió un pequeño gorjeo para anunciar su presencia.
"Hablando del rey de Roma." Anderson extendió su palma. "¿Qué tienes para nosotros, Benny?"
El droide se desvaneció reapareció en la mano de Anderson, emitiendo una serie intrincada de gorjeos. El viejo cíborg asintió. Con su mano libre, apretó la tecla de enter en la consola de seguridad.
A través de la instalación, el sonido de puertas de seguridad cerrándose lo inundó todo. La luces se apagaron y fueron reemplazadas por el tenue brillo de las luces de emergencia. Asintiendo frente a su obra, Anderson eliminó un pen negro de la consola. Una simple & blanca marcaba su frente.
"Ayúdame a levantarme, #31." Anderson presionó a Benny contra su pecho. El pequeño droide atravesó el tejido y se desvaneció. "Es hora de irnos."
"Informad."
La Directora Asistente de Destacamentos Clarissa Shaw se encontraba en la oficina de seguridad primaria del sitio, que había sido convertida en un puesto de mando temporal. El leve zumbido de varias Unidades Electro-Taúmicas de Hoffman Portátiles inundaban la sala, asegurando una burbuja de exclusión ectomórfica. Frente a ella, múltiples pantallas mostraban video de los pasillos, laboratorios y oficinas del Sitio-64.
"Gamma-13, Equipo B, La cafetería está despejada. Hemos logrado cerrar la instancia de SCP-3560 en la cocina. Tau-51 A está asistiendo en la limpieza. Cambio."
"Mi-13 Equipo C, Ala G reasegurada. Operativos de Gamma-13 A recuperados y se está ayudando todavía con la extracción de las bajas. Cambio."
"Tau-51 B, puesto de espera. Sin señales del objetivo o de hostiles adicionales. Cambio."
"Mi-13 Equipo B, instancia primaria de SCP-3560 en la parte superior asegurada. Sin hostiles adicionales desde la quinta oleada. A la espera, cambio."
"¿Cree que se ha rendido?" preguntó una técnica de seguridad, alzando la vista de su monitor.
Shaw negó con la cabeza. "Este ha sido un esfuerzo demasiado elaborado para tirar la toalla así como así. Tiene que tener algún as bajo la manga, sol necesitamos averiguar qu-"
Las luces de la habitación se apagaron. Se encendieron las luces de emergencia.
"Me tienes que estar jodiendo," dijo Shaw por lo bajini. "¡De acuerdo, todo el mundo, manos a la obra, lo que sea que acabe de putas pasar lo quiero arreglado! '¡Tau-51 B, preparaos!"
Diez miembros del DM Tau-51, Equipo B, se encontraban bajo la tenue iluminación proporcionada por las luces de emergencias. Cada uno tenía su arma lista. Las puertas de seguridad a ambas bandas del pasillo habían sido selladas, dejándolos solos en la oscuridad. En un espacio cerrado. Casi un kilómetro bajo tierra.
Ningún miembro del equipo hizo ningún sonido, con la excepción de su respiración. De vez en cuando, cada miembro del equipo juró poder oír los corazones del resto.
¿Dónde estás? Una gota de sudor cayó por la cara del operativo. Sus ojos estaban fijos en el oscuro pasillo.
Clic.
Las luces volvieron. Los miembros del destacamento parpadearon mientras se acostumbraban de vuelta a la luz.
"¿Control habéis sido vosotros?" preguntó el líder del equipo.
"Negativo, todo esto es cosa de Anderson."
"¿Algún visual? Ayúdanos a ayudarte."
"Negativo, esos sistemas siguen desconectados. Estamos tratando de reactivarlos tan rápido como podamos. Aguantad."
"Es fácil para ti decirlo," murmuró el líder del equipo. "Parece que seguimos a ciegas, chicos. Seguid-"
Dos miembros del equipo cayeron, sus formas acorazadas fueron trituradas balísticamente.
Los miembros supervivientes se giraron, alzando sus armas y abrieron fuego mientras un Peregrine fantasmal corría a través del pasillo. Llevaba una ametralladora en sus manos y atravesó el muro opuesto.
"¡Contacto!"
El equipo se dispersó y se preparó para un juego de gato y ratón. El juego no duró mucho.
