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Voy a llegar tarde. Salgo del metro hacia las concurridas calles de Kioto. Tomando un momento para orientarme, me pongo en camino hacia el Sitio-302. Estoy seguro de que un extranjero que llega tarde en su primer día es exactamente lo que busca la sucursal japonesa. Reviso la hora en mi teléfono. Justo lo que necesito, otra excusa para no encajar. Un borrón de tiendas, letreros y personas pasan rápidamente mientras me abro paso entre la multitud. Mi nombre es Mike Dalton, pero hay tantos Mikes que puedes llamarme Dalt- mierda, esa línea no provocara ninguna risa aqui. Ya nervioso por el nuevo trabajo, mi monólogo interno comienza a sembrar semillas de duda.
Las palabras de Linda hacen eco en mi mente, no te preocupes, te irá genial y en unos meses terminaré de entrenar y estaré allí contigo. Ella siempre sabe lo que hay que decir. Comienzo a revisar mis bolsillos para asegurarme de que tengo todo lo que necesito: Teléfono celular, credencial de identificación, llaves, billetera, teléfono celular. Le doy un tirón rápido a la correa de mi bolso, satisfecho con los resultados. Konichiwa, mi nombre es Mike Da-, mientras cruzo la calle, mis pensamientos se ven interrumpidos por un tirón fuerte en la manga de mi chaqueta.
Una voz fría y vacía murmura detrás de mí, "¡Ienikaeru, Kore o teoshi shinakereba narimasen, ienikaeru, ienikaeru, ienikaeru!"
Me quito la mano arrugada y huesuda de mi hombro, me doy la vuelta y me encuentro con los ojos lechosos de un anciano, mirándome.
Él continúa divagando y señalando. "-ienikaeru, ienikaeru."
Mientras trato de recordar lo que esto significa, mis pensamientos se interrumpen una vez más, esta vez por la bocina de un automóvil, cortando un dolor agudo en el costado de mi cabeza. Me giro para ver un auto parado frente a mí, las luces brillantes agravan mi dolor de cabeza recién descubierto. Me vuelvo para mirar al hombre, ya se fue. Me apresuro a cruzar la calle para evitar más vergüenza, la bocina del auto todavía resuena detrás de mí.
El Sitio-302 está a unas tres cuadras cuando me doy cuenta de lo que decía el extraño viejo. "Ienikaeru" Esa vieja mierda me decía que me fuera a casa. Supongo que las cosas aquí no son tan diferentes a las de los Estados Unidos. Ya sabiendo que llegué tarde, busco en mi bolsillo la hora en mi teléfono solo para encontrar un bolsillo vacío. Reviso frenéticamente a los demás antes de darme cuenta: No tengo nada en ninguno de mis bolsillos, ni siquiera tengo mi bolso. ¿Qué carajo? Dejo de caminar cuando me doy cuenta de que me han robado. Me vuelvo en la dirección en que vine a buscar al viejo. "Kore o teoshi shinakereba narimasen"— ese cabrón me dijo que me estaba robando. "Necesito que me prestes esto" mi trasero.
Trazo mi camino de regreso por las dos cuadras que ya había recorrido, echando humo todo el camino. Mi dolor de cabeza me ha aturdido, apenas registro las miradas extrañas que estoy recibiendo. Probablemente parezco un hombre loco. Linda siempre me dice que no puedo ocultar mis emociones. Finalmente logro una compostura fría cuando llego a la intersección del encuentro. Como se esperaba, el viejo no se encuentra en ninguna parte. Intento pedir ayuda a las personas que pasan, solo para recibir hombros fríos y miradas de asco. Hay una pequeña tienda de conveniencia en este bloque; Decido entrar y preguntar si lo han visto.
Cuando entro, el tendero me golpea con una escoba mientras grita, "¡Watashitachi wa anata no shurui o koko ni tsurete ikimasen!"
Salí a trompicones por la puerta, sus palabras resuenan en mi mente: No aceptamos a los tuyos aquí. Sorprendido por la exhibición xenófoba y casi cegado por mi dolor de cabeza persistente, decido ir al sitio y explicar que pasó.
