Herman Fuller Presenta: El Doctor Muerte

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EL DOCTOR MUERTE

¡ÉL HABLA!

¡ÉL VUELA!

¡ÉL MATA!

¡ÉL CURA!

¿VIDA?



¿PERSONA?

¿PÁJARO?

¿MONSTRUO?

¿DOCTOR?

¡MUERTE!

Desde las calles de Montauban, el alguna vez artista callejero
decide dar un paso adelante y deleitar a todo el mundo con su
fantástico acto

¡Sea presa del miedo y la tensión cuando este hombre!
¡No! ¡Este monstruo, levante a los muertos de su tumba!

No se lo pierda


SOLO POR HOY

8 PM este Viernes en el Champ de Mars, frente a la Torre Eiffel
Su asistencia podría permitir más actos del artista


Las siguientes dos páginas pertenecen a una publicación titulada "Nacidos del Circo: La Colección de Fenómenos de Herman Fuller". No se han podido establecer las identidades de los editores ni de los autores, y se han encontrado páginas dispersas en libros de temática circense en bibliotecas de todo el mundo. La persona o personas detrás de esta diseminación son desconocidas.

El Doctor Muerte

Nacidos del Circo

es para niños, y es por eso que se dan efectos. Los efectos lucen de tal manera que cuando entre el muerto solo se vea lo suficiente para saber que no se mueven, para no tener que enseñar a los niños y sus padres más de lo necesario. Insisto, era un acto complicado de vender a todos los padres, lo menos que queríamos es que se fueran a mitad de la función gritando por tener su dinero devuelta.

Una vez que los Asistentes de Sombra terminaban de mover el carro con el muerto hasta la mitad de la carpa, el Doctor Muerte dejaba salir un gran graznido, como de cuervo, pero más fuerte y retumbante. Las luces se movían rápidamente para apuntarlo en la cima del asta de acróbatas, y con sus grandes alas abiertas, volaba por sobre la audiencia, a veces regalando algún algodón de azúcar a algún afortunado, y aterrizaba en el centro de la carpa, justo detrás del muerto. Daba una reverencia al público, y una al cadáver.

Después de guardar sus alas debajo de su capucha - no me preguntes cómo cabían allí - sacaba una bolsa de arpillera negra de su manga, la abría, y sacaba todo tipo de herramientas, desde cuchillos pequeños e hisopos, hasta sierras y láseres cortantes, ¿cómo le cabía todo en una bolsa del tamaño de su mano? ¿cómo tenía láseres que cortaban huesos en 1923? Tampoco me lo preguntes.

El Doctor siempre parecía que solo hacía cualquier cosa con el cuerpo. Cortes y jeringazos aleatorios por todos lados, todo mientras posaba para la audiencia. No solía tardar demasiado, y cuando cerraba el cuerpo con un listón negro, escupía algo desde su boca que al tocar el suelo llenaba el centro de la carpa con un humo negro por unos segundos, entonces, el Doctor abría sus alas, estiraba sus brazos a la audiencia, y les pedían que gritarán con él, "¡Oh, Muerte, Muerte Querida, Déjame Verlo Una Vez Más Con Vida!". El humo se prendía en llamas y desaparecía, y en el centro de la carpa, con el Doctor aún con los brazos y alas abiertos para la audiencia, gritaba "¡Vida!", y el muerto se levantaba, daba un gran respiro, y gritaba un quejido a la audiencia.

Los niños, y los adultos, se volvieron locos. Aplausos, dulces, y a veces hasta dinero le lanzaban entre ovaciones. Ese fue el acto que marcó un antes y un después en su carrera. Ese fue el acto que lo volvió parte del circo.

Pero a pesar de su gran debut, las cosas no siguieron tan bien luego.

Verás, en un arte como lo es un circo, existen muchos factores para definir tu éxito. Uno de ellos es la novedad. El Doctor inició a lo grande, tuvo muchos más actos después de su debut donde repetía exactamente lo mismo con los mismos resultados. Pero desde su séptima actuación las cosas cambiaron. Las entradas dejaron de venderse tanto. El público se había cansado. El Doctor se estaba volviendo aburrido. Y con lo que Fuller estaba gastando en su acto, tanto en publicidad como en comida y esconder cadáveres, no iba a permitir que los números le marcaran rojo.

Primero solo fue una charla. Pedirle a el Doctor que cambiara la fórmula, y así lo hizo. La noche siguiente se presentó con una rutina un poco distinta, trayendo a la vida dos muertos, pero los resultados no fueron los esperados.

