Conspiración, Parte I

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Ramificaciones

Comando-02 de la Fundación, Washington, D.C.
Jueves, 22 de Diciembre 1988, 0755 horas, hora local


El sol de la mañana iluminaba el gran lobby mientras Timothy Harper entraba a zancadas en el Cuartel General de Comando de la Fundación-02 en Washington, D.C. Aunque no podía compararse con el Cuartel General de Supervisión, su proximidad a una de las capitales más poderosas del mundo aseguraba que fuera uno de los principales nexos de decisión de la Fundación. Era un edificio de oficinas relativamente común, un edificio de siete pisos como muchos otros en la ciudad. Esclavos de oficina sin cara y sin nombre en la vasta burocracia, se escurrían dentro y fuera del edificio, no muy diferente a otros edificios en el Triángulo Federal.

Después de pasar rápidamente por el control de seguridad, Harper ojeó los encabezados de su periódico mientras recorría el camino a su pequeña oficina en el tercer piso. Un atentado con una bomba en un avión era la historia principal. Un asunto feo, terrorismo internacional, pensó Harper. Aunque, no era algo en su área. Probablemente. Él era uno de los mejores investigadores de contrainteligencia de la Fundación. Ya cerca de los cincuenta, su cabello negro tenía rayas de gris, producto de las muchas noches en vela por el trabajo. El trabajo que también casi le costó a su familia: aunque un conductor borracho le quito a su familia hace diez años el día de Navidad, había descubierto revisando los papeles de su difunta esposa, que estaba planeando pedir el divorcio y buscar la custodia de los niños. Con la muerte de su familia, se había aventado de lleno en su trabajo, finalmente aceptando el ascenso de Jefe de Sección, seguido de un par de años más tarde, otro ascenso a su trabajo actual como Investigador Especial Ambulante.

—Buenas Troy, gruño Harper. Él y Troy Muir, un antiguo oficial de casos de inteligencia, invalido para las operaciones de campo cuando perdió su pierna izquierda, compartía su apretada oficina—. ¿Dónde está Mónica? —le pregunto, refiriéndose a Mónica Daniel, una estudiante de posgrado de la GWU1 que estaba haciendo una pasantía en el Directorado de CI. Siempre buscando talento, la Fundación estaba más que feliz de pagar la educación de alguien, asumiendo que pasaran una exhaustiva revisión de antecedentes, firmaran un acuerdo de confidencialidad de cuatrocientas páginas y aceptaran trabajar tres años por cada año que la Fundación pagara.

—Un recado a la oficina del Dependiente del Comité de Ética, creo. —Su cojo compañero de oficina miro hacia él—. Tim, te quieren en el séptimo piso de inmediato. —Muir reporto con un ceño.

—¿Alguna idea de por dónde sopla el viento? —preguntó Harper. Ser convocado al séptimo piso, dominio de los directores y supervisores, es raramente un buen prospecto.

—No lo mencionaron, —contestó Muir. Harper asintió, y se fue.

Harper se encontró en el séptimo piso con un oficial de seguridad. Solo aquellos con autorización de seguridad Nivel 5 tenían permitidos estar en el piso sin un escolta. El guardia lo llevo a una sala conferencias oscurecida y lo guió adentro. Una mujer severa de cabello negro a mediados de sus treinta estaba parada sola, mirando a través de una ventana fuertemente entintada hacia el Capitolio. Harper la reconoció como O5-7, una de los Supervisores. Aunque ninguno de los Supervisores tenía una especialización asignada, según entendía Harper, Siete tendía a tener un particular interés en los asuntos de Inteligencia de la Fundación. La había visto hablando con el Director McDonnell antes, pero nunca la había conocido en persona.

—Sr. Harper, —Siete dijo calladamente como saludo, sin voltearse—. Déjanos. —El guarda de seguridad se retiro.

—Señora, —contestó Harper.

—La Fundación está bajo ataque, Sr. Harper, —dijo la Supervisora, todavía dándole la espalda—. Hace dos noches, actuando sobre una pista anónima, bajo la supervisión personal del Director de Contrainteligencia McDonnell, el DM Xi-13 asalto un almacén fuera de Londres. Recuperaron un gran número de documentos clasificados relacionados a la Fundación y varios grupos de interés. Algunos de estos documentos aparentemente sugerían la existencia de un complot para asesinar a varios miembros del Consejo O5, incluyéndome a mí misma.

—Asumo que hay planes en efecto para manejar la situación, ¿Señora? —preguntó Harper, ocultando su preocupación.

—Hay planes, sí, Sr. Harper. La Fundación tiene planes para todo, —respondió Siete—. Más preocupante que este aparente complot, son los documentos. De acuerdo al reporte inicial del Director McDonnell, los documentos de la Fundación encontrados indicaron que la brecha fue causada por alguien con al menos autorización de Nivel 4, sino es que Nivel 5. Las penetraciones de la COG, la Mano de la Serpiente, la Insurgencia del Caos, IRG, la Fabrica, Laboratorios Prometheus, Wondertainment, la Iglesia del Dios Roto, y MC&D parecen ser a un nivel similarmente alto.