La puerta tras ellos se abrió con el sonido de electricidad arqueándose. El líder del equipo giró su cabeza. Vincent Anderson se encontraba en el umbral, con su dedo índice extendido. Un rayo de energía azul salió de su punta.
Tres miembros del equipo más cayeron. El resto trató de dispersarse, solo para ser atrapados por pegotes naranja neón. El material se endureció formando una carcasa, incapacitando a los desafortunados soldados.
"Creo que… hemos terminado. ¿#31, serías tan amable?" Anderson cojeó hasta un muro para sostenerse. Poco después, Hector reapareció y se acercó al cíborg, dándole un hombro como apoyo. Los dos se abrieron camino hacia adelante.
"Creo que salió bien." Hector pasó por encima del capullo de un operativo del DM.
"Como la seda." asintió Anderson.
Hubo una serie de disparos. El cíborg cayó al suelo y su compañero espectral se evaporó en un instante. Varias balas de plata se alojaron en su torso. Giró la cabeza. La máscara de comedia monocromática se había astillado por el golpe contra el suelo.
Uno de los operativos del DM se escabullía.
Anderson exhaló un suspiro sordo. Metió su mano en su bolsillo y sacó un pegote azul neón, lanzándolo por el aire. Aterrizó en el operativo con un pequeño chapoteo, y empezó a sisear. Anderson vio como el agente se estremecía y aullaba mientras su piel comenzaba a fundirse. Segundos más tarde el operativo cayó inerte. Un agujero del tamaño de una pelota de beisbol había atravesado el capullo naranja.
Anderson se sacudió mientras volvió a levantarse y se aferró al muro más cercano en busca de apoyo.
"N-n-n-n-no… que-e-e-e-e… tengamos muchos más pro-pro-pro-problemas, ¿Verdad-ad-ad-ad-ad?"
Anderson se arrastró hacia adelante. Pronto, había llegado a la puerta tras la que Benny le había informado que residía Phineas.
Mientras Anderson metía las manos en el bolsillo para sacar más sustancia azul neón, la puerta se abrió. El anciano cíborg se encontró cara a cara con el cañón de una escopeta. Tras ella se encontraba la Directora Sasha Merlo. Anderson miró al arma y después a los ojos de su némesis.
"Bien jugado, Sasha," soltó.
BANG
Anderson cayó al suelo. Sasha accionó el arma de nuevo y disparó.
BANG
Una vez por todos los agentes perdidos.
BANG
Otra por todas las carreras arruinadas.
BANG
Una tercera por todo el sufrimiento que le había causado a su familia.
BANG
Y una última para ella misma.
Los últimos casquillos golpearon el suelo. Vicent Anderson yacía inerte.
Sasha suspiró y bajó el arma. Observó en silencio el cuerpo por un minuto, y empezó a reír. Se arrodilló, quitándole la máscara de comedia y lanzándola lejos.
"Te tengo."
Sasha se levantó. Vestía una sonrisa satisfecha mientras iba a ayudar a los miembros del DM atrapados. Paró de golpe cuando oyó un gorjeo triste. Lentamente, se giró para mirar por encima de su hombro. Sobre el cadaver de Anderson había un dron Amur familiar. El dron le miró, y salió corriendo hacia el ordenador en la que residía Phineas.
"No."
Sasha corrió a la puerta, justo a tiempo para ver a Benny saltando por los aires, atravesando el ordenador hasta llegar a su disco duro.
"¡No!"
Atravesó la habitación, golpeando la mano contra el botón para activar la IAC. El ordenador se encendió y, por un breve momento, un mensaje iluminó la pantalla.
Adiós, Directora Merlo.
La pantalla se oscureció.
"¡NO!" aulló Sasha y comenzó a golpear el teclado con sus puños. "¡No vas a ganar esta vez, Vince! ¡No!"
Entonces sacudió la consola, antes de empezar a patearla repetidas veces.
"¿Directora?"
Sasha no oyó a Jessie entrar, ni tampoco vio a la multitud de operativos del DM presentes en el pasillo.
"¡Joder! ¡Te teníamos! ¡Te teníamos puto bastardo!"
"¡Directora!"
"¡Púdrete en el infierno, Anderson! ¡PÚDRETE EN EL INFIERNO!"
