Conspiración, Parte VII

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Bienvenido a Vladikavkaz

Aeropuerto Beslan, Vladikavkaz, Republica Socialista Soviética de Georgia
Domingo, 25 de Diciembre de 1988, 1200 horas, hora local


Harper desabordó el jet de pasajeros Yakovlev Yak-42 soviético esperando a caminar para pasar su bolsa por aduana en una de las pequeñas terminales de la pista del aeropuerto. No esperaba encontrarse cara a cara con un grupo de soldados paracaidistas soviéticos muy enojados apuntándole rifles de asalto. Un capitán de cara severa con un mostacho grueso lo observaba.

—Он - американский шпион! Арестуйте его немедленно! —grito el capitán. ¡Es un espía americano! ¡Arréstenlo inmediatamente! Harper se dio cuenta que la cosa más inteligente que podía hacer era no decir nada - la Fundación se enteraría muy pronto y lo sacaría de este desastre. Dos soldados fornidos incautaron los brazos de Harper mientras que una bolsa era impulsada sobre su cabeza. Sus muñecas estaban atadas a sus espaldas, y fue desfilado hacia un camión

El viaje duro cerca de media hora sobre unos caminos de tierra muy pedregosos. Harper fue sacado del camión y medio desfilado medio arrastrado, hacia un edificio. Fue puesto en una dura silla de madera, y la bolsa fue arrancada de su cabeza. La habitación era parte de una cabaña de madera, oscura y mojada con un piso de tierra. El olor a estiércol se deslizaba desde el exterior. El capitán bigotudo estaba parado frente a él.

—Mis disculpas, Sr. Harper. El subterfugio era necesario para preservar las apariencias para mis hombres, la mayoría de ellos, conscriptos que no saben nada de la Fundación. Además, O5 me dio órdenes estrictas de que ni he oído de usted, ni estuvo aquí, —dijo el Capitán en un ingles perfecto—. Soy el Capitán Ivan Petrovich Gagarin. Bienvenido a Vladikavkaz. —Miro detrás de Harper hacia un teniente muy joven haciendo guardia—. Снимите кандалы. Quítale las ataduras. —El guardia se agacho y deshizo la cuerda.

—Un placer estar aquí, —contesto Harper, masajeando sus muñecas—. ¿Cual es el plan ahora?

—Estoy interrogando al peligroso espía americano junto a un experto de la GRU, —el Capitán Gagarin explicó, sacando un conjunto de prendas civiles apropiadas para un oficial de personal de la GRU y se las dio a Harper—. Una vez terminemos, ejecutare al cobarde cerdo capitalista y haré que mis hombres lo entierren en el patio. —Apunto hacía una bolsa deforme de más o menos la dimensiones de un hombre adulto tirada en la esquina de la habitación—. El Teniente Menor Strelnikov, entonces se encargara de usted, el experto de interrogación de la GRU, lo llevara de regreso al aeropuerto, en camino a donde sea que necesite ir. —El teniente asintió silenciosamente.

Harper asintió y empezó a ponerse la ropa ofrecida. Preguntó—, Capitán ¿Tiene en algún lado mi bolsa? —El teniente dejo la habitación y regresó con ella. Mientras Harper abotonaba su abrigo soviético con una mano, saco un archivo de la bolsa y lo hojeo. Una vez encontró la foto que estaba buscando, preguntó—. Capitán, este es SCP-1440. Necesito hablar con él.

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SCP-1440, como se le vio por última vez

—Ah, sí, Старик из ниоткуда, el Anciano de la Nada, —dijo Gagarin—. Es una de varias entidades corriendo por el Cáucaso ahora mismo. Tiene suerte, Sr. Harper. Se le avisto hace unos pocos días en las laderas del Monte Kazbek, justo al norte de Tanobia. Está a menos de una hora de viaje por auto de aquí.

—Perfecto, —dijo Harper.

Gagarin volteo hacia Strelnikov y hablo brevemente en un ruso rápido y callado, dándole la fotografía. El teniente asintió. Gagarin volteo y sacó su pistola. Disparo dos tiros rápidos seguidos peor un tercero al suelo—. Acabo de ejecutar al americano, —explicó—. Товарищ мла́дший лейтена́нт, сопроводите наших гостей до аэропорта! —Ladro sonoramente para los soldados afuera. ¡Escolte a nuestro invitado al aeropuerto, Camarada Teniente Menor!

Strelnikov apresuro a Harper afuera hacia un jeep esperándolos. Aventó la bolsa del investigador de contrainteligencia en el asiento trasero y acelerarón hacia el sur.