Con esta revelación, se dilataron los ojos de Harper. Alguien tenía penetraciones de alto nivel en casi todos los jugadores mayores detrás del Velo, incluyendo a la Fundación ¿Y apenas se enteraban? Nadie era así de bueno.

Como si sintiera sus pensamientos a pesar de darle la espalda, Siete continuo, —Yo tampoco lo creo, Sr. Harper, pero sin duda se da cuenta que, no podemos desechar tal vuelta de eventos simplemente porque es improbable o desagradable. Después de todo, esta organización lidia con lo imposible e impensable todos los días. El Consejo decidió tener una reunión de emergencia en donde el Director McDonnell presentaría los documentos personalmente. Desafortunadamente, esto ya no es posible. La noche anterior, el Supervisor 5 y su guardaespaldas, el Director de Contrainteligencia McDonnell y dos oficiales de inteligencia americanos que habían asistido en nuestras operaciones en el Medio Oriente, fueron asesinados cuando un explosivo a bordo, derribo el Vuelo 103 de Pan Am sobre Escocia. McDonnell tenia las copias originales de los documentos incautados en una bolsa diplomática. Momentos después, el repositorio de documentos de la Fundación en Manchester fue bombardeado. Ese repositorio de documentos tenía las únicas copias existentes de los documentos incautados. Nuestros equipos de recuperación reportan que no hay evidencia de que hayan sobrevivido.

—Lo cual le da credibilidad a la realidad de la amenaza de esta penetración, lo que sugiere que los complotadores fueron responsables por los ataques, —observó Harper. Sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago. McDonnell había sido un viejo amigo, alguien en el que podía confiar, en un negocio en el que la confianza era la comodidad más rara, pero habría tiempo para el duelo luego.

—Los miembros sobrevivientes del Consejo llegaron a la misma conclusión, Sr. Harper, —Siete asintió, volteando finalmente a verlo. Sus ojos enfocados resaltaban peligrosamente sobre sus pómulos. Llamar a la Supervisora enojada se quedaría muy corto—. Ya hemos tomado medidas para asegurar nuestra protección personal. Los otros Supervisores piensan que eso será suficiente; yo no estoy de acuerdo. Los he convencido de que necesitamos investigar esta aparente conspiración, completamente pero también discretamente. Si los conspiradores creen que están a punto de ser descubiertos, no es irrazonable para ellos o ponerse pecho tierra y desaparecer, o intentar sacarle lo mejor a una mala situación y tomar acciones aún más directas. Ahora mismo, el Consejo no tiene idea de cuál es el objetivo final de estos conspiradores. Esto los hace aún más peligrosos en los ojos del Consejo. Y mientras tú y yo tenemos suficiente experiencia en la sala de espejos de la inteligencia como para tomárnoslo con cuidado, la mayoría de mis compañeros Supervisores están asustados. Son principalmente ex-científicos y están incómodos cuando lidian con las incertidumbres de la intriga política. —Siete se movió hacia la mesa de conferencias separándolos. Le deslizo un folder a través de la mesa.

—Esto es todo lo que sabemos de la brecha de seguridad, los dos ataques directos, y toda la conspiración, —observó ella. Eso era menos que alentador: se contaba en al menos doce hojas de papel—. Estará conduciendo la investigación. El Consejo ha votado en concederle temporalmente autorización de Nivel 5, —declaró, dándole una nueva tarjeta de identificación negra—. Y se reportara conmigo personalmente. Mantenga las cartas cerca de la mano en esta, cualquiera tiene el potencial de estar involucrado.

—Regla de Moscú número tres, señora, —observó Harper con una sonrisa mordaz. Todos están potencialmente bajo el control de la oposición—. Si me permite, ¿porque me confía esto? que no soy un conspirador, pero usted no.

—Es uno de los mejores observadores que tenemos, Sr. Harper, y se le ha autorizado el nivel de seguridad más alto conocido a la humanidad. La posibilidad de que esté involucrado es remota, y en cualquier caso estoy esperando reportes detallados y regulares de sus progresos. Si descubro que me estas ocultando cosas, usare toda la fuerza de los recursos a mi disposición sobre usted. Pasará el resto de sus días en el agujero más profundo, oscuro y menos agradable que pueda encontrar, —la Supervisora de la Fundación declaro calmadamente. Después le mostró una sonrisa que claramente trataba de ser tranquilizadora pero en su lugar le puso los pelos de punta a Harper—. Pero no espero que eso sea un problema, Sr. Harper.

—No, señora, —dijo Harper.

—¡Excelente! Si necesita cualquier cosa, hágamelo saber, —Siete emitió—. Puede informar al Sr. Muir y la Sra. Daniel si cree que su asistencia sería útil, pero mantenga las cartas cerca del chaleco.

—Por Supuesto, —respondió Harper.

—Gracias. Eso será todo, —dijo ella. Harper no desperdicio tiempo para salir de la habitación.