"¡Mamá!"
Sasha sintió como su hija la sacudía. Su expresión de furia desapareció.
"Mamá," dijo Jessie. "Se acabó. Has ganado."
Sasha asintió y cerró los ojos mientras las lagrimas se acumulaban. Jessie la abrazó y la Directora Sasha Merlo, antigua Comandante de los Portadores de las Leyes de Asimov, rompió a llorar.
El silencio inundó el Sitio-64, con la excepción de los lloros derrotados de una mujer anciana.
Vincent Anderson despertó sobre su espalda, un manto de niebla oscurecía la marquesina monocromática sobre él. Levantó lentamente su cabeza y observó su alrededor, estaba solo.
Con un suspiro de alivio, se levantó y se espolsó. Seguía vestido como lo había estado cuando murió, el tejido estaba perforado por incontables agujeros causados por los disparos de la escopeta. A pesar de esto, el dolor se había desvanecido, y se sentía más ligero.
"Supongo que eso responde una pregunta," dijo para sí. Por un segundo, el anciano cíborg permaneció en silencio. "Descansa en paz, Phineas. Donde sea que estés, lo siento."
El silenció se rompió a causa de los sonidos de aplausos.
"Bien hecho." Una voz familiar surgió de entre los árboles. "Altruista como siempre."
Saker #76 entró en escena.
"Ahora, creo que tienes una deuda que pagar."
Anderson alzó su dedo índice y entonces pausó. Una mueca apareció en su cara.
"Su magia no funcionará aquí, Sr. Anderson." gruñó otra voz desde la derecha de Anderson. Se giró para ver a una unidad Peregrine emerger de la niebla. "Estás muerto."
Anderson dio un paso atrás y alzó su otra mano. Un largo cable fino fue disparado hacía adelante y perforó la cabeza del Peregrine. El droide cayó, pero en unos pocos segundos volvió a levantarse y siguió acercándose.
"¡Nosotros también estamos muertos, idiota," rio una tercera voz tras de sí. "No te quedan más ases en la manga."
"¡Atrás!" gritó Anderson. Usó el cable como látigo, cortando a varios droides. Las risas que lo rodeaban solo aumentaron su intensidad.
El cable se enganchó, y Anderson miró a su alrededor. Su campo de visión estaba lleno de las sonrisas de incontables androides.
"Hector no te dejará hacer esto," gritó Anderson. "Los Maxwellistas vendrán a por mí. Llegaré a los Transmutadores de Datos. Escaparé. En algún momento, siempre —"
"No hay ningún lugar al que huir," le cortó Saker #76, gritando sobre el ensordecedor rugido de las risas. "Es el fin del camino, Sr. Anderson. Bienvenido a casa."
Seis meses después
En la Costa de Oregón, un hombre y una mujer estaban sentados en los confines de su hogar. Encaramados juntos en el sofá, cada uno con un vaso de vino en la mano. Los cálidos rayos del sol moribundo alcanzaban la puerta de cristal del patio y pintó el interior de la habitación con vibrantes amarillos, naranjas y rojos. Las olas en la distancia atrapaban la luz y bailaban como un fluido fuego a medida que el crepúsculo se asentaba.
La mujer bostezó y descansó su cabeza en el hombro de su marido. De regresó, él la envolvió fuertemente con su brazo y la besó en la frente. Ella le sonrió y le dió un rápido besito en la mejilla.
"Gracias," dijo Gabe.
"¿Por qué?" preguntó Sasha.
"Por volver de una pieza," respondió Gabe. "Y no dejarme pasando todos estos años como un viudo."
"Bueno ya me conoces, lo intento." rio Sasha.
"¿Lo echas de menos?"
"Creo que una parte de mí siempre lo hará. Pero ey, todas las cosas terminan, ¿Verdad?"
"Cierto," Gabe rio. "Aún así, gracias de todos modos."
Sasha asintió y entonces sonrió, alzando su vaso de vino medio vacío.
"Por las Cagadas de Asimov," dijo.
"Por las Cagadas de Asimov," respondió.
Regresaron sus ojos al horizonte, a tiempo para ver el sol desvanecerse dando paso al ocaso, y al cielo llenarse de incontables estrellas.
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