Aunque pavimentado, el camino militar georgiano por el que viajaban estaba en una urgente necesidad de mantenimiento. Acelerando a más de cien kilómetros por hora, Harper espero que su viaje no terminaría ignominiosamente en un choque ardiente después de golpear un bache. La conducción del teniente solo era marginalmente mejor que la del infame Dr. Gerald.

—¿Tú oficial de Fundación? —preguntó Strelnikov en un pésimo inglés.

—Sí, —respondió Harper, también en inglés—. Soy Harper. Supuse que me llamarías Timofey Ivanovich, pues el nombre de mi padre era John.

—Yo Dmitri Arkadeyevich, dijo el soldado—. ¿Mi Ingles es bien? Aprendiendo en mi tiempo libre.

—Uh, sí, mucho, —mintió Harper. Cambiando a ruso, pregunto—, ¿Te importaría si habláramos en ruso? Me gustaría practicar.

Girando abruptamente para evitar a una cabra que se había metido en medio del camino, Strelnikov asintió—. Muy bien. Su ruso es muy letrado.

—Gracias, respondió Harper—. Así que, ¿eres un agente de la Fundación?

—Aún no, —dijo Strelnikov. Pauso para gritarle obscenidades en mat a un granjero llevando burros por el camino—. Estoy orgulloso de servir a la Madre Rusia. Tal vez me una a la Fundación cuando sea viejo y débil.

Lo que probablemente sea alrededor tu cumpleaños decimotercero, Harper pensó a sí mismo. Recordó su tiempo en el ejército americano durante principios de los sesentas. El falso sentido de inmortalidad y valentía que venía con ello, tan común en soldados de todos lados antes de que se expusieran a los horrores de la guerra.

—En cualquier caso, —continuó el ruso—, el capitán Gagarin necesita soldados en los que pueda confiar.

Harper pregunto—. ¿Sabes algo del Anciano de Ningún Lado?

—Solo que debemos mantenernos al tanto de su localización, y de otra manera evitarlo a cualquier costo ¿Qué quiere con él?

—Eso es clasificado, —contesto el americano. El ruso gruño, molesto, pero no dijo nada. A decir verdad, Harper tampoco estaba seguro. SCP-1440 era peligroso hacia cualquier objeto hecho por el hombre o humano que mantuviera un contacto cercano extenso con él, de acuerdo al archivo de la Fundación.

Media hora después, el jeep se detuvo al final de un camino de tierra a media montaña—. Esto es tan lejos como tengo permitido llevarlo, —dijo Strelnikov. Señalo a una cresta a medio kilómetro—. El Anciano debería estar ahí. Permaneceré aquí con el jeep hasta el anochecer. —Según el estimado de Harper, le daba más o menos cuatro horas y media antes de regresar. Subió por la ladera


Comando-02 de la Fundación, Washington, D.C.
Domingo, 25 de Diciembre 1988, 0630 horas, hora local


Mónica pico a Muir hasta despertarlo. Se había quedado dormido en su escritorio, revisando las finanzas del secretario asistente de O5-2—. ¿Café? —preguntó la pasante, ofreciéndole una taza.

—Gracias, —gruño Muir.

—Feliz Navidad, —dijo Mónica.

Muir asintió—, Igualmente. ¿Has oído algo de Tim?

Mónica asintió—. La oficina de vigilancia en el sótano recibió un mensaje del Agente Gagarin. Esta sano y salvo. Parece que era una tormenta de arena interrumpiendo las comunicaciones.

—Sí, —bostezo Muir—. Lo imagine. Tuve una rotación en Yemen hace un tiempo, las tormentas de arenas no son divertidas. De regreso, al trabajo entonces. —Tomo otro archivo, este era sobre el guardaespaldas principal de O5-6, y empezó a leer.


Puesto de Observación 3-02 de la Fundación, [LOCALIZACIÓN CENSURADA]
Domingo, 25 de Diciembre 1988 1130 horas GMT


La luz roja seguía parpadeando. Johnson camino hacia la consola meteorológica y busco Omán. La tormenta se había despejado hace ya varias horas—. Uh, ¿Agente Marcus? El Sitio-29 de Investigación sigue fuera de línea, —llamó.

—¿Ya se despejo la tormenta? Esas cosas pueden… —comenzó Marcus.

—Sí, señor. Se despejo hace tres horas, —dijo Johnson

Marcus maldijo—. ¿Y apenas me lo estás diciendo? Por favor dime que has estado checando cada hora. —Johnson bajo la cara—. No lo has hecho. ¡Maldita sea novato! Pon la alarma y envía al DM más cercano.


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