—Eso es todo lo que tenemos, —Harper termino el resumen, poniendo el folder sobre su escritorio y mirando al otro lado hacia Muir y Mónica.

—Hm, —gruño Muir—. Por un momento, Tim, pensé que tendríamos problemas con este. —Saco sus lentes de lectura y se puso a hojear la carpeta.

Mónica no pudo ocultar su preocupación. —¿Siempre tenemos tan poco en lo que apoyarnos? —pregunto ella—. ¿Cómo siquiera sabemos dónde empezar?"

Harper empezó a pensar en voz alta—. Empecemos con algo simple. ¿Qué organizaciones fueron penetradas según el reporte preliminar de McDonnell?

Mónica leyó de la hoja de papel relevante, —Parece que el Ejercito de los Guardianes de la Revolución Islámica; Baasch Engineering Corporation; la Insurgencia del Caos; la Iglesia del Dios Roto; la Fabrica; la Fundación; la Coalición Oculta Global; Huntington Arms, Inc.; Marshall, Carter, and Dark; Laboratorios Prometheus; la Mano de la Serpiente; industrias Mineras Saito; Empresas de Seguridad Wallace; Dr. Wondertainment; y varias ramas de los gobiernos americano, británico, chino, francés, alemán, y soviético. Todo eso basado en los documentos recuperados en la redada. —Miro hacia arriba—, ¿Cómo demonios alguien se las arregló para penetrar esencialmente todos los grupos comerciales, políticos y paranormales más grades sin que nadie se dé cuenta? ¿Cómo es que apenas nos enteramos?

Harper encendió un cigarrillo—. Bien, —dijo pensativamente—, solo por que tengan documentos, incluso documentos de alto nivel, relacionados a todas esas organizaciones no significa que tengan topos en todas ellas. Incluso si tienen topos con acceso a materiales tan sensibles, no significa que los topos estén en una posición en la que puedan hacer mucho más que robar documentos ¿Mónica, cuál es tu autorización de seguridad?

La estudiante de posgrado parpadeó—. ¿Fundación o gobierno de EEUU?

—Ambos, —respondió Harper, tomando una calada de su cigarro.

—Nivel 3 y TS, —contesto ella, viéndose un poco confundida—. Pero solo soy una pasante.

—Y aun así tienes acceso a información realmente sensible, —Muir observó, sin quitar sus ojos del documento que esteba leyendo—. Como esta investigación.

—Precisamente, —Harper continuo—. Estos son, en su mayor parte, grupos empleando de cientos a decenas de miles de personas. Solo se necesita a un traidor.

—¿Cómo sabemos que es lo que quiere la oposición? —pregunto Mónica.

Harper sonrió—. No lo sabemos, aún. Pero uno simplemente no invierte los recursos necesarios para penetrar tantas organizaciones poderosas como si nada. Nos enteraremos pronto.

Mónica frunció el ceño—. Sigue sin darnos un punto de inicio.

—Tal vez si, —Muir dijo. Empezó a citar el papel que estaba leyendo—: De acuerdo al personal de la Fundación integrado en la policía escocesa, la explosión es consistente con la detonación de un aparato explosivo pequeño. Pruebas químicas preliminares del residuo explosivo sugieren el uso de tetranitrato de pentaeritritol (PETN) y trinitramina de ciclotrimetileno (RDX), dos de los ingredientes principales del Semtex-H. Sin embargo, el tamaño y localización de la explosión original relativa a las cantidades de PETN y RDX encontradas, junto con la completa incineración de ambos la bolsa diplomática llevada por Robert McDonnell y el mismo McDonnell, sugieren que Semtex, no fue, de hecho, el explosivo usado. Se recomienda que el personal investigativo de la Fundación examine la posibilidad de que la fuente de la explosión haya sido algún objeto SCP u otra anomalía aun sin contener como la fuente de la explosión.

—Justo lo que necesitábamos, Troy, —dijo Harper—. Mónica, baja a Registros Centrales y que traigan todos los archivos sobre objetos y entidades anómalas capaces de causar explosiones. Que se aseguren de incluir aquellos actualmente en contención; no podemos descartar un robo.

—En ello, —dijo ella, saliendo.

Harper volteó hacia a Muir—. ¿Alguna indicación de Manchester?

Muir asintió—. Parece que es Semtex de verdad. La policía lo ha vinculado químicamente a varios ataques del Ejército Republicano Irlandés.

—¿El IRA? ¿Podría ser una coincidencia? —Harper frunció el ceño, encendiendo un nuevo cigarro.

Muir sacudió su cabeza—. No hay manera, —dijo —.La coincidencia fue demasiado fácil, era un lote más antiguo con una composición más útil para la demolición que para matar. Genial si quieres destruir papeles en una bóveda, pero no es tan útil para causar bajas humanas. Tampoco encaja con su Modus Operandi, dado que Carnegie era predominantemente católica. Sospecho que solo se supone que creamos que lo hicieron.

—Interesante, —dijo Harper y tomó una calada profunda de su cigarrillo—. Muy interesante.


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