Perdido en mis pensamientos, logro dar un giro equivocado, dos veces, tal vez tres veces. Pasé el Sitio al menos dos veces antes de llegar al Sitio-301, una hora y media tarde. Disfrazado como una planta de tratamiento de agua, el sitio es casi indistinguible del paisaje urbano que lo rodea. Esta será una gran introducción. Presiono el botón en el intercomunicador.
Una voz grave responde: "Identifícate."
"Hola, mi nombre es Mike Dolphin. Quiero decir Dulton, Mike Dulton". Me froto la sien. Me siento mareado, mi visión ligeramente borrosa. ¿Qué coño me pasa?
Suena el timbre de la puerta cuando la voz responde: "Avanza por la puerta."
Me tropiezo por la entrada a la puerta. Se abre a un salón blanco estéril demasiado familiar. Apenas estoy adentro cuando siento que dos manos me agarran y me tiran al suelo. Aprietan mis brazos detrás de mí, con mi cara presionada contra el suelo.
Escucho la voz sobre mí en un tono áspero: "No sé quién crees que eres, pero eres muy jodidamente tonto por solo entrar aquí. Si te mueves, te romperé el brazo."
Manos ásperas me revisan mientras trato de pensar en las palabras que voy a decir. "S-soy Mick Dontal, trabajo aquí, es mi pri…". Mis palabras se cortaron cuando soy arrastrado por el pasillo, dos agentes de seguridad siguiéndome.
La voz del hombre arrastrándome suena realmente divertida. "Realmente gracioso, pero no te preocupes, descubriremos quién eres."
Ahora estamos en el segundo corredor. Una imagen de la cara de mi esposa cruza por mi mente y con la misma rapidez me quita el dolor de cabeza. Pasamos varios juegos de puertas, una a cada lado, antes de detenernos en el último par. Oigo que el hombre que me sostiene toca a una puerta; los otros guardias no me han quitado los ojos de encima. ¿Por qué no saben quién soy yo? Seguramente tienen un archivo sobre mí. ¿Por qué no puedo pensar con claridad? Necesito explicar- y luego me doy cuenta de por qué nadie me reconoce.
En la puerta al otro lado del pasillo, veo mi reflejo. Veo mi cara arrugada mirándome a mí mismo: Mi ropa hecha jirones, mis ojos hundidos, mis dedos huesudos. ¿Que esta pasando? Este no soy yo, soy-soy…¿por qué no puedo pensar en mi nombre? Mi imagen espantosa se desvanece cuando la puerta se abre el tiempo suficiente para que escuche…
"Mi nombre es Mike Dalton, pero hay tantos Mikes que puedes llamarme Dalton", seguido de risas.
Cuando la puerta se cierra, vislumbro al hombre que solía ser. Al menos encajo. La puerta se cierra de golpe, y con la misma rapidez mis pensamientos me evaden. El guardia comienza a arrastrarme por el pasillo otra vez. El pánico se establece.
"Él es yo; él soy yo; ¡él soy yo!" Lucho para romper el agarre del hombre en vano.
Pero si él soy yo, ¿quién soy yo
El guardia finalmente deja de arrastrarme mientras se detiene frente a la puerta de una cámara de contención. Se quita las gafas y permite que el escáner de retina lo identifique. El bloqueo se libera con un clic audible. El guardia se arrodilla para mirarme a los ojos.
Con voz monótona, dice: "Deberías haberte ido a casa, Mike."
Los ojos blancos lechosos del guardia son lo último que veo antes de que me arrojen a la oscura unidad de contención.
No sé cuánto tiempo llevo aquí. No estoy seguro si me importa. Tiene que haber 100 de nosotros, tal vez más, todo el sitio…sitio…oh, ya no importa. Entra gente nueva de vez en cuando, incluso si nos puede llamar personas. Al menos, mientras me siento entre estas conchas vacías, puedo sentir consuelo en el hecho de que finalmente encajo.
Una habitación llena de don nadies, y yo tambien soy un don nadie.