Otra charla, esta vez a gritos. El Doctor ahora traía a la vida tres muertos, y los hacía bailar luego, pero el público no se impresionaba. El acto acabó y arrastraron al Doctor a la pequeña carpa roja del Circo. Entre la lluvia, lo escuché gritar, como hombre y como pájaro, y luego lo tiraron al lodo. Intente ayudarlo cuando Fuller y su Matón se alejaron, pero se negó.

Esa misma noche, no durmió. Estuvo horas y horas haciendo ruido en su carpa. Inventando cosas que añadir a su acto y practicando. Al menos cuatro noches fueron como esa, con él haciendo un acto cada vez más grande y alocado que el anterior, la gente no respondiendo, y Fuller llevándoselo a la carpa roja.

Antes de continuar, deja que te explique un par de cosas para darte más contexto.

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El Doctor Muerte

Nacidos del Circo

El Doctor comenzó a sufrir de algo parecido. Primero dejó de dormir, luego dejó de comer, y luego lo dejaron de alimentar. Comenzó a obsesionarse con hacer un acto que le devolviera las ovaciones de su debut. Cuando al fin logré convencerlo de detenerse y hablar un momento conmigo, me dijo algo que nunca olvidaré: "Quiero volver a ver los ojos sorprendidos de los niños posarse sobre mi. Quiero volver a ver a los adultos levantarse de sus asientos y aplaudir. Quiero volver a sentir mi corazón latir fuerte y emocionarme con las sonrisas de un público que ha tenido la noche de sus vidas".

Me contó que tenía un gran plan. Su próxima función sería un Martes 13, lo que venía perfecto para su acto de temática de horror, y pidió mi ayuda. No me negué, y nos pusimos a armar todo.

La noche finalmente llegó.

Como de costumbre, todo inició con el carro del muerto siendo empujado hasta el centro de la carpa, con los focos siguiéndola y los efectos de censura. El Doctor dio un gran graznido, las luces le apuntaron, extendió sus siempre enormes y ahora seis alas negras, cuatro de ellas falsas, y comenzó a volar por sobre el público. Mientras volaba, regalaba dulces que guardaba en su bolsa a los niños. No quedó niño sin un dulce en su poder.

El Doctor aterrizó detrás del carro, dio una reverencia al público, y luego otra al cadáver. En un rápido movimiento de manos y espalda, lanzó muchas de sus herramientas por los aires, extendió sus alas una vez más, y en el aire, fue atrapándolas todas una por una antes de que les cayeran encima del público. La gente, aún algo asustada, aplaudía y se asombraba por su velocidad y precisión. Volvió una vez más detrás del carro, alzó en sus manos las herramientas para mostrarlas al público, y con una gran patada, lanzó al cadáver por los aires. Con varias rápidas embestidas seguidas en su vuelo, el Doctor impedía que el cuerpo cayera al suelo mientras lo operaba. Cada vez que utilizaba algo sobre el cadáver, hacía una pose en el aire.

Al acabar con el cadáver, lo dejó caer, y lo atrapó poco antes de que golpeara el carro, para dejarlo descansar encima lentamente. El público no paraba de aplaudirle. El Doctor luego escupió tres humos negros. Entonces, llegaba el momento de la verdad. Redoble de tambores, las luces bajas, y solo un foco apuntando al cuerpo y el artista rodeados por el humo. Sin pedirlo, la multitud al unisono del doctor se pusieron a decir su mítica frase: "¡Oh, Muerte, Muerte Querida, Déjame Verlo Una Vez Más Con Vida!".

El cuerpo se levantó, y mientras el Doctor hacia girar el humo alrededor de la carpa con sus grandes alas, gritó un quejido a la audiencia.

Se volvieron locos.

Aplausos, dinero, dulces, hasta creo que vi un reloj, siendo lanzados al Doctor mientras le gritaban y aplaudían. Entre ovaciones, entre regalos, entre las columnas intermitentes de fuego a su lado, el Doctor dio una reverencia, y luego colapsó.

Cuando le dieron atención médica, descubrieron que los ligamentos de sus piernas y brazos se habían rasgado, que los huesos de sus alas reales se habían roto, que se había torcido el pie izquierdo, y que tenía daños irreparables en el cerebro por contusiones y falta de sueño.

Cuando el Doctor finalmente logró despertar, el circo ya había empacado todo para ir a su próximo destino. Fuller en persona fue quien le dio la noticia; el circo ya no lo necesitaba. Fuller había hecho que le cortaran las alas antes de que despertara, para que no nos siguiera.

Sin alas y sin fuerzas, el Doctor no pudo hacer nada.

Dios santo, Doctor. Debí haber hecho más por ti. Debí haberte ayudado más. Pero era imposible con Fuller. Solo espero que, si sigues con vida, sigas haciendo lo que más amas y no dejes que tu espíritu se quiebre nunca. Si llegaras a leer esto, lo siento. Lo siento tanto.

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